Inconvenientes

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Marinette iba de la mano con su novio, Adrien, caminando por los pasillos, generando que los compañeros suspiraran al verlos. Alguno con envidia, otros con admiración. Era bien sabido que ambos eran la pareja más linda de la escuela, y muchos aseguraban que si hubiera algún concurso, ellos se llevarían la corona sin problema. Se quería mucho, pese a llevar apenas poco más de un par de meses juntos, realmente ellos se querían.

Llegaron al salón de clases, separándose para ambos ir con sus respectivos mejores amigos. Marinette, como siempre, se recargaba en el hombro de Alya para ocultar su rostro sonrojado por el simple hecho de haber tomado la mano de Adrien Agreste, quien varios meses atrás no había sido más que un platónico, y hoy era su novio. Los sueños se hacen realidad, claro que sí.

Por lo general, Adrien hacía lo mismo. Se refugiaba en Nino para hablar de lo maravillosa que era Marinette. Era un alma pura y buena, pero en esa ocasión, él solo abrió su libreta, sin expresión alguna en el rostro, dedicándose a escribir cosas que por más que Nino intentara descifrar, no pudo. Culpó a sus anteojos, pero no fue suficiente. Se dio por vencido.

—Hey, Adrien— habló el moreno, recargándose en su puño apoyado en la mesa —¿Todo bien?—

—Claro, Nino. Todo excelente— decía el rubio, cerrando la libreta y sacando el celular, haciendo que el otro se calmara un poco más.

Lo primero que hizo Agreste fue abrir la aplicación de mensajes, descubriendo que tenía un mensaje que no había visto. Uno del mismísimo Luka Couffaine. Se sonrojó un poco al ver que era un archivo, y supuso que sería una foto provocativa, a lo que le bajó el brillo a la pantalla y lo abrió, descubriendo que en realidad era una archivo de un menú, seguido de un mensaje:

"¿Vamos a comer, rubia?"

Adrien se sintió completamente halagado.

Hacía un par de días, o quizás una semana, que Luka se comportaba amigable con él. Ya no solo se veían para consumir sus ganas de experimentar, las cuales debieron de haber parado desde hacía un buen tiempo pero simplemente no pasó. Adrien sonrió discretamente, tecleando para responder:

"Sí, vamos".

Y así, después de unos minutos, la clase comenzó. El tiempo en la escuela, como generalmente lo era, fue lento, pero justo.

Al final de la clase, Adrien se levantó para bajar las escaleras y caminar hacia su casillero en un pasillo, antes de que unos brazos finos y delgados lo abrazaran por detrás. Giró su cabeza para ver a su amada Marinette, quien lo miraba con tanto amor que Adrien podía sentir la calidez en sus iris y su bellísima sonrisa.

—Hola, mi lady— él respondía al abrazo, acomodándola entre su pecho.

—¿Sí vamos a ir a comer helado hoy, verdad?—

Mierda.

—Mi lady... — Adrien susurró. Debía decidir ya. Adoraba a Marinette, a ella le pertenecía su corazón, sus sonrisas, su ternura... Pero Luka lo esperaba y con ello, la enorme tentación de manchar su cuerpo con el pecado capital de la lujuria. Rodó los ojos, apretando los labios, evitando a toda costa la mirada de su novia. —Lo siento, Marinette. Me he peleado con mi padre en clases y debo ir a casa ya— decía retirando el abrazo, dejando a la pelinegra notablemente confundida.

—Oh... Bueno, está bien— decía ella, de manera triste y cansada.

A Adrien se le rompió un poco el corazón, solo un poco.

Después, ambos tomaron caminos diferentes. Y Adrien fue a comer con Luka al restuarante que había sugerido el mayor.

———————————————————

Ahí estaban: Adrien Agreste y Luka Couffaine, sentados uno frente al otro. Ambos serios, aunque era comprensible que el rubio estuviera bastante nervioso por dentro. Eso de salir sin motivo alguno, o al menos parente, no era algo que surgiera con frencuencia entre ellos. Adrien se la vivía en su casa, la escuela y estudios de fotografía, mientras que Luka era un alma más libre, todo porque pese a su poca diferencia de edades, él había demostrado contrar más su vida.

Tristemente, Luka no podía controlar mucho sus sentimientos, pero al menos sí controlaba su cara.

Ambos pidieron lo mismo: Una hamburguesa. Cuando llegaron, comenzaron a comer sin decir ninguna palabra. Adrien esquivaba la mirada del mayor, comiendo con sumo cuidado, como si en verdad no quisiera comer. Era verdad. Quería comer, pero tenía miedo, él estaba en una dieta estricta para mantener su cuerpo de modelo, cosa que envidiaba de Luka... aunque estaba seguro que si lo presentara a alguno de sus fotógrafos, Luka le robaría el título de supermodelo.

—Oye, rubia— llamó el chico de cabello bicolor, logrando sacar al más pequeño de sus pensamientos.

—¿Mmmgh? — tragaba Agreste, tomando una servilleta para limpiarse la boca y las manos —¿Sí, Luka?—

—Te ves lindo cuando comes, pero háblame, tu bien sabes que solo muerdo donde te gusta— dijo coqueto, haciendo que su acompañante comenzara a toser con tanta prisa que apenas pudo recuperarse.

—¡Luka! Aquí no digas esas cosas, por favor—

—¿Acaso no es verdad?— rió, negando con la cabeza.

Adrien sonrojó con tanta fuerza que usó una servilleta para cubrirse el rostro en lo que se le pasaba la presión de la cara. Después, suspiró, bajando la mirada, animándose a hablar.

—Luka...— Agreste se acercó un poco hacia adelante, rompiendo el código de etiqueta, poniendo los codos en la mesa. Adrien tenía el rostro serio, sin dejar de ver los hermosos ojos coloridos de su amante —Luka, escucha bien lo que te dire: Tú siempre te ves bien.—

—Lo sé—

—No, es en serio, Luka. Me gusta cuando eres serio, egocéntrico... romántico. Es la primera vez que me invitas a algo tranquilo, y aunque no estamos hablando... me siento cómodo contigo. No necesito estar hablando mucho para sentirte, Luka. Siento tu paz, y está bien.—

Y dicho eso, Agreste volvió a su hamburguesa.

Luka se quedó pensando entre bocados a qué se refería. ¿Eso era algo bueno? Inevitablemente, esas palabras habían logrando un efecto en Couffaine: que se sintiera cómodo.

Se suponía que eso debía ser un experimento, y ya está. Pero ambos se sentían cómodos entre sí, y no había mucho que explicar. Luka comenzó a sentir, por, quizás, primera vez en su vida, su rostro arder a tal punto que tuvo que ir al baño a lavar se la cara.

Después Luka pagó, y ambos fueron a su casa a terminar como siempre lo solían hacer.

[+18] Yo (no) te amo ;  {Lukadrien}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora