16. Endorfinas

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Gracias por confiar en mí, desnudaste tu alma frente a mis ojos y eso es grandioso. Siempre que quieras estaré aquí, pero ahora me voy a la universidad.
Las endorfinas que produce el chocolate, la cafeína del café o los energizantes son muy tentadores; pero esta vez toma algo más para tu desayuno.
¡Te quiero!

Zia

Esto fue lo primero que vi cuando desperté, lo curioso es que no estaba en mi cama, ¡Estaba en la habitación de huéspedes! —soy huésped en mi propia casa— pensé con ironía mientras recuperaba todos mis cabales. Eso no era todo, faltaba media hora para que sean las 11 de la mañana —¡demonios!— vociferé con un poco de reproche a mí mismo, cómo es posible que me haya quedado dormido tanto; tenía tanto calor que no podía quedarme más dentro de la cama aunque quisiera. Pero, ¿cuándo fue la última vez que dormí tan profundamente? Sin pesadillas, sin ansiedad, ¿cuándo fue la última vez que vencí el insomnio? Realmente ya no tengo memoria de cuando fue, porque estos tiempos ya no sabía ni siquiera lo que es dormir en paz, hasta ahora; esta sensación es muy mágico. 

Por todos los cielos, ¿qué sería de mi si no contara con Zia? Algunas personas te valoran a pesar de tu personalidad difícil, eso es genial; pero con otros solo te sientes juzgado, solo ves decepción e indiferencia en sus ojos, te ves en una situación donde tienes que disculparte simplemente por lo que eres. Qué cruel es la vida con los que tiene problemas, qué injusta es la vida con los diferentes.

Por primera vez en mucho tiempo me he sentido aliviado, como si una carga se me hubiera caído de encima. No puedo creerlo, pero por mucho tiempo he estado viviendo en un espejismo, en una fortaleza construida sobre arena movediza de mentiras; mi vida se había convertido en una ficción, porque mi realidad no era aceptable y la red de mentiras inventadas para sustituir la verdad tampoco eran atractivas. ¿Quién en su sano juicio escoge una vida así? ¿Quién estando en sus cabales se tortura así mismo y se compadece de sí mismo? Me he convertido en el símbolo del masoquismo.  No obstante, ahora tuve el valor para romper el hechizo que yo mismo había maquinado, por fin pude confesar el bodrio de mi vida a otra persona y ¡qué suerte la mía! porque aún contaba con alguien que sabe escuchar, alguien que no salió corriendo cuando me revolcaba tocando fondo, alguien que no se decepcionó al ver la peor versión de mí, alguien de corazón noble que no me ha juzgado al ver mi alma desnuda con su mirada de doble filo, alguien que supo esperar pacientemente con una sonrisa contagiosa dibujada en su rostro a pesar de que mi caso ya era irremediable. Por personas así es que las palabras "incondicional" y "empatía" cobran sentido, por personas así es que el hombre no ha sido consumido completamente por la indiferencia, egoísmo y odio; pronto caeremos ahí, pero todavía no.

He vuelto a tener fe, he vuelto a tener uso de razón.

Tenía dos clases en la universidad por la mañana y no fui, en la tarde tenía otra clase, entonces fuí. Pero antes, tuve que comer algo, no comidas listas que vienen en lata, tenía que ser algo especial (con especial me refiero a comida real), porque estaba inspirado. El hecho de que alguien importante para ti se interese por ti y te pida que comas algo realmente saludable es inspirador, entonces, puedes ser capaz de comer aunque no tengas apetito, puedes comer, sino es por ti, por esa persona. La comida es uno de los placeres de la vida, por eso como todo lo que se pueda comer cuando estoy inspirado, motivado y feliz; sin embargo, eso es algo que había desaparecido hace mucho tiempo, la comida había dejado de ser un placer y pasado a ser una obligación tediosa. La cocina que tenía estaba de adorno, decorando mi casa, muy ostentosa y todo pero no lo usaba; en los únicos casos que se prendía era cuando mi hermana llegaba de vez en cuando de Estados Unidos o cuando Zia venía a mi casa. Ahora que estoy  dispuesto a revertir esta situación, ¿qué podría cocinar? Tenía todo, pero no recordaba las recetas y tuve que revisar en internet y refrescar mis habilidades culinarias, después de todo, era muy bueno cocinando, algo obsesivo por la perfección. Entonces, ha vuelto esa parte de mí.

