Miradas de chocolate

Séptimo

Liam

Aquellos ojos permanecen firmes sobre mí. Ella no se mueve, no hace ningún sonido, tan solo respira mientras parpadea levemente.

Mi mirada viaja por su rostro. Sus bellos ojos me recuerdan el delicioso chocolate, sus abundantes pestañas se menean suavemente y aquellos labios humectados, con el arco de cupido perfectamente marcado. Ella era de otro mundo, del mundo de mis sueños.

Desciendo mi mirada volviendo a la realidad y suelto una pequeña risa. Lo que acababa de decir me trajo el recuerdo de nuestro violento beso. Me arrepiento de aquello totalmente, nunca debí tratar a Aria de esa forma, ni aunque aquello fuese para ayudar a mi mejor amigo.

—Es una broma, ya puedes salir del shock —menciono. Ella cierra y abre sus ojos rápidamente.

—Por un momento me lo creí —pronuncia mientras suelta una pequeña carcajada.

—Tranquila. Tu compañía es el mejor premio para mí —Un leve sonrojo se marca en sus mejillas, ella tan solo guarda silencio mientras regresa su mirada hacia las luces del concierto.

Un concierto junto a Aria. Ambos desde la cima de un edificio observando las brillantes luces que resplandecen en lo bajo, mientras por sobre nuestras cabezas las estrellas titilaban.

El perfume de Aria llego hasta mí, gracias a la brisa fría que se estaba presentando todas las noches. Un aroma tan dulce como ella.

Después de unas cuantas horas el concierto finalizo. Ambos descendimos por las escaleras, esta vez con una velocidad neutral. Caminamos en dirección al auto; Aria delante y yo detrás.

—¿Qué tal? —pregunte cortando el silencio que desde hace ya bastante tiempo se había creado.

—¿Qué cosa?

—¿La pasaste bien? —Ella baja su mirada hacia sus pies y luego levanta su rostro hasta posar sus ojos sobre los míos.

—Bastante. Es la primera vez que alguien aparte de mamá, le gusta escucharme cantar –menciona soltando una risa— gracias por la invitación.

—Desafinas bastante, pero logras transmitir tu emoción al público —menciono mientras me acerco al auto, quitando el seguro de la puerta con la llave— Y sobre lo otro, puedes agradecerle a Matthew. La entrada que utilizaste era la de él.

Ella suelta una carcajada e ingresa al auto con sumo cuidado. Enciendo el motor del mismo y acelero para empezar el camino de regreso.

—Si deseas, puedes colocar música —comento a lo que ella asiente. Se acerca y enciende el radio mientras empieza a pasar las canciones, deteniéndose en una. Happy de Pharrell Williams.

El viaje de regreso fue realmente divertido, esta vez cantamos los dos mientras la música resonaba en el auto a máximo volumen. Aria tomo unos lápices que yo había dejado hace varios días en el auto por si alguna emergencia, con eso quiero decir, por si se me olvidan los bolígrafos en casa como suele pasarme siempre. Ella empezó a utilizarlos como baquetas de batería.