Yo te amo (I)

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La panadería Dupain-Cheng iba a cerrar pronto, por lo que los padres de Marinette comenzaron a agarrar todos los restos que servirían para acompañar su cena, cuando, entonces, sonó la campanilla que anunciaba un nuevo cliente.

El señor Dupain se giró con una sonrisa que se desvaneció al ver quién entraba.

—¿Está su hija, señor...?— preguntaba el indefenso muchacho, con la cabeza baja llena de vergüenza. Era normal después de todo.

—No creo que quiera verte— Dijo el hombre, frunciendo el ceño y acercándose peligrosamente a él, pero el joven fue mucho más astuto y comenzó a correr camino a las escaleras que llevaban a la casa y, tras subir y entrar en el apartamento, subió las escaleras que daban al ático, o mejor dicho, la habitación de Marinette Dupain-Cheng.

Al entrar en ella, lo primero que vio Adrien fue a su linda exnovia dibujando en su escritorio. Descubrió que en su habitación ya no había fotos de él, ni nada parecido.

Marinette se giró al escuchar que alguien entraba en su habitación, y tras parpadear un par de veces, suspiró.

—Hola, Adrien. ¿Qué necesitas?— preguntaba la dulce y tierna Marinette, levantándose de su asiento, caminando con él con notable dolor en uno de sus talones

—Yo... — Adrien intentó hablar, de verdad que lo intentó, pero su garganta se tornó un nudo y sus ojos se humedecieron de manera inmediata.

—Adrien, no pasa nada— Sonrió la mestiza, poniendo ambas de sus manos en los antebrazos de su ex pareja —No tenemos nada de qué hablar. Ha pasado mucho tiempo, así que anda, ve de vuelta a tu casa...—

Pero no fue así, pues el rubio se avalanchó contra ella, abrazándola con tanta fuerza que incluso Marinette tuvo que intentar empujarlo levemente para poder respirar normalmente.

Las lágrimas de Adrien empapaban el hombro de la pelinegra, quien inmediatamente lo acunó en sus brazos,  suspirando con pesadez. Dejó que llorara un poco más, esperando que se calmara, pero como eso no  pasó, decidió hacerlo a un lado de manera más violenta resultando positivamente.

—Adrien, ¿Qué te pasa?—

—Lo siento, Marinette. Soy un completo imbécil. Te hice daño, me hice daño también, y lastimé a Luka. Y no sé que hacer. Ya no puedo hablar más de esto con Nino, tampoco hablaré de esto con mi padre, ni con Nathalie... Y tu eres un alma buena, Marinette. Por favor, no me dejes caer. Sé que te fallé, pero...—

—Basta— interrumpió la chica, quien ya tenía la ansiedad en la punta de la lengua — Adrien, lo que pasó, ya está hecho. No puedes hacer nada al respecto. Te equivocaste, sí, pero puedes mejorar y aprender de tus errores para cuando tengas otra novia...—

—No, Marinette— Adrien deshizo el abrazo, mirándola mucho más seguro —No quiero una novia. Quiero casarme con Luka Couffaine...—

—¿Casarte? Adrien, le dijiste que no lo amabas después de que él te entregara su corazón. ¡Incluso yo te entregué el mío y no hiciste más que destrozarlo! ¿Cómo podrías tú entregar el tuyo?—

Aunque Marinette no gritaba ni alzaba la voz, sus palabras le hirieron de igual manera.

Hubo silencio total. Adrien miró el suelo y separando los labios, se atrevió a decir algo que no debió hacerlo.

—Pero yo lo amo a él, y quiero entregarle mi corazón, Marinette—

Ella solo suspiró, cerrando los ojos y tomando sus manos para abrir sus orbes en el más lento parpadear que hubiera hecho en su vida

—Cásate con él, Adrien. Lamento mucho haberte amado, pero más me lamentaría no darte ánimos para esto... Mira, Luka no siente nada por ti, pero lo sintió. Tú fuiste su amante, deberías saber bien como funciona su mente. Debe de haber algo que lo apasione más de lo que él te llegó a amar incluso a ti...—

Y entonces, todo tuvo sentido.

Adrien abrazó nuevamente a Marinette, y depositándole un beso en la frente, salió corriendo del diminuto apartamento.

Cuando subieron sus padres, solo admiraron a Marinette sonriéndole al teléfono. Iba a hacer una llamada importante.

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Luka tocaba su guitarra acústica en el mirador donde siempre iba con Adrien. Quizás lo hacía para recordarlo o simplemente porque la vista de Paris era impresionante desde aquel hermoso ángulo de la ciudad.

Tocaba para él, para su alma que apenas se recuperaba. Cuando, entonces, escuchó unos pasos detrás de él, y girándose, encontró a una jovencita tan bella como tierna. Marinette le sonreía con admiración, haciendo que Luka temblara de miedo.

—Que bella canción, Luka— decía con un semblante sereno, sin precipitaciones de nada

—Marinette... ¿Qué haces aquí?—

—¿Eh? Oh, claro... Perdón, sólo quiero hablar contigo...—

—No sé si sea buena idea...— El chico se levantó, tomando su guitarra y poniéndose derecho, claramente nervioso

—No, claro que lo es— insistió ella

—¿De qué vamos a hablar?—

—De Adrien Agreste, Luka.—

—No quiero saber nada de él—

—Yo sé que en realidad sí, Luka Couffaine—

El silencio gobernó por completo nuevamente.

—En realidad... sí. Quiero saber de él— admitió el joven, suspirando y jugando con la afinación de su guitarra

—Bien, pues, dime... ¿Lo perdonarías?— Preguntó ella, acercándose lo suficiente como para poner su mano en el hombro del mayor

—Sí, lo haría... solo si él te pide perdón a ti—

—¿Y si te dijera que ya lo hizo?—

[+18] Yo (no) te amo ;  {Lukadrien}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora