Día 23: "Pañuelo."

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Kagami había llorado hasta quedarse dormido y aunque ese no era el plan, no pudo evitar hacerlo.

El pañuelo de su madre era muy importante para él pues, era una de las pocas pertenencias que tenía de ella, además que existía una historia detrás de este.

Era importante y lo había perdido.

Lo había perdido, a un día de su boda.

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—¡Auch! — la pelirroja agito su mano como si eso fuera a menguar el dolor del pinchazo en su dedo. —Esto parecía tan fácil en la revista. — murmuro ofuscada la mujer sin soltar la aguja con hilo ni mucho menos el cuadrillé. —Pero lo voy a lograr Taiga. — aseguró.

El pequeño niño a su lado, la miro de reojo mientras coloreaba, se había reído ante el accidente de su madre pero ahora, al verla tan decidida, optó por animarle.

—Vamos mami, yo se que lo harás. — esta sonrió entusiasmada al menos hasta que volvió a picarse y Taiga corrió por las banditas.

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Suspiro abatido frente al espejo, su impecable traje blanco había sido acomodado por Tatsuya, quien ahora le maquillaba sus ojeras con una mueca en el rostro.

—Bro, si estás arrepentido podemos salir por la puerta trasera del hotel. — Kagami lo miro sorprendido. —Aomine ya me agrada un poco pero como fuere, siempre veré por tu bien.

El pelirrojo le sonrió agradecido mientras le palmeaba en su brazo.

—Estoy bien, en serio. — miro a su amigo, ya más tranquilo. —Solo no dormí porque perdí algo de mamá y bueno, de cierta forma la quería conmigo este día.

—Pero ella si esta aquí Taiga. — su amigo le abrazo para confortarlo. —Ahora vamos, cambia el ánimo sino tu novio se va a dar cuenta.

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Aomine miraba divertido a la chica que tenía a su lado, se estaba tomando muy en serio su papel y eso le causaba, aunque no lo reconociera, mucha ternura.

—Yo creo que mejor Tetsu me va a entregar. — la pelirrosa lo vio con las mejillas infladas, apunto de reclamarle entre gimoteos y chillidos. —Es broma, eres como una hermana, muy molesta pero hermana al fin, por ello creo que no hay nadie mejor que tú para esto.

—¡Dai-chaaan! — Satsuki se apretujo a su brazo. —Estoy feliz de que ya seas alguien decente.

—¡Oi, no tentes tu suerte mujer! — le amenazo al mismo tiempo que la marcha nupcial se dejaba escuchar en el salón del hotel. —Vamos y no te caigas, que te dejo en el camino porque yo si llego al altar.

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Cuando por fin se vieron, los colores se volvieron más brillantes. Se casarían, le dejarían en claro al mundo que eran suyos mutuamente y que nada los separaría.

—Te ves sexy. — le murmuro Aomine mientras caminaba por el pasillo y Kagami iba a responder, hasta que algo captó su atención.

—¿De donde sacaste eso? — le pregunto sobre el pañuelo en su bolsa, apenas Momoi se lo había encomendado.

El moreno rió un poco al ver que su chico le miraba anhelante por una respuesta.

—Lo vi entre tus cosas, nunca me dijiste que bordabas. Fue sorpresivo. — acaricio su mano junto a la suya, ignorando las muecas que daba el juez de paz al escucharlos hablar entre murmullos. —Se supone que debo tener algo prestado. — le guiño un ojo pero enseguida le miro preocupado cuando le vio secarse una lágrima. —¿Taiga?

—Era de mamá, ella lo bordo. — le sonrió nostálgico. —Creí que lo perdí.

Aomine le sonrió para enseguida limpiar sus lágrimas con el pañuelo y acomodarlo ahora en su bolsa.

—Muy bien, ahora estas listo para ser mío con la bendición de la suegra. — y Kagami ahora solo pudo reír porque si, estaba listo para ser feliz como ella lo hubiera querido.

"Un fictober con mucha tinta: AoKaga Version."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora