Capítulo 16 (Muestra)

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Capítulo 16

Aurora Flecher

Al sentarme en la silla de una de las mesas, muy lujosas y elegantes, por cierto, descubrí que Alexander había hecho la reservación mucho antes de casarnos, lo que me hace pensar que tenía todo planeado mucho antes de que mis padres me dijeran que me casaría con él. Lily tenía razón, Alexander Walton no había salido con nadie por seis meses. Todo estaba pensado y muy bien planeado.

El menú de aquel maravilloso lugar era increíble, contaba con más de sesenta deliciosos platillos. Como no sabía qué pedir, decidí dejarle todo a Alexander y él pidió una especie de pato laqueado a la pekinesa. El pato laqueado a la pekinesa es uno de los platos más conocidos internacionalmente y también uno de los más populares en los restaurantes chinos de los países occidentales.

—¿Comeremos pato laqueado de desayuno? — Pregunte mientras sonreía.

—Sí — Respondió a Alexander de forma simple

«Tal parece que alguien tiene bastante hambre»

Al cabo de unos cuantos minutos, un hombre de cabello rubio trajo nuestro pedido y está de más decir que, en todo el trayecto de poner los platos en la mesa, no me quitó los ojos de encima. La incomodidad en mi interior se hizo notar, pero el enojo de Alexander fue tan fuerte que terminó gritándole al chico.

—Te aseguro que si sigues mirando a mi esposa como lo haces, no conseguirás trabajo ni aquí ni en China, ni mucho menos en cualquier país que logres reconocer, porque estarás muerto, imbécil. —Su voz se escuchaba tan ronca y suave a la vez que realmente no sabía si estaba enojado o lo que decía lo cumpliría.

Mis ojos fueron hacia donde se encontraba el chico de cabello rubio y ojos verdes, quien se encontraba paralizado ante la amenaza de Alexander.

—Lo siento mucho, señor, no volverá a ocurrir.

El chico parecía nervioso, me preguntaba cómo no estaba sudando, porque como Alexander lo miraba era para que estuviera ardiendo.

—Claro que no se repetirá. —El Gólem de Hielo habló esta vez con una sonrisa en su rostro.

El chico cuyo nombre no sabía pidió disculpas nuevamente y luego se retiró con nerviosismo.

—Exageras —le susurré a mi esposo.

—Protejo lo que es mío —respondió a la vez que se metía un poco de la carne en la boca.

Se ve tan bien haciendo algo tan sencillo como comer... La curiosidad me mataba solo por querer saber el sabor del alimento que tenía justo enfrente, con similitudes a los mariscos rebozados y según el menú servidos en salsa agridulce.

—No le des tantas vueltas al tema y pruébalo —me animó Alexander.

Tomé un cuchillo en una mano y un tenedor en la otra, los dirigí al platillo que tenía enfrente, corté una pequeña porción para mí y luego me lo llevé a la boca. El sabor, la textura era simplemente deliciosa, los sabores explotaban en mi boca y era algo impresionante.

—¿Delicioso? —preguntó Alexander con el ceño fruncido.

—Sí, me encanta, es delicioso —afirmé.

Seguí cortando porciones de la carne y fui entrándomelas en la boca.

—¿No tomarás el vino?

Disfrutaba tanto de la carne que había olvidado el vino que Alexander había pedido. Tomé la copa con el líquido carmesí que se encontraba a un lado del plato.

—¿Tinto? —Si algo he aprendido junto a Alexander es que él no hace nada sin una razón. Este tipo de vino, exactamente este, siempre lo toma cada que vamos a una cena o algo relacionado.

—El mejor vino para acompañar el pato laqueado —explicó con simpleza y sencillez.

Bienvenidos al programa «Aprendiendo con Alexander Walton».

—Interesante dato —susurré.

Alexander Walton. A kilómetros podía verse que era un hombre de gustos muy refinados, así que no me impresionaba que tuviera toda una carta de vinos tatuada en el cerebro.

Al terminar, Alexander había pagado la cuenta. La verdad, cada paso que dábamos con la intención de salir de aquel bello lugar me impresionaba más; los colores que reinaban en sus paredes y objetos eran algo brillante, totalmente bello. Al salir del Shang Palace, de frente me encontré con un Bugatti Divo de color negro.

—El hombre que no deja los lujos —susurré al ver semejante obra maestra.

—Jamás, nena.

¿Qué dijo?, ¿qué?

Alexander abrió una de las puertas para mí, mientras que yo estaba con el corazón desbocado y con los ojos a punto de salirse de sus órbitas.

¡Me dijo nena!

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¡Muchas gracias por leer !

Me Casaré Con El Magnate  [1] (YA A LA VENTA EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora