Capítulo 1.

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Corría.

Corría por toda la mansión sin intenciones de detenerme, llevaba horas en este plan y me encontraba cansado, sin embargo no me detendría.

Suelo hacer cosas bastantes tontas de las que después me arrepiento, como si supiera que me estoy adentrando a la desgracia pero aún así no me detengo sino que aceleró.

¿Por qué soy así?

Mientras me ocultaba detrás de una columna de mi extravagante hogar escucho los pasos de mi "captor" cerca, guardo sepulcral silencio para evitar ser descubierto.

—Camus madura, sé que estás aquí—Shaka tenía el entrecejo fruncido y estaba transpirado, llevaba un par de horas siguiéndome el juego del gato y el ratón.

Admito que me encanta molestar a Shaka.

Es que es tan pulcro y serio que me dan ganas de hacerlo rabiar, lo amo. Es mi confidente y mi único amigo, más que un primo siento que es el hermano que nunca tuve, lo veo suspirar cansado y me empieza a invadir la culpa, tal vez ya se aburrió de seguirme la cuerda, sin más opción salgo de mi escondite improvisado.

—Me encontraste...—Le digo sonriendo inocentemente esperando con esto su cólera baje.

—Eres de lo peor—Gruñe molesto—Me tienes como un tonto dando vueltas de un lado a otro, Cam la cena esta por comenzar y aún no estás vestido esto es importante, por favor ya alístate, no quiero que mi tío se enoje contigo otra vez y te reprenda.

Se que Shaka solo se preocupa por mi y que quiere ahorrarme problemas sin embargo no puedo...no quiero ir.

Se que es cobarde de mi parte huir de la realidad tratando de evitar los problemas, se que haciendo esto no resolveré absolutamente nada pero si puedo atrasar la inminente realidad que me golpea así sea por unos breves instantes lo haré sin importar las consecuencias.

—Si me atrapas prometo que iré—Y nuevamente corrí.

Huí.

Está vez deje los confines de la mansión Gemak para salir por la puerta grande al pueblo al que tanto se me prohíbe ir, podía escuchar los gritos de Shaka pidiéndome que me detuviera y recapacitara sin embargo no pensaba volver mis pasos, el aire golpeaba mi rostro y el aroma a tierra húmeda y a naturaleza embriagaba mis sentidos, me sentía como un pajarillo que vivió toda su vida encerrado y al fin le abrían su jaula de oro, soy tan joven y tan inexperto...tengo tanto por vivir y tanto por conocer, sin embargo seguía cautivo sin saber cómo ser libre.

Luego de llegar al pueblo gracias a mis veloces piernas me di cuenta de inmediato que no estaba el mercado o el ambiente de antaño que rondaba redorio, hoy parecía ser un día especial, los puestos ambulantes estaban por doquier mientas los colores de las artesanías reinaban en el espacio, platillos de comidas que jamás he probado estaban por todos lados en cantidades industriales, la música era tan envolvente y estremecedora que me ví tentado a ponerme a menear mi cuerpo al son de aquella sonata aquí mismo.

Sonara extraño pero me siento tan pleno que el aire que respiro se siente más liviano y mi cuerpo cansado dejo de ser molestia, es como si este fuera mi lugar. Me siento tan tranquilo y agusto que quisiera quedarme aquí lo que me resta de existencia, tanteo mi bolsillo y sonrió satisfecho, tengo varias monedas que planeo aprovechar de maravilla.

Me acerque a un puesto donde había mucha de aquella comida colorida que se ve tan deliciosa, doy una de mis monedas de oro y la joven asombrada por mi paga me invita a qué disguste lo que me plazca sin remordimiento, se que una moneda de oro es mucho y podría comerme el lugar entero si lo deseó pero no soy un abusivo, tomo una especie de ensalada con algún tipo de pan integral acompañado de una crema verde y la muerdo, mis ojos brillan y no pude evitar emitir un sonido de emoción, ¡esto es lo más delicioso que he probado en mi vida! La joven ríe por mi gesto, su pecho se infla con orgullo por ser la causante de reacciones positivas con sus manjares.

Corazón De Tempestad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora