7.

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—¿Qué tan verdad es que Alex Turner, vocalista de los Arctic Monkeys, alguna vez proclamado hombre más cool del planeta, estuvo en tu exposición de fotografías, Leprechaun? ¿Son amigos? ¿Algo más? ¿Qué pasa allí? ¿Cómo llegó ahí? —Eleanor iba a responder que a Alex jamás le gustó ese título de hombre más cool del mundo pero se calló, estaba demasiado avergonzada con la serie de preguntas desesperantes que le había hecho Colin, uno de sus amigos y compañeros de trabajo en la revista, como para pensar en algo más que ruborizarse y comprobar las teorías del hombre—. ¡Cuéntame más!

—Él solo apareció allí, Colin... fue una casualidad ¿Vale? —le aseguró la ojiazul, arreglándose el cabello en una coleta alta para ponerse a trabajar en la sala de edición fotográfica, en donde, por supuesto, Colin no podría entrar porque no era fotógrafo.

Se alegró por primera vez de tener una excusa para alejarse de él.

—No sé si a los irlandeses les crece la nariz por mentir pero espero que no porque te verías mal, muy mal —la acusó haciéndola reír.

—Nos vemos luego —se despidió amablemente y le cerró la puerta en la cara. Se puso los audífonos y Oil and water de Incubus comenzó a sonar, tenía toda la tarde repleta de trabajo y sus pensamientos confusos no la ayudaban para nada. No podía quitarse a Alex Turner de la cabeza incluso haciendo un gran esfuerzo por saltarse las canciones de los Arctic Monkeys en su reproductor, evitando así escuchar su voz.

Era desesperante que aun así todas las canciones le recordaran un poco a él.

Babe, this wouldn't be the first time,

it will not be the last time.

There is no parasol that would shelter this weather.

 "Diviértete con eso" fue lo último que le dijo.

Bueno, más bien se estaba volviendo loca con esa frase repitiéndose en su cabeza como una grabadora en mal estado.

—Dame eso, mujer —Lucy le arrebató el teléfono y buscó un contacto en especial antes de darle a la opción "Llamar" sin vacilar por ningún solo segundo mientras Eleanor luchaba por recuperar el móvil y lanzarlo lejos donde su amiga no pudiera encontrarlo.

Aunque era demasiado tarde para eso.

—¿Hola? —una voz salió por el altavoz, entonces Lucy le dio el teléfono a la ojiazul voluntariamente y en silencio, intentando no morirse de la risa en el momento.

Eleanor lo tomó bruscamente y le dio al botón rojo, cortando la llamada.

—¡¿Estás loca?! —le gritó a la ojiverde cuando estuvo segura de que nadie pudiera oírlas al otro lado del teléfono.

—No, estoy intentando ayudarte —la menuda muchacha sacó su propio móvil de un bolsillo de su chaqueta y tras un breve momento puso una canción de los Black keys con el volumen máximo.

Howlin' for you comenzó a golpear los oídos de una nerviosa Eleanor, la vida le pareció un caos en ese momento.

—¡Alégrate! Esta es la única forma de que te devuelva la llamada y le quede guardado tu número porque no se te ocurrió dárselo, pequeño genio, es la única solución que puedo ofrecerte —intentó convencerla, bailando. La fotógrafa juró que en ese momento quiso matar a la contenta muchacha de cabellos color oro.

—¿Y qué se supone que le diga? "Hola, te llamo para que guardes mi número porque... porque sí" ¡Qué idiota me vería! —continuó.

—Mejor "Hola, quiero que guardes bien mi número porque te quiero violar, porque me vuelves loca y porque eres jodidamente sexy." —propuso la rubia.

The sky is a scissorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora