Sexto

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Aria

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Aria

Fin de semana en casa, como de costumbre.

A veces me gustaría tener un amplio grupo de amigos, con los cuales salir y disfrutar estos momentos libres, pero la verdad es que no los tengo y seria problemático obligarme a buscarlos. Tengo algunas amistades, resaltando entre estas a mi mejor amigo Andy.

Taylor Swift, resuena desde la bocina de mi celular. Mis ojos se encuentran clavados en aquella pared de tonalidad morada, la cual es uno de los puntos más limpios de mi habitación, refiriéndome a la poca decoración que he colocado sobre ella.

Las cortinas blancas se levantan con la brisa proveniente de la venta abierta. Me levanto y camino hacia esta, hago las telas a un lado con ambas manos. Observo el exterior, ubicando mis ojos justo en la casa de enfrente.

Aquella chica con la que me encontré hace unos días se encuentra con el rostro recostado sobre el marco de la ventana, la brisa mueve su cabello y no logro identificar si se encuentra dormida o despierta.

—¡Hola! —grito. Ella se levanta y pasa sus manos de manera perezosa por su rostro, al parecer si estaba dormida— ¡Disculpa!, ¡no sabía que estabas dormida!

–¡Tranquila!, ¡yo tampoco lo sabía! —menciona y dejo escapar una carcajada, ella esboza una sonrisa mientras pasa una mano por su rojizo cabello.

—¡No me presente la última vez!, ¡soy Aria!

—¡Erika! —exclama, comunicándome su nombre, el cual, hasta el momento desconocía.

—¡¿Puedes darme tu numero?! —pregunto— ¡si seguimos hablando así, quedaremos sin voz!— Ella asiente y me hace una seña con la mano para que espere un momento. Desaparece de la ventana por unos segundos y luego regresa con un teléfono en sus manos, por medio del cual lee su número celular en voz alta para que yo pueda digitarlo.

Después de guardarla entre mis contactos, me dirigí instantáneamente al whatsapp.

—Ahora sí. Aunque creo que media cuadra conoce tu número telefónico a partir de ahora.

—Probablemente. Aunque dudo mucho que alguien digite el numero de una loca que anda gritando desde su ventana.

—Yo lo hice.

—Ese es otro punto.

—¿Acostumbras dormir en la ventana?

—Tal vez. Lo hago algunas veces, es mi forma de entregar mi alma al mundo.

—Vaya, que profundo.

—Na, en realidad lo hago cuando el calor se vuelve insoportable.

—Yo igual. A veces duermo con la ventana abierta y nada más pienso en los ladrones festejando mi decisión.

—¿Los ladrones?, ¡Las brujas más bien!

Miradas de chocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora