Una rosa

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Ya era inició de semana.

Sonó la alarma del despertador y los dos despertaron casi al mismo tiempo, pero a quien más le costaba levantarse de la cama era a Aristóteles.

-Temo: Ari... Ari ya es hora de empezar el día -pronunció en voz baja y lo movió un poco de un lado a otro-.

Cuando Aristóteles pudo abrir los ojos, se encontró con Temo, su novio.

-Ari: ¿Estoy en el cielo? -habló adormilado-.

-Temo: Sé que soy muy lindo, pero no soy celestial, Tahi -expresó una sonrisa tierna-.

-Ari: Si lo eres, cada mañana me despertaría sólo por ver esa hermosa sonrisa -se apartó de la cama y se fue acercando lentamente a Temo.

Aristóteles estando tan cerca de los labios de Temo, decidió acariciar su cabello, sintiendo lo sedoso y lacio que era este.
Después llevó su mano a los labios de Temo, y con el tacto podía percibir lo redondos y bien formados que eran.
Y no dudo en besarlos con delicadeza y disfrutar de ese beso con la persona que más amaba en el mundo.

-Temo: Me encantan tus besos, son los mejores, ¿lo sabías? -dijo después de terminar el beso-.

-Ari: Entonces soy un buen besador, ¿no?

-Temo: Por supuesto que lo eres.

-Ari: Y así será todos los días, darte los mejores besos cada vez -le dió un beso de pico-.

-Temo: Y yo también lo haré -contestó con alegría-.

-Ari: Te amo pero... perdón por recordar, tenemos un largo día por comenzar Tahi, hay que apurarnos.

Los dos tomaron sus cosas para ducharse, no se pusieron a discutir por quién sería el primero en bañarse porque ya se habían metido juntos; que para su relación como novios no debería ser algo extraño entre ellos, al fin y al cabo, la confianza seguiría aumentando poco a poco con el tiempo.

Llegaron al baño y se encontraron con Diego cerrando la puerta.

-Temo: No cierres, vamos nosotros, Diego -espetó-.

-Diego: ¿Nosotros? -asintió-.

-Ari: Si, nos vamos a bañar.

-Diego: O sea que... ¿ya se conocen todo? -sonrió sarcásticamente-.

-Temo: ¡Diego!, ya déjanos pasar, se nos va a hacer tarde -alejó a Diego de la puerta-.

-Diego: ¡Ay!, es verdad, está bien, que tengan una linda ducha JUNTITOS, bye, los espero para desayunar junto con Carlota -caminó hacia su cuarto-.

Terminaron de desayunar todos y no se esperaban que Ubaldo, el padre de Diego, los estaría esperando afuera de su casa.

-Ubaldo: En su primer día los quiero llevar -sonrío de mejilla a mejilla recargado en su automóvil-.

-Temo: ¡Ubaldo! -caminó rápidamente hacia él y lo abrazó-.

-Ubaldo: Hace mucho que no te veía, hijo.

Tahi (+18) || Aristemo (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora