CAPÍTULO 9: PADRE

1.3K 69 18
                                    


En el camino de vuelta a Camelot, Merlín fue en el caballo de Arturo, delante de él y protegido por sus brazos que le abrazaban a la vez que tomaban las riendas. El rey no debía compartir su caballo y alguno de sus hombres puso objeciones en atención a su seguridad, pero él no se iba a separar del niño ni aunque le amenazaran con una espada. Lo que es Merlín disfrutó mucho de ese momento. Se apoyó en Arturo y se adormiló a ratos. Parecía muy relajado y contento, y todo porque Arturo había dicho dos palabras mágicas. Porque le había dicho que le quería.

Pero no era lo único que Arturo había dicho. Le había llamado "principito" y eso se debía a una decisión que aún estaba a medio tomar. Arturo quería hablar con los dos niños a la vez... Tenía un poco de miedo por la reacción de Mordred. Al pensar en el otro niño se dio cuenta de que le echaba de menos. Llevaba dos días sin saber de él, y en realidad ni se había despedido...

En esto pensaba, cuando notó que Merlín se tensaba y se espabilaba repentinamente.

- ¿Qué ocurre, Merlín?

- Estamos cerca – dijo el niño. Aunque no fue una pregunta, Arturo le respondió:

- Sí. En cuanto pasemos esa colina podremos ver la ciudadela.

- Desde aquí ya puedo escuchar a Mordred.

- ¿Escucharle? Te refieres a... ¿en tu cabeza?

Merlín asintió. Arturo instintivamente hizo que su montura galopara un poco para alejarse de sus hombres lo suficiente para que no escucharan su conversación.

- Está muy enfadado – susurró Merlín, y se estremeció.

- ¿Enfadado?

Merlín asintió de nuevo.

- Está... usando su magia para cosas malas.

- ¿Qué?

Sin esperar respuesta, Arturo apremió más a su caballo. Tres cosas principalmente le inquietaban de esa noticia:

1.) La posibilidad de que Mordred volviera a las andadas. En su versión adulta también había hecho un mal uso de la magia.

2.) Que alguien le viera como una amenaza y tomara represalias contra el niño.

3.) Que aquello pusiera en peligro la reciente aprobación de la magia.

Prácticamente voló por el terreno sujetando bien a Merlín para que no se cayera del caballo. Por suerte para él, cuando llegó al castillo no se encontró con ninguna amenaza terrorífica que pusiera en peligro las vidas de sus súbditos sino a... un niño con un berrinche. Mordred se había encerrado mágicamente en el salón del trono. Nadie podía entrar, pero se oían cosas que estallaban contra las paredes y se rompían. Ogo intentaba convencer al niño de que abriera la puerta, pero sin éxito. Arturo se unió, y aporreó la puerta.

- ¡Mordred! – gritó. Se dejaron de escuchar ruidos por un rato. - ¡Mordred, abre ahora mismo! – ordenó.

Luego pensó que esa no era la mejor táctica, y efectivamente no lo fue, porque los ruidos se reanudaron.

- Mordred, abre, hemos de hablar – insistió, y nada.

Una persona pequeñita tiró de la casaca de Arturo. Merlín le miró y dio un paso adelante, como diciendo "déjame a mí". Arturo pensó que el niño daría algún discurso de hermano, pero fue mucho más sencillo que eso: levantó la mano y forzó la cerradura. La magia con magia se quita.

Ogo, y algunos de los presentes, se asombraron al ver que Merlín también tenía magia. Pero Arturo no se quedó a ver las reacciones: en cuanto pudo entrar, empujó las puertas.

De padres y reyes [FANFIC DE MERLÍN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora