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No tenía muchas cosas ostentosas como ella pensó —en un momento en donde su imaginación se echó a volar— que tendría. Un sofá, un televisor de pantalla plana, un tocadiscos, un DVD, una consola de videojuego con dos mandos que no distinguió bien debido a lo borroso de su vista, una radio y un estante repleto de libros y discos, muchos discos, lo cual llamó su atención evidentemente. Alex encendió todas las luces y observó cómo Eleanor se acercaba a su colección de discos, hipnotizada; la siguió en silencio, intentando no tropezar con algo pues también estaba ligeramente ebrio a esas alturas.

—Ávido lector huh —observó ella—. Creo que tú colección de libros supera a la mía, y eso que es enorme, los he ido recolectando toda mi vida ¿Sabes? —le comentó entusiasmada.

—Igual yo —Alex se pasó una mano por el cabello para poner en su lugar una mecha rebelde que se escapaba de su peinado—. Anda, escoge un disco, confiaré en tus gustos esta vez.

—Son todos tuyos, genio, te gustará cualquier cosa que escoja —rió ella por lo bajo sin obtener mayor respuesta que una risa ida, borracha.

No supo por qué pero con esa petición ella se transportó a unas noches antes, en su casa, con la computadora portátil en el vientre y galletas de chocolate blanco regadas por su cama. Se encontraba navegando en Tumblr, su “red social” favorita, esa en donde nadie podía molestarla, donde reblogueaba, reblogueaba, y seguía reblogueando y riendo ante cualquier estupidez en sus pequeños tiempos libres hasta que apareció una publicación de texto, una entrevista a dos de los monos —Alex y Nick—, que le llamó mucho la atención.

Su mente recordó palabra por palabra una de las respuestas de Alex en ese texto, específicamente la respuesta a la pregunta sobre cuáles serían sus opciones musicales para tener sexo, sí, se estaba colorando mientras paseaba sus dedos por los discos y sonreía de medio lado, intentando ocultar su rostro en su largo cabello liso y oscuro ¿Por qué recordaba su maldita respuesta en esos instantes? ¿Cómo es que su mente ebria llegó a esa memoria en especial? ¿Para qué? Debería darte vergüenza, Eleanor, pensó sin decidirse aún por ninguno, sintiendo la mirada expectante de Alex sobre ella.

Y su respuesta seguía influenciándola a escoger cierto tipo de música intencionalmente:

“Barry siempre está en mi cabeza pero eso ya se ha hecho. Él es a prueba de fallas. Aparte de eso realmente no sé. Nada muy rápido, porque estoy haciéndome un poco viejo ahora.”

Sacudió la cabeza y siguió revisando los discos en silencio, no, no se dejaría influenciar por una tontería que no llegaría a suceder ni en sus sueños. Turner había salido de la habitación para conseguir algo de beber, —aún no se sentía tan acabado como para no seguir bebiendo, es más, tenía unas ganas tremendas de continuar— y cuando regresó con una botella de Jack Daniels bajo el brazo más dos vasos en las manos, vio a Eleanor con un disco entre sus manos, su decisión ya estaba más que tomada.

—The Smiths —recitó reconociendo la portada, no había oído ese disco en años, de hecho, se le había olvidado que lo tenía pero inmediatamente recordó lo bueno que era oírlo y por qué lo tenía en su colección.

—Me gustan los cambios de este disco, lento, rápido, ya sabes —Eleanor le comentó pausadamente intentando no reír o sonrojarse por sus pensamientos de ebria sobre esas respuestas a preguntas fuera de lugar, enfocándose en la botella que tenía el mismo Alex bajo el brazo—. Wow, ¿Seguiremos bebiendo, señor?

—Sí, señorita —el vocalista la invitó a sentarse en el sofá dejando la botella y los vasos en la mesita de centro frente a este. La joven puso el disco en el reproductor y tomó asiento, esperando que él sirviera la ronda que iban a comenzar a beber—. ¿Impaciente por beber, eh?

The sky is a scissorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora