Arturo se pasó toda la noche dando vueltas en su confortable lecho, sin poder conciliar el sueño. No dejaba de pensar en las palabras de Aronit y su ridícula idea de que ni sus súbditos ni los monarcas vecinos consideraban a sus hijos como dignos herederos. Era cierto que había recibido muchas ofertas de matrimonio, pero no les había prestado ninguna atención porque no pensaba aceptarlas. Ahora bien, si esas propuestas significaban que Merlín no iba a ser acogido por el pueblo como rey en un futuro, tenía que hacer algo al respecto. Su reino podía verse sumido en una guerra interminable si no.
Pero eso no era todo lo que Aronit había querido decirle. Con un atrevimiento impropio de un simple druida, había insinuado que si quería que sus hijos fueran príncipes tendría que empezar a tratarlos como tales. ¿Acaso no les había vestido con las mejores sedas? ¿Es que no les había presentado públicamente como sus hijos y herederos? ¿Por qué tenía que importar lo que ocurriera en la intimidad de sus aposentos?
"Un rey no tiene intimidad" maldijo Arturo, para sí mismo.
Decidió seguir uno de los consejos del druida y hacer más vida social, propia de la realeza. Organizaría banquetes donde se esforzaría por dejar muy claro la posición de los príncipes y acudiría a todos los estúpidos eventos a los que le invitaran. Respecto a su forma de tratar con Mordred y Merlín... ni siquiera sabía por qué había empezado a hacerlo así en primer lugar. Era como un término medio. Se le hacía muy horrible golpearles con una vara y siempre había considerado muy absurdo el sistema del cabeza de turco que empleaban algunas monarquías... Pero tal vez esa fuera la mejor solución a su problema.
Se durmió meditando sobre esa idea, pero despertó apenas un par de horas después, aún de noche, cuando escuchó ruidos en los corredores. Rápidamente salió de la cama, alerta ante un posible ataque, pero nadie había dado la voz de alarma. Escuchó un tímido golpeteo en su puerta y, tomando su espada con una mano, se apresuró a abrir con la otra.
Se trataba solo de uno de sus sirvientes, asustado ante las posibles represalias de despertar al rey en medio de la noche.
- ¿Qué sucede?
- Majestad, disculpadme, pero el príncipe...
El sirviente hizo una angustiante pausa que puso a prueba la escasa paciencia de Arturo.
- ¿Le ha pasado algo a alguno de los niños?
- El príncipe Merlín está despierto y no quiere ir a sus aposentos...
Arturo parpadeó en silencio durante unos segundos, mirando al sirviente con incredulidad. ¿Nadie en todo el castillo podía apañárselas para meter a un niño de siete años en su cama? ¿No tenía gente a la que pagaba precisamente para eso?
- ¿Dónde está Ogo?
- Fue él quien me hizo llamaros, sire.
Gruñendo, Arturo se colocó una túnica sobre su ropa de dormir y siguió al sirviente, que le guió por el castillo con la luz de una antorcha.
Merlín estaba en las cocinas, rodeado de sirvientes que buscaban mil formas de atenderle y sentado sobre las piernas de Ogo.
- Alteza, ¿os apetecen unas uvas?
- ¿Queréis unos dulces?
- ¿Puedo ofreceros...
- ¿Cuántos hombres se necesitan para llevar a un niño a la cama? – rechinó Arturo, frustrado porque estaba seguro de que después de aquel paseo nocturno le iba a ser imposible volver a dormirse.
- Sire, llevo toda la noche entrando y saliendo de sus habitaciones. Le dejo en la cama, salgo al pasillo y él viene detrás de mí - explicó Ogo.
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De padres y reyes [FANFIC DE MERLÍN]
FanfictionMordred y Merlín regresan mágicamente a su infancia, y Arturo se ve en la difícil situación de ser su... ¿pensabais que iba a decir padre? ¡Venga, por favor! Aunque... si alguien se preocupa por ti como un padre, cuida de ti como un padre, y te trat...