Capítulo 27 (Muestra)

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Capítulo 27

Alexander Walton

Tomé el celular, que no paraba de vibrar, de mi bolsillo; presioné la respectiva tecla verde y luego lo llevé a mi oído.

—¿Qué tienes para mí? —pregunté tranquilamente.

—El objetivo llegó a la ciudad hace cincuenta y dos minutos, sin acompañantes. Se encuentra hospedado en el hotel Dupont, habitación 2074.

Justo lo que quería escuchar.

—No te le despegues, quiero saberlo todo: adónde va, qué come, cada cuánto se ducha, si se lava las manos o no. Quiero un reporte cada dos horas, y uno escrito en mi escritorio al salir el sol —ordené para luego colgar.

Si algo he aprendido en esta vida es que nadie es lo que parece, que nadie es todo lo que se ve, pero tampoco es todo lo que muestra. Guardé mi celular y luego entré al mismo auto en el que se encontraba Aurora, la cual, al sentarme en uno de los sillones del auto, me observó fijamente durante unos minutos.

—Señorita Desconfiada —susurré, provocando molestia en su persona.

—Es difícil no ser desconfiada teniendo un esposo —dijo dibujando comillas en el aire— un tanto promiscuo, mujeriego y sin un poco de respeto por la mujer que se encuentra a su lado. —Casi tuerce sus ojos—. Es solo eso. —Terminó haciendo un gesto de «esto no tiene importancia».

—¿Por qué habría de tener respeto por ti cuando esto solo es una simple farsa? —Enarqué una ceja a la vez que sentía el auto moverse.

—No fui yo quien dejó varios puntos claros en un documento, tampoco fui yo quien hizo que alguien firmara un contrato de confidencialidad por algo que sería, supuestamente, absurdo —me gritó.

Tomé aire y luego lo expulsé.

—Yo no recuerdo haberte obligado a firmar dicho documento. Y sí, todo esto es absurdo, tus celos, tus gritos. ¿Aún no entiendes que nada de esto me importa? Esto es solo un simple negocio, tú me necesitabas a mí y yo te necesitaba a ti. Así de simple, así de sencillo —aclaré duramente.

—Nunca creí que un matrimonio sería fácil, pero por lo menos imaginé que esto a lo que tú le llamas absurdo sería un tanto más real, que pondrías de tu parte, pero, como siempre, veo que me equivoqué, veo que me has decepcionado. —Sus ojos se encontraban vidriosos y sus labios un tanto rojos—. ¿Cuál es la razón de que hayas querido hacer negocios con mi padre habiendo tantas personas necesitando de tu dinero? ¿Por qué me elegiste a mí? —Volvió hacer la misma pregunta que hizo aquella noche cuando nos conocimos.

Ella no se daba cuenta de que cuanto más preguntaba, más corría el riesgo de hacerse daño. Mientras yo le daba señales, ella prefería ignorarlas y todo por una respuesta que la terminaría de matar. Ella quería una respuesta y yo sería quien se la daría.

—Tu familia era la única que no se había rendido en todo el negocio de las telecomunicaciones. Cada empresa que surgía y que, por alguna razón, representaba un peligro para la mía, yo las destruía. —Las lágrimas recorrían sus mejillas—. Y la mejor forma de destruir Empresas Flecher era brindando mi ayuda interesada y, de paso, tenerte a ti a mi lado como esposa trofeo para mis propios asuntos.

—¿Qué te hace creer que no puedo pedir el divorcio?

La miré mientras sentía una fuerte opresión en el pecho, intenté dejar sus palabras a un lado. 

Es inútil que Aurora piense que me importa cuando no es así, no me importa en lo más mínimo. No la ubico en el maldito planeta. Y sé que, por más que insista en decir todas aquellas palabras crueles, en algún momento aparecerán los malditos sentimientos que me he esforzado tanto en esconder y eliminar de mi ser.

Me Casaré Con El Magnate  [1] (YA A LA VENTA EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora