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No se había imaginado ni por un segundo que alguien la pararía justo antes de entrar al evento —el cual estaba siendo cubierto a cabalidad por la prensa— para preguntarle sobre situaciones que poco entendía. Se encontraba de pie ante una mujer con un micrófono inalámbrico y un camarógrafo detrás, sonreía nerviosa como nunca, sus manos y piernas temblaban, era un fiasco, pero Albert le había insistido que al menos se veía radiante con el vestido y los zapatos de diseñador mezclados con el peinado simple y el maquillaje que le hicieron en el salón por la tarde.

—¿Estás feliz de estar aquí? —bueno, al menos luego de pescarla del montón de invitados llamándola como “la novia de Alex Turner”, la reportera se había portado bien con ella al no hacerle preguntas sobre él. Albert se había adelantado luego de que ella le susurrara que estaba todo bien y que podía manejarlo pero ¿De verdad podía?

Suspiró y siguió sonriendo radiante.

—Por supuesto —era la primera vez en su vida que hablaba frente a una cámara, siendo grabada supuestamente para una audiencia, no lo sabía—. Es bueno estar aquí esta noche y conocer a… muchas personas que admiro, actualmente, me tiene algo nerviosa —confesó.

—Debe ser una gran experiencia —la mujer la alentó—. Sabemos que eres fotógrafa de GQ en la actualidad —Eleanor asintió—. …Y que fuiste tú quien fotografió a Alex en Francia —la reportera puso voz de confidente, como si se transformara en la mejor amiga de la chica de un rato a otro, ella intentó no inmutarse y siguió mirándola, esperando alguna pregunta sorpresa tras los hechos que le narraba—. ¿Fue ahí cuando comenzó todo?

—Oh, bueno, en realidad… tengo que irme, lo siento —comenzó a caminar hacia adentro y la periodista la siguió, haciéndole una seña al camarógrafo para que caminara junto a ella y no la perdiera de vista. Eleanor continuaba a paso rápido.

—¿Dónde está Alex, ahora? ¿Por qué no te acompañó en esta ocasión tan especial?

—Es… Está en Los Ángeles con la… la banda —contestó para salirse del paso, perdida en su nerviosismo, no recordando los inútiles pasos de Alex: ignorar, mentir, qué mierda era eso, pensó.

—¿Por qué no quieres hablarnos de ustedes? ¿Hay algún problema? —la mujer con el micrófono en alto no se rendía, necesitaba respuestas.

—Tengo que entrar —Eleanor la miró y se encogió de hombros antes de pasar por las puertas y perderla, resoplando, sintiendo su corazón latiendo a una velocidad impresionante, sintiéndose débil y desprotegida, ¿Qué sería ahora? ¿El hazmerreír del planeta? Solo tenía que esperar que esa gente hiciera su trabajo y se diera cuenta de que ella y Alex solo duraron, bueno, técnicamente nada, para que comenzara una época de rumores, ataques, burlas y demases.

No quería imaginarlo.

Se tragó el nudo que tenía en la garganta y sacó su teléfono de su pequeño bolso de mano para llamar a Lucy y charlar un poco antes de ir de lleno al encuentro con todas esas personas que esperaba conocer, además, la rubia le había pedido que le avisara si algo andaba mal.

Y sí que algo andaba mal.

Pero apenas tocó el móvil, la pantalla le reveló un mensaje que le había entrado hace algo así como quince minutos. Era Alex.

Una puntada peor que la que sintió cuando la insistente reportera le mencionó su nombre llenó su estómago y le hizo sentir como si no hubiera comido en años, suspiró mirando hacia la pantalla como idiota por unos segundos antes de abrir el mensaje y leerlo con la boca ligeramente abierta y los ojos brillantes, acuosos, llenos de lágrimas.

—¡Al fin te encuentro! —Albert la tomó suavemente de un brazo y la miró—. Eleanor ¿Qué sucede? —le preguntó al verla al borde del llanto, con el teléfono en una mano y la mirada perdida.

The sky is a scissorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora