Un día con Leo

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Arreglarse para ir a la escuela en el Campamento Mestizo era un horror. 

La cabaña de Hermes solía tener bromas preparadas para todos. 

Luego, solías escuchar al mestizo que llegó hacía unos meses al campamento pelearse con sus hermanos:

- ¡¿Quién agarró mi playera!? ¡Era mi favorita!

- ¡Todos tenemos la misma playera, imbécil!

Luego, los hijos de Afrodita solían recomendarles outfits para la escuela, y muchas veces intentaron ponerle a Leo a la fuerza sus outfits.

Luego, Quirón solía asegurarse de que todos los que fueran a la escuela tuvieran todo lo necesario:

- Annabeth, ¿Llevas tu gorra? 

- Sí.

- Percy, ¿Contracorriente? 

Percy jugó con la pluma entre sus dedos.

- Piper, ¿Katopris? Jason, ¿Tu espada?

Ambos le mostraron sus armas escondidas en sus mochilas.

- Hazel, Frank. ¿Sus armas?

Ambos asintieron.

- Will, Apolo, ¿Sus kits de primeros auxilios?

Ambos asintieron. Antes de que preguntara, Meg mostró sus anillos. 

- Nico, recuerda: nada de viajes de sombras innecesarios - Recordó el centauro, y Nico asintió desinteresado. Jamás prestaba atención.

-Leo, ¿Llevas tu cinturón portaherramientas? - Preguntó Quirón, quien acababa de darle dinero humano a todos. Normalmente, les daba cincuenta dólares a cada uno, ya que siempre se preocupaba demás, a pesar de que insistían que no había problemas.

- Más que puesto - Dijo Leo, mostrándole su cinturón. Llevaba puesta una camisa que Piper le había regalado que decía "Tosas las señoritas aman a Leo Valdez".

Les dio tres dracmas a cada uno, como siempre hacía. Luego le preguntaría de dónde sacaba tanto dinero. Tenía que aprender el truco.

El señor D. salió de la cabaña principal, con su Coca-Cola Light y su mirada de aburrimiento. Después de una charla para advertirles que se comportaran o los convertiría en delfines y de echarle una mirada de odio a Percy, los hizo aparecer en un callejón cerca de la escuela.

Y así, comenzaban los horrores del día: Primero, asimilar de nuevo que iba a la escuela. No es que tuviera las mejores experiencias en las escuelas. La última vez que tuvo algo que ver con la escuela resultó que su entrenador era mitad cabra, se lo llevó un monstruo, sus amigos cayeron por el Gran Cañón y ellos eran semidioses quienes eran perseguidos por espíritus del viento y Annabeth gritando por un chico sin un zapato y por su novio.

Volver estar encerrado en un lugar donde habían muchos mortales lo frustraba. No podía usar fuego, no podía estar con Festo ni podía construir cosas con los demás hijos de Hefesto. Tenía que estar sentado en un lugar por una hora para luego repetir lo mismo en otra clase. Para alguien con TDAH como Leo era un infierno.

El segundo horror: Fingir ser idiota. Si algo había aprendido durante su vida, era que ser idiota te salvaba el trasero. Los bullies lo querían a su lado para que los hiciera reír. Sin embargo, parecía que los bullies de esta escuela eran... diferentes.

Y ahí venía el tercer horror: Los bullies. Así es, lo jodían mucho, pero intentaba no prestar atención. Es decir, había lidiado con deidades más molestas que los bullies, pero la diferencia era que tenía a sus amigos para ayudarle a lidiar con Gea, Hera o Zeus.  Con los bullies estaba solo.

Percy Jackson: Y los héroes de la escuelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora