Capítulo 21

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ULTIMA CARTA

Regresamos a Chicago cuando la madre de John murió, nos instalamos en un nuevo y moderno apartamento de tres habitaciones, John vendió la vieja casa de su madre.

Llevábamos más de dos años casados y aunque queríamos tener familia no era posible aun. Creí que otra vez el destino me recordaba que la felicidad no era para mí.

Nos recomendaron un nuevo médico e iniciamos el tratamiento, no entendía porque era tan difícil tener un bebé, siempre supe que había algo malo conmigo.

Después de un año de intentos fallidos y de frustraciones, al fin se vieron los resultados. Esperaba un bebé.

Fue muy duro llevar ese embarazo a término, prácticamente viví en el hospital el último mes.

Y esa primavera nació nuestro primer hijo.

Tenía los hermosos ojos verdes de su padre y era su viva imagen. Me sentí tan feliz.

Charlie, Sue y Seth vinieron desde Forks a vernos. Y aunque todos propusieron muchos nombres para mi bebé, yo sólo había pensado en uno. El nombre de mi padre. John no se opuso, me apoyó en todo momento.

Nuestro bebé creció muy rápido, tenía 4 años cuando sin pensarlo y sin necesitar un nuevo tratamiento esperaba mi segundo hijo.

Este nuevo embarazo nos trajo más felicidad aún, fue tan sencillo, sin ninguna complicación ni molestia, ya sentía que esta pequeña sería un verdadero ángel.

Nació en setiembre y aunque me opuse, John la bautizó como Isabella. Nuestra familia estaba completa.

Pasamos las fiestas siempre aquí en Forks o en La Push, en Chicago no tenemos más familia.

Me siento feliz y tengo todo lo que quiero. Fue difícil, a veces pienso que las cosas pudieron ser diferentes pero ya todo quedó atrás, sólo es un mal recuerdo que a veces puedo ver en mis sueños o en mis pesadillas.

EDWARD

Mi corazón muerto estaba destrozado.

"Sólo es un mal recuerdo que a veces puedo ver en mis sueños o en mis pesadillas"

¿Eso era yo ahora? ¿En eso se convirtió nuestro amor?

No creí que encontraría su corazón libre, ni siquiera esperaba encontrarla sola, pero que ya no sienta ni una pizca de lo que una vez sintió, eso me dolía.

¿Por qué había escrito esto? ¿Acaso para torturarme? ¿Para hacerme más miserable aún de lo que ya me sentía?

Estaba tan confundido y envuelto en mis emociones que no me di cuenta hasta que oí la puerta principal abrirse.

Mi cuerpo se tensó. Me quedé completamente quieto tratando de oír lo más posible. Su esencia no me llegó, así que debían ser otras personas.

Oí los pasos pequeños y rápidos, sus corazones latían aprisa. Dos niños. Detrás de ellos pasos de un adulto, pisadas fuertes. Un hombre. Y detrás de él pasos más lentos y pensamientos confusos y simples. Charlie.

"Quiero ver tele, ya es hora de mi programa" eran los pensamientos de un niño.

— Tengo hambre papá— escuchaba ahora su voz.

UNA VIDA SIN TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora