Capítulo 6

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Desperté al siguiente día, adolorida y con muchos moretones.

No podía recordar que fue lo que pasó.

— ¿Ya te despertaste amor?— los ojos de mi madre fueron lo primero que vi.

— Mamá, ¿qué fue lo que me pasó?— respondí completamente aturdida

— Nos tenías preocupados. Jacob te trajo pasada la media noche. Te caíste amor, en la playa, te golpeaste con una roca.

Entonces recordé aquellos ojos y cabello rojo, no lo había soñado era ella.

Victoria que saltó sobre mí.

Pero ¿que más había pasado?, me había preparado nuevamente esperando por una muerte que no llegaba.

Recordé vagamente gruñidos, jadeos y el tronar huesos. Traté de huir, corrí hacia las rocas, antes de llegar un fuerte golpe me lanzó hacia adelante. Sentí mi cuerpo golpear contra algo duro y no recordaba mas.

— ¿Dónde está Jacob?– pregunté a mi madre.

— Su vuelo salió a las 8 de la mañana, como no despertabas dijo que te llamaría.

— ¿Qué hora es mamá?

— Medio día cariño. Vamos no te sientas mal. Ya te llamará cuando llegue a Forks. ¿Dime qué pasó? ¿Pelea de enamorados? Cuéntame. Qué hacías en las rocas, sabes que tu equilibrio no es bueno y menos de noche. Jacob me dijo que te molestaste con él, que corriste y te caíste.

— Ninguna pelea de enamorados mamá. Jacob sólo es mi amigo. Y sí, me molesté con él porque me besó y corrí.

— Bella debo confesar que tienes buen gusto. Edward era muy atractivo y encantador. Pero Jacob es tan alegre y sensual. Son definitivamente opuestos, pero muy guapos los dos.

— No quiero hablar de eso por favor.

— Vamos hija, ya debes superar lo de Edward. Dime ¿No te ha escrito? ¿Alguna llamada o correo? Vi el año pasado como cuidaba de ti en el hospital con tanto esmero. No sé cómo pudo marcharse así. Debe haber sido por algo muy fuerte, nunca vi a alguien tan preocupado ni enamorado a su edad.

— No lo sé mamá. Por favor cambiemos de tema.

— Como quieras hija. Vístete y baja a comer algo. Tienes toda la tarde para preparar tus maletas, recuerda que tu avión sale mañana temprano.

Por la tarde no resistí más y llamé a La Push

— ¿Si? Me respondió una voz cansada. Era Jacob

— Jake, ¿Cómo estás? ¿Qué pasó? No entiendo, dime…

— Calma Bella. No pasó nada.

— ¡Cómo que nada! Tu también me vas a tratar como una niña a la que no se le debe decir…

— Bella para ya con eso, deja que te cuente, hablas muy rápido.

— Te escucho.

— Después de nuestro romántico beso y tu dulce caricia, te fuiste corriendo, temí que te cayeras, ya sabes, tus pies no son seguros. Llegué justo cuando esa chupasangre te saltaba encima. Parece que te tiene fijación. Peleamos, pero cuando corriste se me escapó y te empujó. Creí que te habías hecho más daño. La despedacé pero no tenía fuego en ese momento además estaba preocupado por ti. La dejé allí, te tomé en brazos y te lleve a casa de tu madre.

— ¿Entonces ella sigue viva?

— Buen chiste. Esa alimaña está más muerta que una piedra. Pero me imagino que se habrá vuelto a armar, son difíciles de matar. Debe seguir por allí todavía, pero no creo que piense volver en mucho tiempo. Sabes, cuando ellos son despedazados de esa forma les cuesta mucho volver a recomponerse, además que les duele. Pasará tiempo hasta que recupere su fuerza.

— Gracias.

— No hay de qué. ¿Cómo esta mi suegrita?

— Jake, basta de bromas. Gracias por todo. Espero no verte en un buen tiempo.

— Claro, solo para navidades y pascua, acción de gracias y el año que viene.

— ¿El año que viene?

— Claro preciosa, el año que viene me tendrás en tu universidad, presentaré mis papeles pronto y el próximo año estaré estudiando contigo. ¿No te parece bien? Bueno me da lo mismo si no quieres, es algo que tengo decidido.

— No necesito una niñera ni un protector. Sigue con tu vida yo no necesito de ti ni de nadie. Y si vienes no habrá espacio para ti en mi vida. Te lo juro.

Y diciendo esto último colgué el teléfono con rabia.

¿Por qué todo el mundo estaba preocupado por cuidar de mí? Sería acaso que me veía demasiado frágil. Demasiado vulnerable.

No esto no podía seguir así. El cambio empezaría hoy, en este instante. Salí rápidamente de casa y fui al centro. Compré mucha ropa para cambiar por completo mi modo de vestir. Arregle mi imagen con un nuevo peinado, bastante más cortó por cierto y me daba aspecto de ser mayor. Mandé a pintar mi cabello de un color rojizo y compre lentes de contacto de color verde.

Me costó mucho trabajo despegar mi vista del espejo. Ésta ya no era la Bella que conociste. Ésta era una nueva mujer. Mucho más fuerte y más decidida. Si tenía que vivir una vida, lo haría a mi modo.

Mi madre celebró mi cambio de look, a ella siempre le fascinaban estas cosas. Phil también celebro mi aspecto y me despedí de ellos al siguiente día.

Abordé el avión rumbo a Chicago, el lugar que había escogido para iniciar mi nueva vida. Era ilógico pensar que rompería con todo y me olvidaría del pasado.

¿Cómo podía hacerlo si viviría en la tierra que una vez te vio nacer?

"Será como si nunca hubiese existido".

No, al menos pisaría el suelo que una vez recorriste. Miraría el lago en el que tú creciste y por la noche vería las mismas estrellas que tú mirabas cuando tu corazón latía.

Cuando estuviera sola sería tu misma Bella. Pero cuando hubiera gente cerca sería esa nueva Isabella que había creado.

El campus universitario era imponente y temí perderme en él. Pero al bajar del taxi accidentalmente golpeé a un muchacho que iba con un grupo de amigos. Fueron muy amables y me guiaron a la recepción donde verificaron mis datos y me dieron un plano para ubicarme. Había conseguido amigos y me había hecho un espacio en ese lugar.

Compartiría la habitación con dos chicas muy agradables. Me recibieron bien, ellas habían llegado días antes.

Luego por la tarde, aquel joven del incidente y sus amigos vinieron a buscarme para mostrarme los lugares más importantes. La biblioteca, el comedor, las salas de estudio, el auditorio y el inmenso estadio.

Al final del día tenía 5 nuevos amigos Rachel, era rubia y de ojos azules. Juliet, era muy alegre y morena. Karin, pelirroja y muy pecosa. Antón era castaño y de ojos muy negros. Y John el que recibió el golpe y que ya me había dicho más de diez veces que no le importaba. Era alto, con el cabello muy negro y con rizos, sus ojos eran verde esmeralda, sus facciones muy finas y su andar elegante.

Yo me había presentado como Isabella y así quería que me llamaran. No les importó solo John insistió en llamarme "Isa" un par de veces y así lo dejé, sería un nuevo diminutivo y me gustaba.

UNA VIDA SIN TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora