—Aguarda un momento Shiki-san—miro atrás, la mirada perdida del rubio lo descoloco, estaba sufriendo, parecía haberlo perdido todo.
—Izaya—su nombre parecía la palabra más dolorosa que Shizuo había pronunciado jamás, estaba en shock.
—Debo ir con él—trato de volverse al ver esa cara perdida—por favor.
—No—abrió la puerta del auto con autoridad—entra—le empujo al interior, el muchacho estaba rechazándolo con todas sus fuerzas—¡basta hijo! —se detuvo en seco, sus manos temblaban, se culpaba por hacer que el rubio tuviese semejante expresión desconsolada y que su padre tuviese que gritarle, el auto avanzo.
—¡Detente! —grito, pero el chofer seguía, abrió entonces el sunroof.
—¡Izaya! —aunque Shiki lo grito primero, en los oídos del preparatoriano solo llego la voz de su ex-amante corriendo detrás del vehículo.
—¡Entra! —Lo sujeto de las piernas angustiado—¡deja de hacer esto! ¡Vas a lastimarte! —De un tirón lo hizo sentarse—¡¿No lo entiendes?! ¡Trato de protegerte! —le miro diciendo lo obvio.
—¡Lo sé! Pero—miro por el medallón, era polarizado, Shizuo no podía verlo, pero corría con desesperación gritando su nombre—quiero ir con él—su mirada suplicaba, Shiki no quería que saliera lastimado, pero, tampoco podía oponerse a los verdaderos sentimientos de su hijo, porque entonces, él debería romperle esa ilusión de amor y no tenía el valor para hacer algo así—por favor, sé que no soy el mejor hijo del mundo, que te he decepcionado cientos de veces y siempre tienes que arreglar mis errores, pero—bajo la cabeza lo más que el sillón se lo permitió para suplicar—dejame ir a su lado, ambos estamos sufriendo debido a esto, te prometo que no pasara nada malo, por favor, confía en mí una vez más.
Suspiro derrotado—ve—levanto su cabeza sorprendido, no pudo evitar sonreír—confió en ti—revolvió su cabello—sin importar lo que pase, yo siempre estaré aquí para ti, te quiero sin condiciones hijo—lo abrazo, ordeno detener el auto y abrió la puerta—yo tampoco soy el mejor padre, trato de serlo constantemente.
—Yo estoy muy orgullo de que seas mi padre—le dio un fugaz beso en la frente y dejo el auto.
Shiki solo pudo sonreír agradecido y siguió su camino.
Estaba muy nervioso de pronto, sus manos sudaban diez veces peor que cuando trato de decirle a su padre a que preparatoria quería asistir, su corazón dudaba con cada paso que daba de vuelta a la escuela, no quería pensar en que Shizuo le había sido infiel pero no dejaba de recordar la escena, si él decía que era verdad, no sabría cómo reaccionar o que decir, prefería morir antes de tener que renunciar seriamente a sus sentimientos, ¿lo perdonaría? ¿Podría hacerlo?
Estaba de nuevo en la entrada de la escuela, supuso que el rubio había vuelto por su mochila, se encamino apresurado al salón, abrió la puerta y lo encontró recargado en la banca que siempre solía usar antes de la separación, aquel que estaba detrás del que Izaya usaba, le daba la espalda y miraba al cielo.
No supo que lo hizo girarse hacia él, si el ruido que provoco su suave paso en el suelo o ese aroma del que Shizuo siempre lo culpaba.
—Izaya—fue un susurro sorprendido, sus lágrimas trataron de salir y su entrecejo casi se frunció pero una amplia sonrisa aliviada gano, estiro sus brazos al aire—ven aquí—su voz parecía fragmentada.
No importo nada de lo que pensó antes, todo su miedo y dudas parecieron ser arrojadas lejos de su mente al verlo. Corrió llorando a la calidez de sus brazos, no podía negar aquello, lo amaba tanto que podía perdonarle todo.
—Lo siento—sus lágrimas empaparon la camisa del rubio—perdón—su mentón fue elevado y un dulce torpe beso presiono sus labios por unos segundos, después tomo sus lágrimas para limpiarlo.
—Es mi culpa, solo mía—unió sus frentes—creí que te había perdido—sus ojos se humedecieron.
—No lo has hecho—se colgó a su cuello para besarlo con más necesidad, Shizuo no tardó en responder más demandante, no podía ignorar la tensión sexual que se había acomodado durante esos tres meses de completa abstinencia.
Solo tardaron un poco más para que sus pulmones pidieran oxígeno, se detuvieron, recargaron sus espaldas en la pared, sentados en el suelo.
—Shizu-chan—el tono caramelo volvió a su voz.
—¿Si? —entrelazo sus manos.
—La chica que se te confeso, bueno, fue por accidente que los vi hace como dos meses, ella te dio una carta y tú la aceptaste—su mirada era baja, el agarre de su mano se tensó mientras hablaba.
—Ella no se me confeso—elevo la mano de Izaya y la acerco a sus labios—ella quería que la ayudara a confesarse—dio un pequeño beso en las yemas de los dedos de su novio—ah, había olvidado lo terrible que me sentí ese día, ella quería que te diera esa carta a ti—la sorpresa apareció en su cara—pero no podía hacer eso, así que la tire al llegar a casa.
—Pudiste solo dármela, igual la hubiera rechazado—se sonrojo al recordar los vergonzosos celos que sintió.
—No quería que te relacionaras con esa chica, nadie más que yo puede saber lo lindo que eres—puso su mano en su mejilla y le miró fijamente, como un animal salvaje que ha puesto sus ojos sobre un sabroso conejillo indefenso—¿Qué tal si te enamorabas de ella? No podría permitirlo nunca.
—Eso no está bien—se acercó más a él, aun sabiendo, lo peligroso que podría ser—ser tan posesivo—no rompió la conexión entre sus ojos.
—Así es como es—lo atrajo más a su cuerpo—¿Qué escogerás? Puedes huir ahora mismo, no te detendré—sabía que no tendría otra oportunidad igual para tomar su libertad de vuelta, pero, esos cautivantes ojos, al igual que un mosquito amaba el destello de un foco electrificado, seguiría a su lado aunque lo llevara a morir.
—¿Quién está huyendo? —su beso fue demandante, exigente, posesivo y caliente, demasiado para detenerse a pensar en que tenían clase de deportes al día siguiente y que las caderas del pelinegro, no podrían aguantar, obligándolos a quedarse en su departamento todo el día.
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Rosez: School Days |Shizaya|
FanficProbablemente, ahora que pienso sobre ello más a detalle, el error en nuestra vida fue encontrarnos ese día, debí correr tan lejos de él cuándo tuve la oportunidad, pero, realmente, la curiosidad hacia Heiwajima Shizuo me gano, quizás, era inevitabl...