Un día con Hazel

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A pesar de todo lo que los semidioses creían, la casa de Hades era bastante pacífica por las mañanas. Cuando despertaba, Nico ya se encontraba en los desayunos. 

Sin embargo, aunque no dijera nada, Hazel sentía en sueños la mano de Nico acariciarle los rizos con ternura, como un hermano. Así que cuando despertaba, se llevaba la mano a donde Nico acarició sus rizos y sonreía.

Se duchaba, se arreglaba para la escuela (algo que le seguía pareciendo maravilloso. Ella podía ir a la escuela sin peligro, sin acoso por el simple hecho de su raza o de que es mujer) y se dirigía al desayuno en la mesa de Apolo.

Se sentaba a un lado de Nico, quien se sentaba la mayoría de las veces a un lado de Will. 

El desayuno no era para nada tranquilo. No era como la mesa de los hijos de Morfeo, quienes simplemente se dormían sobre sus platos de comida. La mesa de Apolo era un caos.

Habían debates, teorías, anécdotas, canciones, terribles ideas y desgracias amorosas de Apolo. Tener a tu padre divino en la misma mesa contigo ya era un privilegio en sí, no obstante, también era una desgracia. 

- ¿Y qué sucedió? - Interrogó Kayla. 

Apolo carraspeó antes de una pausa dramática. 

Hazel siguió comiendo, observando de reojo a Nico. Se dio cuenta de que, a pesar de que intentaba parecer serio, pequeñas risas que podrían ser carcajadas escapaban de sus labios de vez en cuando. Sonrió y se dejó llevar por la conversación.

 Cuando llegó la hora de prepararse para ir a la escuela, Nico se aseguró de que ella tuviera todo lo necesario preparado, y ella se aseguró de que Nico también lo hiciera. Usualmente, Nico decía que no necesitaba ese tipo de cosas, y que en cualquier momento podría hacer un viaje de sombras si necesitaba algo. 

Pero sabía que al hacerlos, te sentías como si tuvieras una deficiencia de hierro extraordinaria ( Explicación del dios más inútil del momento - tú sabes quién es- y del doctor Will). Y la deficiencia de hierro ya era bastante problemática.

Quirón, como de costumbre, les dio sus dracmas y Baco (¿Dioniso?) los llevó al mismo lugar de siempre.

En el callejón, decidió que quería unirse a las chicas. Hablaron de chicos: de Frank, de Percy, de Jason, de Nico, de Apolo (No había mucho que opinar) y de Will. Se paraban a reír cuando uno se tropezaba al jugar "Zeus quien pise la raya". Otras veces era "Hera quien pise la raya".

Al final, Las chicas terminaron uniéndose, y el juego pasó a llamarse "Dios el que pise las rayas". Apolo fue el que jugó con más esmero. 

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Al llegar a la escuela, Hazel se dirigió a su casillero para encontrarse con una sorpresa más grande que la de otros: un chico la estaba esperando en la puerta de su casillero.

Era lindo; No era tan alto como Frank, pero sí más alto que ella. Tenía el cabello rizado, y el la luz le daba un toque dorado. Sus ojos eran grandes y parecían dos caramelos. En cuanto la vio, su cara se coloró como un tomate. 

Hazel estaba confundida. ¿Qué hacía un chico esperándola en frente de su casillero?

La miró directamente a sus ojos (o sea, hacia abajo) y tartamudeó varias veces antes de si quiera formular una palabra tan simple:

- E-esto...

Hazel inquirió con la mirada, buscando en su bolsillo la llave de su casillero. 

- Y-yo... - Tragó fuertemente saliva. Carraspeó un poco para aclararse la voz - Quería decirte... pienso que...

Percy Jackson: Y los héroes de la escuelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora