A 20 km de Helsinki, en algún lugar del Oeste de Finlandia.
No he hecho más que preocuparme durante el viaje, debería dejar de pensar en eso y dejar que todo pase, no sé por qué incluso llegue a pensar que mi madre me vería como un asesino, aunque sé que ella sabe que fui para protegerles y a nuestra patria. Entiendo que mi madre me envía cartas diciéndome que todo está bien allá, pero lo que dicen los relatos de los que fueron y volvieron me dan otra impresión
Estación de Ferrocarril de Helsinki, Finlandia, enero 2, 14:20 PM
Al bajar al andén de la estación, me di cuenta que no tengo idea de dónde ir... No se ubicarme en Helsinki y no había pensado en esto. Para mi suerte los chicos que llegaron conmigo si sabían, así que supongo que me salve.
-Oye Venäläinen, ¿Hacia dónde vas?- Me preguntaron
-No lo sé, supongo que hacia el centro... o algo parecido.-
Dije, me ofrecieron ayuda para ubicarme, aunque paseamos unas horas por la ciudad. Fue ahí que me di cuenta que ni siquiera los civiles se salvaban de los estragos de la guerra, sabía bien lo que sucedía aquí por lo que decían los hombres allá en el frente... Aquí me di cuenta que lo que me dijeron en el Sauna era verdad, los bombarderos soviéticos si llegaban hasta aquí, pero he de suponer que no cumplen con su cometido, ya que solo he visto un par de estructuras afectadas. Aunque quizá solo sea lo superficial.
El grupo se separó cerca de la Catedral de Helsinki y desde ahí tuve que seguir por cuenta propia. Pasadas dos horas pude llegar, una casa en los suburbios de la ciudad que me recordaba a mi antiguo hogar, estuve indeciso al momento de entrar, tanto, que no me di cuenta que ya estaba dentro del jardín. Los miedos que no me atormentaban en el frente comenzaron a surgir y llenarme de mil dudas al momento de golpear la puerta.
-Espere por favor!- Escuche que una voz dijo del otro lado, reconocí inmediatamente la voz de mi hermanita quien probablemente no sabía de mi presencia
-Si?- Dijo, antes de que sus ojos se iluminaran al verme de rodillas frente a ella –Tiempo sin verte, Aida.- Le dije suavemente. Sus ojos se llenaron de lágrimas hasta romper en llanto, mientras me abrazaba aún más fuerte que el día que partí.
La levante, y entre con ella y si no me fallaba el oído escuchaba a alguien en la cocina. Me acerque lentamente para notar a dos personas no tarde en darme cuenta que eran mi madre y Mikkola, entre y simplemente dije –Regrese a casa.-
Ambas se voltearon sorprendidas por verme ahí parado con el mismo uniforme con el que me vieron partir, casi al borde de las lágrimas corrieron para abrazarme, aferrándose a mí para impedir que yo me fuera otra vez.
1 Hora después... 18:12 PM
En los pocos momentos en el que la habitación quedaba en completo silencio, yo me sentía muy... Incomodo, como si me hubiera acostumbrado al estruendo del frente, quizá había desarrollado una tranquilidad después del desastre, o algo así.
-¿Paaveli?, ¿Sucede algo?- Pregunto Mikkola.
-Nada, es... es que...- Dije al ver por la ventana.
-Paaveli, querido... ¿Cómo es el frente, es tan malo como dicen?- Pregunto mi madre.
-Aida, ¿Podrías traer mi acordeón, por favor?- Le pregunte, y con una sonrisa fue a buscarlo
-No quiero asustarla.- Respondí a secas. –Es tal como dicen y aun peor... Y no le veo un final temprano...- -Quizá la guerra dure un mes más o dos, algunos días estar allá puede ser lo más cerca que estaremos del infierno, puedes hacer algunos compañeros para verlos muertos al día siguiente. Los rusos no le tienen piedad a nadie, ni siquiera a sus propios compañeros.-
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"TALVISOTA" - La Guerra de Invierno
Historical FictionSeptiembre de 1939... El Báltico esta amenazado por la influencia sovietica. Su siguiente paso fue invadir Finlandia, desde los ojos de un joven de Carelia vemos como ante la amenaza roja los Finlandeses se preparan para defender su patria.