0. ɴᴏᴄʜᴇ ᴅᴇ ᴅᴇᴍᴏɴɪᴏs

110 16 16
                                    

ɪɴɢʟᴀᴛᴇʀʀᴀ, ᴄᴏʟᴅᴡᴏᴏᴅ
1 ᴅᴇ ᴅɪᴄɪᴇᴍʙʀᴇ, 2014

Era la noche perfecta para un asesinato, claro está que Grey no pensaba matar a nadie; no completamente, por lo menos.

Las almas -cubiertas de esa piel mundana que usaban de caparazón- se extendían frente suyo, como las llamas de las velas en medio de un camino oscuro y eterno.

La Niebla era espesa esa noche, como si supiera de antemano sus intenciones. Las luces de neón en toda la cuadra, y toda aquella neblina acumulada, hacían ver un brillo siniestro y opaco en la calle, como si toda la cuadra contuviera la respiración.

Mejor aún, como si toda Coldwood contuviera la respiración.

El primer mundano salió alrededor de las doce y Grey lo observó fijamente, arrodillado entre un coche y un muro, esperando el momento indicado para acecharlo. Era un adolescente, borracho y perdido, que salió de aquel viejo edificio bañado de una luz espectral.

El cartel de neón estaba sobre la entrada -una pequeña puerta de metal- y mostraba palabras en tonos azules y esmeraldas, con una tipografía cursiva y elegante.

𝒞𝓁𝓊𝒷 𝒜𝓅ℴ𝒸𝒶𝓁𝒾𝓅𝓈𝒾𝓈

El mundano se deslizó a trompicones por la acera, tarareando con su voz ronca por el alcohol una versión espantosa del intro de Pokémon.

Entre las capas y capas de piel, Grey vislumbró el alma: una flama de fuego fatuo, danzante en la oscuridad. La farola que iluminaba la cuadra parpadeó, como haciendo una despedida al pobre chico.

Por el rabillo del ojo algo más se movio en la oscuridad, y Grey suspiró resignado. Esa alma no sería suya, lamentablemente.

Antes de que pudiera parpadear, una sombra se cernió sobre el chico con un aullido espantoso. Una figura de pelaje oscuro, con colmillos y garras curtidas. Lo último que vio el chico fue a la bestia rasgar su cuerpo y jalarlo hacia las sombras.

Desapareció entre gritos y crujidos.

Grey no se inmutó. Los Perros Malditos siempre se llevaban las primeras presas. Eran impulsivos, y su desgarre del alma era tan brutal que ni siquiera Grey conocía a alguien que pudiera superar eso -y vaya que Grey conocía seres realmente crueles-. Habían nacido como perros comunes, callejeros, más que nada, pero en algún momento de sus vidas comieron de los restos o la sangre demoníaca que quedaba después de las matanzas provocadas por los Nephilim y terminaban convirtiéndose en eso.

Tuvo que volver a esperar.

Hizo un rápido registro del terreno y sonrió complacido al notar que estaba limpio. No había ni un demonio fuera de aquel edificio, sin embargo, dentro, no era imposible oír la locura de la fiesta demoníaca. Las voces y la música salían ahogadas por las paredes de cemento, las luces se vislumbraban por debajo de la puerta. Azul, rojo, verde...

La segunda presa saltó fuera, dando traspiés y sujetándose de las paredes para sostenerse. Una figura delgadisima con un vestido cortísimo y zapatos de una talla más pequeños, vete a saber porqué.

No era del tipo de Grey, pero, ¿qué más daba? Se moría de ansias por consumir su alma. El fuego fatuo se veía danzante en su cuerpo, incitándolo a acercarse.

El Perro Maldito que le entorpecía el camino ya tenía su presa, ahora era su turno de conseguir la suya, y, viendo lo borracha y drogada que estaba la muchacha, no iba a resultar nada difícil arrastrarla a, digamos, un callejón o un edificio abandonado de aquella zona.

𝐿𝑎𝑑𝑟𝑜́𝑛 𝐷𝑒 𝐴𝑙𝑚𝑎𝑠 (𝐶𝑖𝑢𝑑𝑎𝑑 𝐷𝑒 𝐶𝑒𝑛𝑖𝑧𝑎𝑠) pgp2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora