Día 16: "Invierno."

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Llego a casa en invierno, con un gorro cubriendo su cabeza y muchas pesadillas dentro de esta.

Había hecho muchas cosas de las que no estaba orgulloso a pesar de que estas fueran por un bien mayor y que estuvieran justificadas por la misma justicia.

Fueron dos años en los que no fue el mismo, dos años donde tuvo que fingir actitudes y retorcidos gustos, dos años en los que se infiltro en un grupo de tratantes de blancas.

—¿Daiki? — la voz de su pareja se escucho soprendida y por unos segundos tuvo miedo que al levantar la mirada encontrara eso, sorpresa pero no amor.

Le había dejado mucho tiempo solo, incluso pospusieron su matrimonio por ello así que, sería normal que Taiga ya no lo quisiera en su vida y no lo culparía.

—Cariño, ¿e-estas bien? — su rostro fue levantado y el frío en su interior se disipo un poco ante la cálidez en la mirada y el tacto que su pelirrojo le daba. —Daiki, hablame.

—Estoy en casa. — si, solo eso pudo decir antes de aferrarse al cuerpo de su pareja en un abrazo necesitado. —Joder Taiga, volví... — las lágrimas no tardaron en aparecer y se burlo internamente de si mismo por ello.

Resistió las arcadas y el llanto bastante tiempo como para que, el primer día en su hogar, se derrumbara por completo.

—Si, volviste. — escucho gimotear también al todavía, Kagami. —C-creí que iba a estar solo otra vez, no tengo preparado nada. — el moreno se hundió más en el cuello de su promentido, se sentía culpable por la soledad en la que le obligo a estar. —Te amo Ahomine.

—¿Lo seguirás haciendo aunque sea um policía común? — le pregunto nervioso sin salir de su escondite improvisado.

—Lo haría incluso sino tuvieras empleo. — la risa de Aomine acelero el corazón del pelirrojo. —Estoy esperando tu respuesta, tonto. — lo molesto como antaño en su adolescencia.

—Yo también te amo Bakagami. — los orbes zafiros por primera vez brillaron al verle. —Por ello no volvere a irme, a menos que sea contigo a América y de ahí, a casarnos.

—Lo que tú quieras, si eso esta bien para ti, igual para mi. — las lágrimas corrían de esos rubíes por los que daría la vida. —¡Directo a Las Vegas, como en las películas!

Las carcajadas resonaron por todo el departamento y Aomine justo eso necesitaba.

Su pequeño mundo de dos, uno tan ajeno a todo lo que existía fuera y que había querido envenenar su interior mientras trataba de ayudar a limpiarlo pero ya era suficiente.

Hizo su parte y ahora, le tocaba ser feliz. Se encargaría de ello, con un océano de distancia y su prometido a salvo.

"Un fictober con mucha tinta: AoKaga Version."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora