Día 19: "Globos."

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Llegó al lugar nervioso por cumplir esa primera parada y es que, después de esta, su vida cambiaría para bien.

Si, así de ingenuo era.

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Tatsuya, su mejor amigo y prácticamente hermano, le había dicho que lo llevaría a un buen sitio para que se hiciera por fin, un hombre.

Algo ridículo porque él, ya lo era.

Un hombre virgen pero hombre de una u otra, aún así accedio a la propuesta pues estaba harto que sus conocidos lo trajeran de bajada con sus chistes en doble sentido y sus burlas hacia él por seguir siendo inocente, por ello con diecisiete años cumplidos creía que era el momento para dar el gran paso.

Tendría sexo.

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La campanilla anunció la llegada de un nuevo cliente, suspiro frustrado porque lo último que quería era tener la atención de las abuelitas del barrio encima suyo mientras les atendía.

—Pequeño Daiki, tanto tiempo. — ya podía escucharlas comenzar. —¿Y tú padre? ¿Todo bien con él? — les sonreiría forzadamente mientras repetiría el mismo dialogo que ya se había aprendido de memoria.

Si, señora. — asentiría aunque ya no fuese pequeño como ellas le llamaban, tenía diecinueve años y eso solo le recordaba que no debería estar desaprovechando su fin de semana, en la farmacia familiar que tenían. —Él esta bien, solo fue a acompañar a su hogar a la señora Hamada y de ahí, a almorzar a nuestra casa.

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—H-hola. — la voz que le saludo no fue el de ninguna mujer mayor en busca de ungüentos, ¡gracias a Dios!

Frente a él estaba un chico bastante inusual, de casi su misma altura, cabello rojo y extrañas cejas, así como ojos del mismo color.

—¡Hey! — le gritó haciendo que saliera por fin de su divague. —Lo siento pero no me hacías caso. — Daiki sonrió divertido, porque realmente si le estaba dando atención en sus pensamientos. —¿P-puedes ayudarme? Esto es vergonzoso pero, uhm... — se mordió el labio. —¿Que c-condones recomiendas?

—Vaya, así que vienes por globos. — tanteo el terreno con insinuación. —¿Tienes planeada una buena cogida, eh?

—No es algo que te importe, idiota. — le gruño el menor. —Solo dime cuales son buenos.

Daiki arqueo una de sus perfiladas cejas, intrigado por las palabras de su nuevo cliente.

—¿Eres virgen? — el rostro del chico enrojecio casi al mismo tono de su cabello. —Lo eres. — salió por encima del mostrador, para que pudiera exhibir su elasticidad. —Serás mi buena obra del día, que si quiero hacer. — salto de la mesilla para quedar frente a frente con él. —Soy Aomine Daiki.

—Kagami Taiga. — alcanzo a responder mientras veía como se quedaba encerrado en el local junto con el extraño encargado que terminaba de asegurar las cortinas metalicas. —¿Qué demonios haces? — grito de nuevo, mientras sentía el pánico adentrarse en su pecho.

—Te voy a enseñar todo lo que sé. — le beso los labios castamente para jalarlo dentro de la bodega. —Serás todo un tigre. — la sonrisa pícara que le dio hizo que ni siquiera intentara escaparse. —Me lo vas a agradecer.

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—Hmfgh, s-sigue... — sus embestidas eran irregulares y aún así, Daiki no se quejaba, solo lo apuraba a ir más rápido. —¡Ahí, ahí!

Taiga por su parte se lo había tomando como reto personal, haría que se corriera porque él ya lo había hecho aunque no de la forma que esperaba.

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Si, fue en el calentamiento mientras se besuqueaban, tocaban y exploraban mutuamente sus cuerpos.

En un momento, Aomine le había halagado su trasero, estrujandole y separandole con ganas. Kagami no había resistido y el mayor ante ello, se burlo de él un poco aunque le hizo olvidar el bochornoso suceso de nueva cuenta con sus besos.

En un descuido, el moreno lo empujo para que cayera de sentón en una silla.

—Acerte, estos son los condones que te convienen. — se guardo el paquete del preservativo en el pantalón para enseñarselo al menor y luego lentamente fue colocandoselo en su miembro.

—No hay problema si ocurre lo mismo. — le guiño un ojo complice. —Solo es una práctica.

El moreno le sonrio porque también había tenido un inicio sexual bastante caótico y entendía lo que pasaba en la cabeza del pelirrojo.

A quién de hecho le habían herido sus palabras.

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Cuando encontro ese punto que a Daiki hacía balbucear, se ensaño hasta que lo hizo correrse.

—¡Si, lo hice! — exclamo contento con las manos arriba, ignorando su propia excitación.

—¿C-cuantos años tienes? — se carcajeo el mayor mientras iba recuperando la respiración. —Eso fue sorpresivo, lo admito.

—Diecisiete. — solto el menor como si nada pues, estaba más enfocado si sacar su miembro o seguir empujando dentro.

—¿Qué? — el rostro de Aomine palidecio. —¿Me cogió un niño?

Si, Kagami volvió a embestir en su interior.

Solo esperaba que el idiota no se hiciera el díficil luego y le quisiera dar su número. También tenía que decirle a Tatsuya que no necesitaba ninguna ayuda suya.

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Perdooón... ¡No resistí escribir coshinadas ligeras! 😆

"Un fictober con mucha tinta: AoKaga Version."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora