Probablemente, ahora que pienso sobre ello más a detalle, el error en nuestra vida fue encontrarnos ese día, debí correr tan lejos de él cuándo tuve la oportunidad, pero, realmente, la curiosidad hacia Heiwajima Shizuo me gano, quizás, era inevitabl...
La escuela era tranquila, las clases eran aburridas como solían ser siempre, los descansos eran ligeramente divertidos con Shinra y Kadota a su lado, aunque dejar la escuela era problemático, varios chicos aparecían de pronto para pedir pelea. Shizuo estaba harto, parecía que nunca terminaría eso, solo quería descansar para poder pensar acerca de ese sentimiento de haber perdido algo importante.
Escucho unos aplausos cuando termino de luchar con todos los tipos en el campo de beisbol.
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Volteo buscando al dueño de ese aplauso fastidioso que le irritaba. Encontró a alguien molesto.
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—Él es Orihara Izaya, iba conmigo en la secundaria—dijo muy feliz Shinra mostrando a un tipo de cabello negro y mirada calculadora—no es un buen tipo... en realidad es un maldito—algo pico en el interior de su nariz y el pecho del rubio al verlo, algo como una esencia de rosas mezclada con un agudo almizcle.
—Eres cruel, Shinra—fingió ser herido.
—No, no, no quise decirlo de esa forma.
—Me molestas—pronuncio Shizuo sin saber porque, quizás por su actitud, o su manera de hablar, o que conociera a Shinra, o ese aroma que desprendía que lograba excitarlo.
—¿Es así? —lo miro un segundo—que lastima. Pensé que ambos podíamos pasarla bien—alzo los hombros.
—Callate—le dio la espalda.
—No seas así, Shizuo-kun—el tono usado era molesto, sonreía como un gato y apestaba a rosas.
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