Romper viejos hábitos antisociales marcaba mi renacimiento. Para ir a la universidad me vestí con decencia, como si esta ves tuviera algo de respeto por las personas, porque a menudo no me preocupaba siquiera para amarrar los pasadores de mis zapatos porque no les tenía ni el mas mínimo respeto. Además, pasé por una peluquería para que me corten el cabello, estaba largo porque no me importaba cómo me veía, ahora pienso tener algo de consideración. No se trata de buscar la aceptación de los demás o tratar de encajar en la sociedad, ni seguir la corriente de la basta mayoría sin criterio propio de concebir la realidad, de aquellos que van en pos de la corriente como marionetas; se trata, simplemente, de tener respeto por uno mismo, de tratarse como humano.

Cuando estuve en clases, el profesor me dijo —ahora parece estudiante, señor Nihilista— con tal arrogancia de siempre, y yo le sonreí alturada-mente. Cuando salí de clases vi a Zia esperándome en la salida del edificio de mi facultad,  de hecho, era una grata sorpresa, ella es la única que sabe mi horario de clases de la universidad.

—Vine a ver cómo estas— dijo con una sonrisa divertida.
—Eso es bueno, —respondí— me siento muy bien, mírame, dormí de maravilla y desperté como nuevo.
—Me da gusto saberlo.
—Además, puedo estar bien sin necesidad de consumir chocolates.
—Endorfinas...
—Las personas necesitamos endorfinas; ser querido, estar enamorado o recibir un abrazo, esas cosas generan endorfinas.
—Por eso se sienten tan bien.
—Por otro lado, los chocolates son buenos para producir endorfinas.
—Estimulan la zona del cerebro donde se generan las emociones placenteras.
—Exacto, aunque de manera temporal.
—Entonces, si te digo que necesito endorfinas, dame un abrazo.
—O un chocolate
—De acuerdo— asintió con una sonrisa.

De pronto ese día me sentía feliz, no tenía que fingir mi felicidad, esta vez, realmente me sentía bien. Ella también estaba feliz, pero dentro de la chispa de felicidad que brotaba de sus pupilas, se notaba algo de preocupación, aún así, no le tomé mucha importancia, pienso que es por todo lo que ahora sabe de mí, o mi repentino buen humor y felicidad, no sé.

Fuimos caminando hasta el estacionamiento de la universidad para recoger mi auto, luego teníamos que pasar por Tim, el hermano menor de Zia. En el trayecto a su casa me enteré de la vida de Tim, ese pequeño niño que conocía se estaba haciendo grande, estaba empezando a vivir y no tenía ni idea de que es vivir realmente, así es, no tiene idea de qué cosas le espera en el futuro.  

—¿Por qué te tardaste?— le pregunté amigablemente.
—Me quedé ayudando a una compañera— respondió mostrando poco interés en el tema, pero se sentía muy satisfecho por eso, no sentía siquiera culpa por habernos hecho esperar tanto.
—Está enamorado— dijo su hermana sádicamente.

Sonreí divertido, él volteó su mirada hacia ella muy fastidiado; parecía muy amenazante, como si fuera a vengarse soltando algún secreto de ella. Estos dos son terribles cuando se trata de ese tipo de juegos.

Yo estaba, sin embargo, pensando todo lo que hacemos por las personas que nos agradan; hacemos, desde cosas sencillas como ayudar con una tarea hasta comprar cosas ostentosas, cosas de colección o aparatos muy caros, una laptop, por ejemplo. ¿Por qué hacemos todo eso? Hasta cierto punto es algo normal, incluso podría a llegar a ser tierno, pero otras veces ya es, pues, muy ridículo y estúpido. Lo cierto es que cuando ayudamos a alguien, ambas partes son beneficiadas de alguna manera, no se trata de dar para recibir algo a cambio, se trata de dar y lo que esto produce en uno, lo que esto significa, se trata de la satisfacción que se siente  al ayudar. Mientras más importante sea la persona a quién se le hace un favor, más es la satisfacción, por eso muchas veces ayudamos, no necesariamente por que nos necesiten, sino que nosotros necesitamos ayudar para sentirnos bien. De tal modo que, si alguien se niega a recibir una ayuda puede resultar muy frustrante para el que ofrece su ayuda; por otra parte, detrás del acto generoso de ayudar, puede estar oculto un acto egoísta.

Les hablaba de todo esto hasta llegar a su casa, a raíz de que Tim era muy generoso con sus compañeras, además, yo les estaba haciendo un favor al traerlos a casa, que muy aparte de ser un favor podría resultar en un acto egoísta, ¿quién lo sabría?

Esta vez, ninguno de ellos habían ido en auto a clases, Zia estaba castigada por haberse quedado en mi casa toda la noche sin avisar a sus padres, el otro también estaba castigado, quién sabe por qué diablos. Siempre que se queda sin auto, Zia busca a Carter para que les lleve a casa, pero esta vez no, entonces le pregunté después de que se había despedido:

—¿Por qué me buscaste a mí y no a Carter?
—Es complicado— dijo, y se fue.



AMOR EN LA FRIEND ZONEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora