Un mes y cuatro días habían pasado desde que pisaron el continente americano y ya estaban en su última parada: Los ángeles. La banda disfrutaba mucho de estar ahí, de hecho, hace muy poco todos vivían allí pero Alex tenía planeado cambiar esa situación debido a todo lo que había sucedido con Eleanor, por lo que probablemente se quedaría en su apartamento de Londres durante un buen tiempo. En fin, la ciudad tenía sol, playas, mucha vida nocturna —demasiada— y buen apoyo desde la fanaticada. Alex ya no estaba tan enfurruñado como cuando llegó sino que más bien relajado, y luego de un gran concierto con excelentes resultados, él y los demás decidieron salir junto a algunos amigos de la ciudad más Miles, que se les había unido recién esa noche.
—Entonces, ¿Al lugar de siempre? —preguntó Matt tras horas y horas eternas después del concierto, arreglando los instrumentos, esperando salir del estadio por la puerta trasera y algunos cuantos traspiés más.
Estaban muertos, pero debían celebrar y todos concordaban en eso.
—Miles está en el club, me acaba de enviar un mensaje ya que Alex está flotando en otra dimensión y no toma su teléfono —Nick rió enseñando el teléfono a todos, quienes rieron.
Alex seguía un poco distante.
—Eh, Al, ¿Qué sucede? ¿Las cervezas previas te volaron la cabeza? —Jamie preguntó extrañado, mirando al vocalista.
—Probablemente necesita unas cuantas más, cuando estábamos saludando a algunos fans a la salida apenas sonrió y solo fue cuando una chica le coqueteó —Matt le informó al resto aunque no de una forma burlesca, también le preocupaba un poco lo taciturno que estaba.
—Estoy cansado —el aludido se defendió pobremente, a decir verdad ni él sabía lo que le sucedía, había hablado con Eleanor por la tarde, su madre lo regañó porque lo encontró muy delgado en unas fotos y el calor le ponía un poco mal genio, no era nada especial, quizás solo estaba aburrido.
Y necesitaba de una buena fiesta.
Al llegar al club que frecuentaban desde hace un par de años, Miles los recibió con abrazos, él, siempre tan efusivo, y al llegar a Alex se dio cuenta de lo callado que estaba, aun así después de haber recibido un cálido abrazo más una sonrisa de su parte.
—¿Qué es? —le preguntó mientras por poco y lo arrastra hacia la barra.
—Vamos por alcohol ¿No? —Turner suspiró y cambió la cara para que dejaran de fastidiarlo, ya descubriría qué le ocurría, a lo mejor con un par de copas o una docena se daría cuenta.
—Yep, y traje compañía —Miles le informó alzando las cejas, soltándolo para ir por su “compañía” mientras él se sentaba en la barra y pedía un brandy—. Miren a quien tenemos aquí —y sí, Miles había vuelto y no le estaba hablando a él sino que hablaba sobre él a dos chicas que traía de ambos brazos.
Sonrió.
—Hey —balbuceó dándole un sorbo al vaso que le habían servido hace un segundo, mientras se volteaba a ver a las recién llegadas. Lo curioso fue que se dio cuenta de inmediato de cuál de las dos era la que quería Miles, siempre era así, meneó la cabeza, a él le gustaban las voluminosas de cualquier tipo.
En cuanto a la otra, no estaba mal, cabello con mechas californianas —algo muy común en las chicas de Los Ángeles—, ojos grandes y grises, piel levemente bronceada, delgada, alta, chaqueta de cuero, remera negra, leggins y unas Chuck Taylor negras y tradicionales, era lo más casual que pudo ver en una chica dentro de ese club en donde todas usaban tacones imposibles y vestidos cortos.
—¿Cómo te llamas? —le preguntó aún con el vaso en la mano y un codo apoyado en la barra mientras Miles ni se molestaba en presentarle a la “suya” y se iban a la pista de baile entusiasmados.
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The sky is a scissor
FanfictionUna pequeña casualidad genera una amistad un poco extraña entre el vocalista de una banda famosa y la fotógrafa que se encargó de retratarlo para la prestigiosa revista GQ.