Capítulo XXXVII - Hazme un favor.

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Sebastián

Mi hermano y yo siempre hemos sido contrarios pero aun así una buena combinación. De niños él era extrovertido, le gustaba aprender cosas nuevas haciéndolas, salir a conocer lugares y hacer travesuras... Además él fue el niño mimado de mamá. Por otro lado estaba yo, el niño mimado de papá, reservado, hipoactivo, estudioso, y está de más decir introvertido. Sin embargo, a mi hermano le gustaba pasar el rato conmigo e interrumpir mis deberes para acompañarlo en sus aventuras imaginarias. Ni siquiera al llegar a ser adolescente dejó esa actitud, de hecho se agudizaron aún más.

En casa parecíamos dos familias: Mamá me odiaba y papá odiaba a Christian. Afuera éramos la familia ejemplar de los periódicos con una gran cadena empresarial y una vida de envidiar. Un día mamá me culpo de algo que hizo Christian y me pego hasta más no poder, aun cuando Christian admitió que la culpa lo tuvo él. Hubo también una vez que papá se enojó en gran manera contra Christian y ese fue el resultado de su viaje a Europa, luego lo que supe de él fue que dejó de estudiar y se volvió un viajero o aventurero como él le llama.
Tiempo después nuestros padres se divorciaron con la excusa de que se hacían daño el uno al otro... Desaparecieron olvidándose de todo: Las empresas, sus propiedades y sus hijos.

Han pasado 27 años desde entonces... Jamás volví a saber de él. Hace unas semanas me llamó, aún me es un misterio el cómo consiguió mi número celular, justo cuando aún seguía en la cama con Kimberly, y dijo que vendría de visita. No sabía cómo reaccionar, no sé si lo extrañe... no siento nada.

Luego de que Diana se fuera, decido salir de una duda. - Christian...

- Dime hermanito...

- ¿Por qué nunca me llamaste hasta ahora? Vuelves como si nada hubiese sucedido y estas tan interesado en mi relación sentimental.

- ¿Es un pecado decir que me acordé de ti y vine a verte? Imaginé lo incómodo que se sentiría reencontrarse con alguien después de tanto tiempo, así que vine a ser yo mismo y demostrarte lo orgulloso que estoy de tí por haber salido adelante sin ayuda de nadie. En cuanto a tu relación con mi cuñada... me parece, sinceramente, que lo estás echando a perder como nuestro padre. Lo percibí cuando los ví.

- En ese sentido eres como nuestra madre... Haces lo que se te dé la gana, pasas por alto los problemas y, luego, de repente te interesa. Es mejor no mostrar interés desde el principio.

- Pensé que estabas feliz de verme...

- Y lo estoy, pero no puedo pasar por alto este asunto.

- Entonces mañana me iré.

- Adelante, pero antes de eso... hazme un favor.

Sin censura: 《detras de Las apariencias》.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora