1. ᴛʜᴇ ɢʀᴇᴀᴛ ᴏᴄᴇᴀɴ ᴘᴀʀᴋ

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Grey hirió lo suficiente a un licántropo para enfadar a sus compañeros.

Elizabeth juró golpearlo después, cuando escaparan de esa, pero no la tenían fácil. Descubrió que podía ser muy rápida si quería, pero los Licántropos lo eran más.

Ellos cruzaron a un callejón, y estos los siguieron, y, cuando creyó que uno de ellos lo alcanzaria, una moto cruzó violentamente la acera y se impactó contra él, enviándolo al otro lado de la pared e interponiendose entre ellos.

La moto rugió, y los Licántropos retrocedieron, mostrando sus colmillos y gruñendo de frustración. Tomaron a su compañero herido y se marcharon corriendo, y solo entonces Elizabeth pudo respirar. Se arrastró hasta el suelo seguida por Grey, que se rió como un idiota al reconocer a su salvador.

Santiago se quitó el casco, haciendo una expresión de burla.

-¿Cómo van con eso de ser independientes? -se burló, mirándolos de arriba a abajo-. Puedo oler la pobreza y la desesperación desde aquí.

-Debes estar acostumbrado al olor -dijo Grey, que se levantó y chocó los cinco con él.

¿Desde cuándo eran amigos? Elizabeth apenas y empezaba a soportarlo, y Grey, que había intentado matarlo, ya le chocaba los cinco. ¿Así se sentía la traición?

Sus piernas temblaban cuándo se levantó, apretando en su pecho el bolso arañado por los colmillos del perro.

-¿Balor te envió?

Él bufó.

-Hago lo que quiero.

-¿Y sigues ordenes porque quieres? -se burló Elizabeth, recordándole que le ordenaron quedarse en la mansión y él obedeció, por un momento obedeció-. ¿Por qué viniste aquí? Gracias por salvarnos, pero, ¿cómo nos encontraste?

Él se encogió de hombros, aburrido.

-Me quedaría en la mansión, pero no los encontré y me aburrí. Le pregunté a Balor y él me dijo que no volverían, así que seguí su rastro hasta aquí, en fin. ¿Qué encontraron?

Elizabeth quedó boquiabierta con esa confesión, sin saber si temer o admirar a ese chico por encontrarlos tan rápido.

Parte de ser Nephillim era poder rastrear demonios y criaturas, pero eso ya era personal.

-Elizabeth, muestrale el cuaderno -dijo Grey.

-¿Repentinamente confiamos en todos? -se quejó, pero sacó el cuaderno de entre su ropa y sacó las hojas importantes, mostrandoselas-. Es el cuaderno de mi padre. Y mira esto -se acercó a él, mostrándole los dibujos y explicándole-. Puede que estas sean las almas, y estos los lugares donde se encuentras. Estábamos por ir a este parque ahora, puede que allí halla algo.

-Pero... -él la miró con cautela-. ¿Puedes tomar las almas? Que yo sepa, solo los angeles pueden, o Nephillim puros, claro, pero... Tu no eres nada de eso. Ni siquiera estoy seguro que soportes una gripe.

-Gracias -ironizó ella.

Elizabeth no lo sabía, y eso era lo que más le frustraba. Estaban bastante cerca, no iba a dudar en ese momento.

-Lo intentaré -dijo, decidida-, por lo menos ya sabemos de un alma, estamos un paso por delante de Azael.

-Y tenemos que ir rápido -Grey les mostró la hora en su reloj-. No podemos perder tiempo con algo así.

Santiago miró pensativo la moto.

-El parque no está lejos -dijo, pensativo-. Puedo llevar a Elizabeth.

𝐿𝑎𝑑𝑟𝑜́𝑛 𝐷𝑒 𝐴𝑙𝑚𝑎𝑠 (𝐶𝑖𝑢𝑑𝑎𝑑 𝐷𝑒 𝐶𝑒𝑛𝑖𝑧𝑎𝑠) pgp2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora