Misterios en la Alcoba

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—¿Que haces aquí? —preguntó el hombre con voz dura.

En la oscuridad de la sombras, Patricia apenas y pudo dibujar en su mente las facciones de ese rostro. Pensó, en un momento, que estaba perdida y que ya no volvería más a ver a sus amigos y a su adorada familia.
Esperó con temeroso semblante que Zeta, o quien fuera, acabara con ella de una buena vez; pero aquel ser no lo hizo. No hizo nada, realmente.

—Contesta ¿Que estáis haciendo aquí? —pronunció.

Patricia quedó en shock. Por un momento, creía estar alucinando o confundiendo las cosas.

—¿Quién eres? —preguntó.

—Te diré quien soy, pero quiero que te calmes, y sobre todo, guardes silencio —dijo el hombre con voz gruesa.

La silueta de aquella persona se alejó de la sombra y se posó a la mitad de ella y la luz de la luna. Una parte de su cuerpo fue iluminada y la otra seguía en sombra.
Una expresión de asombro e incredulidad se dibujó en el rostro de la mujer, quien lejos calmarse, luchó por controlar su llanto.

—Pero tu... Pensé que te habían...

—Shhh —interrumpió acercándose a ella—. Ese idiota tiene muy mala puntería.

—¡Manuel! —exclamó en un aire de suspiro abrazando al hombre.

—¡Shhh~ no tan fuerte! —dijo silenciando a Patricia—. Los extrañé también.

—No quiero soltarte, déjame abrazarte más, por favor —espetó.

Patricia lo abrazó fuerte, aferrándose a él. Manuel, quien estaba desaparecido, incluso considerado muerto estaba frente a ella, entre sus brazos.
Sentía alivio porque gracias a ello el destino de la banda pasaría a mejor situación, pues el sería esencial para recolectar pruebas.

—Vamonos de aquí Paty. Éste lugar no es seguro —dijo Manuel soltándose.

—Justo iba a decirte eso, pero antes quiero entrar a recoger unas cosas que encontré dentro de la casa.

—Esta bien. Tu espérame aquí. Iré a despedirme de alguien y ya vuelvo contigo —dijo Manuel alejándose, perdiéndose entre la maleza.

Patricia asintió. Regresó dentro y recogió la chamarra que había encontrado. La tomo con un trapo para evitar poner sus huella en ella, salió y la guardo en la cajuela del auto.
Ya en el asiento del piloto, espero a Seoane y haciendo un cambio de luces le indicó donde estaba estacionada.

Manuel se acercó y subió al auto. Se puso el cinturón y se acomodó sobándose los brazos.

—¡Frrr~ que frío hace allá afuera! —dijo—. ¿Podrías encender la calefacción? Te lo agradecería bastante.

—Claro —contestó y encendió la calefacción—. Manuel, si no es indiscreción ¿Cómo habéis sobrevivido todo este tiempo? ¿Como le hiciste? —preguntó con curiosidad.

Patricia encendió el auto y salió de ahí con las luces bajas. Una vez en la carretera, las elevó y emprendió el camino de regreso.
Durante unos minutos, Manuel caviló la forma en que contaría todo sin que pareciera una falacia.
Su silencio hizo sentir mal a su acompañante.

Desde Mi Cielo (Mägo de Oz Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora