XXVIII. Hilas y las náyades

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El tiempo corre en nuestra contra.

La entrega del Trabajo Fin de Grado está cerca, la presión sobre Nathaniel parece que se intensifica de manera directamente proporcional al tiempo que pasamos juntos.

En resumidas cuentas: apenas nos vemos.

Cosa que no está mal y me permite avanzar en mi trabajo, así como ir desechando hojas de apuntes a la hora de preparar los exámenes finales.

No obstante, lo echo de menos, y más teniendo en cuenta la conversación que tuvimos hace unos días, que básicamente se resumen en "oh, estoy preocupado y terriblemente ocupado durante toda la semana porque los tengo de corbata por lo que pueda pasar".

No digo que no entienda su situación, pero los mensajes antes de dormir a veces no son suficientes. 

Rosa, muy perspicaz, se ha dado cuenta de que ando un poco desanimada, por eso, cuando la veo entrar en la cafetería como un torbellino y dirigirse directamente hacia mí trago saliva.

¿Qué será esta vez? ¿Una tarde de compras? ¿Una merienda improvisada?

- Oye, MC, estaba pensando... ¿te gustaría venirte este finde a la playa? 

Vaya, estoy supera con creces mis expectativas.

- ¿A la playa? ¿Y eso? 

- Leigh se va a tomar unas pequeñas vacaciones para incorporar nuevos diseños a la colección de verano. Me propuso una pequeña excursión para inspirarse, tomar el aire, y él mismo me sugirió que te lo dijera.

- ¿Y no preferiríais una escapadita romántica los dos solos?

- Créeme, cuando se pone a dibujar es terriblemente aburrido, no me hace ningún caso.

Perdóname que lo dude, señorita apasionada de la moda con un punto más que evidente de cotilla.

- ¿Acaso tienes un plan mejor?

- La verdad es que no.

- Pues ya está todo dicho. Pasaremos a buscarte el sábado por la mañana, asegúrate de que estás lista y de que no tienes turno.

- No, no lo tiene. Aunque quizá, viendo el ritmo que lleva hoy, sea buena idea incluirla.

Mi jefa hace su aparición estelar con la sutileza que la caracteriza.

(Por si no ha quedado claro, lo que quiere decir es que me ponga manos a la obra en vez de darle tanto a la sin hueso. Gracias Clemence).

- Será mejor que me vaya si es que queremos mantener los planes para el sábado.

Rosalya le guiña un ojo a Clemence y yo tempo por mi vida.

Pero le responde con una sonrisilla de suficiencia y yo, sin perder esta oportunidad, salgo de la barra para atender a unos clientes que acaban de llegar.


* * * * * 


Voy a ser sincera.

No tengo excesivas ganas del plan que se me presenta para hoy.

Que sí, que está muy bien cambiar de aires y salir un poco de la ciudad. Pero el hecho de compartir el día con una pareja acaramelada... Mira, no entraba dentro de mis prioridades. 

Sin embargo, Rosa y Leigh se portan de maravilla. 

El trayecto en coche hasta la playa resulta un karaoke improvisado de canciones Disney así como un picoteo previo a los paseos que nos esperan por la orilla.

Rewrite [Nathaniel, Corazón de melón]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora