Inquietante Situación

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Luego de nueve largas horas de viaje, Zeta por fin llegó a Madrid, España.

Rápidamente llamó un taxi para que le llevara hasta su hogar, de donde mas tarde le hablaría a Fernando.

Con cierta pesadez y ansiedad subió las escaleras hasta llegar a su habitación. Tomó el teléfono para llamar a Dionisio para que aseara la casa y le preparara la comida. Luego de eso, dejó las maletas sobre su cama y comenzó a desempacar su ropa organizándola nuevamente en su armario.
Una vez terminada su tarea, cogió su móvil y le llamó a Fernando.

--¿Bueno?

--¿Donde demonios viste a esos dos? --preguntó con voz gruesa.

--Antes que nada, buenas tardes ¿Si? Segundo ¿Para que quieres saber eso?

--Eso a ti no te importa, solo dime y ya.

--¿Aún estás en Miami? --cuestionó.

--No. Ya estoy en mi casa.

--¿Y Josema?

--El muy imbécil me dejó venirme solo, pero ya me las pagará.

--Bueno, tu sabrás. Los vi en la plaza que está a unas cuadras del estudio. No se si lo ubiques.

--Claro que lo ubico --contestó--. ¿Y a que hora los viste?

--Eran mas o menos las siete de la tarde, ya ves que aveces hay luz y otras está nublado.

--Eso no importa. Era todo lo que necesitaba saber.

--¿Ya puedo seguir con mis cosas?

--Una cosa mas --interrumpió--. ¿Donde los viste?

--Hay una pequeña fuente donde terminan los caminos de adoquines y sigue una especie de prado donde los chicos juegan fútbol o juegan con sus perros, yo a eso iba pero los evité.

--Ya me ubiqué. Gracias por la información, Fernando.

--Vaya, es la primera vez que me agradeces algo.

--Adiós --dijo colgando la llamada del hombre-- Si me muevo rápido probablemente los alcance --se dijo en voz alta.

Frunció el ceño, pensativo. Se llevó la mano a la barbilla y lentamente comenzó a hacerse de un plan en su retorcida mente.
Rápido tomó un suéter negro con gorra y salió de la casa ignorando al mayordomo que recién venía llegando.
Arrancó el auto y se dirigió hasta el lugar indicado.

--Ese idiota no se va a burlar de mi...

La tarde de ese día venteaba un tanto fría. Las madres y familias con sus hijos jugando a la pelota sobre el amarillo prado del parque alegraba la melancolía de la temporada invernal.
Las mascotas corrían y ladraban de un lado a otro. Los niños correteaban y jugaban a las escondidas o a los encantados.
Por otra parte, algunas parejas yacían sentadas sobre pequeña bancas hechas con troncos de árbol o sobre el pasto cano y dorado de aquel sitio adornado con árboles secos y con hojas caídas o con otros tantos rojizos y amarillentos.
Entre aquellas parejas, había una en especial que destacaba por los arrumacos y los mimos tan afectuosos que se hacían mutuamente y si no era por eso, era por las risas que soltaban y lo bien que la estaban pasando sentados sobre el piso y recargados en el tronco robusto de un olmo.

--¿Que tanto miras? --preguntó el moreno mirando con curiosidad a su compañero.

--El cielo, José.

--¿Que tiene el cielo? --giró su mirada hacia el manto anaranjado y brumoso.

--Se ve hermoso --contesto girando su cabeza hacia el moreno--. Tan hermoso como tu.

Desde Mi Cielo (Mägo de Oz Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora