Capítulo 20

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— Taylor y May —llamó el doctor y los dos ingresaron.

Tras hablar y explicarle algunas cosas, el doctor le indicó a Roger que se recostara para que le hiciese la ecografía. Él obedeció y pronto el doctor puso el gel sobre su abdomen y comenzó a examinar.

— Bueno, buenas noticias —sonrió—. Hay dos latidos.

— ¿Dos latidos? —Roger sonrió.

— Claro, mi amor, el tuyo y el del bebé —dijo Brian, Roger lo miró extrañado y el médico se echó a reír.

— No, dos latidos quiere decir dos bebés —explicó—. Felicidades, tendrán mellizos.

— ¿De verdad?

— Sí —respondió el médico—. Creo que puedo buscar al otro bebé.

Roger miró a Brian sonriente y él hizo lo mismo.

(...)

— ¿Algo más?

— Hm... se me antojan unos nachos —respondió Roger—. Ah, y papas fritas. Y helado. Y galletas de chocolate, malvaviscos, palomitas de maíz, pizza, chocolate y... durazno, hay que ser sanos.

Brian rió.

— No podrás comerte todo eso —dijo.

— Comemos tres aquí, Brian —respondió Roger y puso una mano en el vientre ya crecido.

— Está bien, mi amor —accedió entre risas y besó su frente—. Volveré en una hora, ¿sí? Cuídense los tres, los amo —acto seguido le besó la barriga y el rubio volvió a sonreír.

— Nos vemos —dijo y besó sus labios para luego dejarlo irse.

Brian se fue al trabajo, cuando saliera, iría a comprar las cosas que Roger pidió. Ya tenía seis meses de embarazo, y cómo pudieron esperar, estaba nervioso, en ese mismo mes su otro bebé había fallecido.

Sabrían los sexos de los mellizos al día siguiente. Estaba emocionado de saber lo que serían, aunque le llamaba la atención que no patearan tanto como el anterior. Sin embargo, sus preocupaciones se esfumaron al sentirlo.

Una pequeña patada dentro de su vientre. De un pie sumamente pequeño que aún debía desarrollarse. Se llevó las manos a la boca al sonriendo y luego las colocó en el vientre y las acarició.

— ¿Cuál de los dos fue? —preguntó sonriendo—. Su papá estará muy emocionado cuando se entere... y muy triste por habérselo perdido. ¿Podrían repetírselo a papá? ¿Sí? —sintió otra pequeña patada y volvió a sonreír—. Son muy buenos chicos.

Tomó el celular y rápidamente llamó a Brian. Tardó un poco en contestar, supuso que vendría conduciendo y que había tenido que orillarse o algo.

— ¿Roggie? ¿Todo bien? ¿No les pasó nada malo a los bebés? —escuchó su voz.

— Nada malo —respondió Roger alegremente—. Solo uno de ellos acaba de patear. O quizás los dos.

— ¿En serio? —preguntó Brian emocionado—. ¡Eso es genial! Espera, voy para allá.

— Bri, llegarás tarde al traba- —la llamada había sido cortada y Roger rió levemente—. Su papá Bri los ama mucho, como ven. ¿Verdad que sí?

A los cinco minutos, Brian había entrado por la puerta principal y subía las escaleras deprisa para llegar. Encontró a Roger sobre la cama, quien lo miraba con una radiante sonrisa en el rostro. Se acercó y fugazmente besó su frente para luego agacharse y poner suavemente una mano en el vientre.

— La ultima vez fue hace unos minutos —aseguró Roger colocando la cabeza en su hombro.

— Esperaré todo lo que sea necesario —aseguró Brian—. Mis amores, ¿podrían patear para papi por favor? Pero no le hagan tanto daño a su papá Rog, saben que después andará adolorido.

Roger acarició su cabello mientras miraba la escena con amor. Estaba feliz de por fin lograr formar la familia que tanto deseó con el amor de su vida desde que tenía memoria.

— ¡Muy bien! —exclamó Brian al sentir la pequeña patada cerca de su mano—. Estoy orgulloso de ustedes.

— Mañana sabremos si son niños, niñas o ambos —dijo Roger con emoción.

— Ya no puedo esperar —sonrió Brian—. ¿No puedo quedarme aquí y no ir a trabajar?

— Bri, tienes que trabajar —sonrió Roger—. Si no vas no podrás traerme mis antojos.

— ¿Te importan más tus antojos que yo? —fingió indignación y Roger asintió comprendiendo la broma—. ¡Pensé que me amabas! ¿Por qué me haces esto, Roger? ¿Ah? ¿Por qué lo haces? —le besó el rostro muchas veces—. Bueno, iré a trabajar, ¿sí, mi amor? Y te traeré tus antojos.

— Gracias, Brimi —sonrió y le besó los labios.

Al día siguiente, ambos se dirigían para saber el sexo de los bebés. Estaban muy emocionados y no dejaban de preguntarse las posibilidades.

El médico los llamó y entraron. Hizo la acostumbrada ecografía y luego tras lograr verlo bien, anunció.

— Felicidades, tendrán un Niño y una niña —sonrió.

Así que comenzaron a preparar la habitación para los bebés. Pensaron en que cuando crecieran, quizás estos necesitarían una casa más grande, así que se propusieron mudarse en un tiempo más, cuando ya tuviesen el dinero suficiente.

— ¿Cómo les pondremos? —preguntó Roger una tarde acariciando el vientre que ya tenía unos siete meses.

— Hm... ¿Qué te parecen Lily y Edward? —preguntó Brian.

— Hm... me encantan —sonrió.

— Entonces ya sabemos sus nombres —dijo Brian satisfecho y besó su cabeza.

I want to fix it [Maylor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora