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Su grupo de amigos por fin se había reunido luego de semanas sin poder verse debido a sus horarios y ocupaciones, y realmente no era un grupo, más bien era un trío bien extraño conformado por Eleanor junto a Niklaus Bzrovic y Lucille Brown, sus mejores amigos. Esa noche escogieron hacer una simple noche de películas, ¿Qué habían elegido? El Hobbit, una película conectada al Señor de los anillos, su trilogía favorita de libros y películas.

Aunque hubiera citado a sus amigos para pasar una tarde con ellos olvidándose de lo que ocurrió con Alex, al parecer la visita había sido para peor, tanto Lucille como Niklaus no pararon de hablar sobre ello desde que llegaron, era como si todo les recordara constantemente el bochorno que vivió en casa de Turner y todo el whiskey que se bebió de un sorbo —como le habían enseñado esos dos bebedores en potencia que tenía por amigos— solo para agarrar coraje y no parecer aburrida ante el hombre.

—Aun no entiendo cómo lo arruinaste todo desmayándote, trébol de cuatro hojas ¿Qué te hemos enseñado en todas nuestras visitas a los bares de Londres? ¡Mesura! —Lucy, como así la llamaban, era una muchacha de cabello rubio ceniza, piel pálida, pecas y ojos verde esmeralda, amiga de Eleanor desde hace unos años, quien en ese momento aún después de horas de análisis no podía creer todo lo que le había pasado a la joven fotógrafa, era como si la peor de las suertes le hubiera tocado de súbito.

—No creo que le haya importado mucho —opinó Eleanor aburrida del tema—. Ya sé que hice mal con todo lo sucedido, debí haberme visto patética, pero al menos no me botó a la calle y me trató bien, es decir, es una buena persona en el fondo. Quizás si no me odia pueda ser mi amigo ¿No creen?

—Mujer, te llevó a su apartamento ebria y no te tocó un pelo, eso estuvo bien raro —Klaus farfulló frustrado, él se había unido al grupo un poco después, cuando conoció a Eleanor en la universidad. Ojos avellana, cabello castaño claro, facciones elegantes, atractivo como nadie según sus dos amigas, quienes mantenían un luto permanente desde que supieron que también le gustaban los chicos como a ellas.

El mismo ojiavellana, desde que su amiga había conocido al cantante, había esperado al menos que la chica volviera con buenas nuevas pero nada, solo una borrachera, un desmayo y una ducha fría y solitaria, lo cual seguía siendo una gran decepción. De todos modos no era como si no estuviera acostumbrado a eso, Eleanor era así, si tan solo confiara más en ella esa noche no hubiera necesitado ni siquiera de un sorbo de alcohol para pasársela en grande con el tipo pero no, se fue a los extremos y acabó con una resaca de tres días.

—¿Se volverán a ver? —curioseó Lucy, al menos tenía que saber si la historia había acabado con ese desastre o no.

—Bueno, como él me invitó a su sesión en acústico el otro día, cosa que agradezco mucho porque estuvo maravilloso, yo lo invité a la exposición de mis fotografías en la galería que inaugurará Albert como recompensa, no lo sé, me pareció justo, además ya se los dije, fue amable conmigo —bien, hay que aclarar que Albert Reynolds era, para Eleanor, un ángel, para el resto era el fotógrafo más experimentado y requerido de GQ, quien la había recomendado a ella para hacer la sesión de fotos de Alex Turner en aquella ocasión desesperada, pues la había aceptado como su protegida luego de muchos malos entendidos que derivaron en una amistad bastante fuerte y parental entre ambos. Este mismo fue también quien le ofreció hace muy poco un lugar en una exposición bastante prestigiosa en el centro de Londres junto a muchos otros fotógrafos y creativos con los que inauguraría una nueva galería de arte alternativa en el centro de la ciudad, lo que la tenía expectante y ansiosa hace mucho tiempo.

Había sido lo mejor —junto a la sesión de fotos en Francia, no lo olvidaba— que le habían ofrecido en años.

Y entre esas cosas extrañas de la vida estuvo en el apartamento de Alex Turner invitándolo ir a ver sus fotos en esa galería, ella había escogido un estilo y ya tenía varias muestras, se había desvelado muchas noches intentando buscar un concepto para estar a la altura de los demás invitados y expositores, y ahora se daba cuenta de que tenía otra presión extra: Alex había dicho que sí encantado y estaría viendo su trabajo esa noche.

The sky is a scissorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora