Dos mujeres, dos destinos entrelazados por un matrimonio maldito. Una lo eligió voluntariamente, la otra fue forzada a vivirlo. En un juego de control, celos y pasiones desbordadas, ambas descubrirán que cuando algo no está destinado a ser, solo hay...
Ayer fue un día de la mierda y hoy de seguro estará más cagado. Después de un baño, me seco y salgo a la habitación envuelto con la toalla a la altura de mi cadera. Como siempre reviso el closet lleno de los mismos colores que me apasionan. - Hoy el negro es el que va.- Al terminar de vestirme me dirijo a la ventana para colocar a un lado las cortinas y así dejar entrar la luz del sol.
- Maldita sea, Víctor. ¿No ves que estaba durmiendo?
- ¿Estabas durmiendo? A los muertos no les molesta el sol.- Me acerco a ella. - ¿Cómo están tus heridas?
- Cada vez que están sanando, vuelves a abrirlas. Pero esto no es tan malo como que me mandes a ser tu cómplice en asesinatos.
Me siento a la orilla de la cama. - Pobre mujer... Déjame verte.- Tomo un extremo de la sabana para después retirarla y dejar así el irresistible cuerpo de Megan a la intemperie. Esas curvas capaces de causar un terrible accidente para conductores despistados, combinado con una hermosa piel morena e impresionantes labios que me encanta ver en rojo pasión, con una larga melena oscura y sus ojos felinos que derriten, todo mío.
- Estoy hecha un asco...- Comenta por los notables moretones y cicatrices en su piel.
- Y aún así quiero comerte.
- انا اكرهك
- Siempre tan chistosa.- Sonrío diciendo. Me levanto y salgo de la habitación, aplaudo para que todas las ventanas se habrán. Preparo un café instantáneo, una vez este está listo, lo tomo mientras gozo de sentir la droga despertar mis sentidos. Al salir, uno de mis hombres me muestra en una almohada una de mis hermosas reliquias
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Sonrío mientras arreglaba las mangas del traje
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- Con que ya es hora de poner orden en las calles... Guárdala hasta que lleguemos.- En eso llega el conductor y subo al auto, acompañado de una hilera de autos detrás de este, vamos rumbo a los puntos.
...
- Lo que más me disgusta en la vida es que me roben, y sobre todo, dinero. ¿No te da vergüenza? Yo no me he descuidado en darte todo lo que necesitas, no merezco tener ahora una rata entre mis hombres.
- Señor Víctor, yo... no le he robado.- Repite en medio del llanto.
- Otra cosa es que me mientan... No cometas ese error. Dime, ¿dónde está mi dinero?
- Señor... Por favor. Yo... no le he robado.
- Entiendo. Me has servido por 5 años, lo tomaré en cuenta a pesar de tu traición. Córtenle las uñas y si aún así no confiesa donde está mi maldito dinero, corten en rodajas sus manos. Si en medio de la agonía tiene la osadía de callar, preparen un buen pastel de carne para su familia.
