Capítulo XIX - Comienzo de la agresión.

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Diana

La ausencia de Christofer cada mañana es difícil de sobrellevar. Extraño sus quejas, el bullicio de mis hermanos y la presencia de mi padre. Definitivamente, después del trabajo iré a verlos.

Tras alistarme, salgo de casa y encuentro a Alfred esperándome para llevarme a la empresa. Esta vez, al menos, salí antes que Sebastián.

Ha pasado una semana y Sebastián y yo no hemos intercambiado ninguna palabra que no fuera sobre trabajo

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Ha pasado una semana y Sebastián y yo no hemos intercambiado ninguna palabra que no fuera sobre trabajo. Ni siquiera me ha tocado desde aquella vez, lo cual me alivia.

Al llegar a la empresa, entro con la cabeza en alto y una sonrisa. Ya no me molesta que hablen de mí o que difamen a Sebastián.  Mi enfoque debe estar en lo que me corresponde, sin dejar que esas habladurías ocupen un lugar relevante en mi vida.

Subo al ascensor hasta el séptimo piso, camino por el pasillo y, al final, abro el gran portón que da acceso a la oficina de Sebastián. Empiezo a ordenar todo y, al finalizar, coloco los asuntos de hoy en orden: de lo más importante a lo menos relevante. Luego me siento en mi escritorio a esperar alguna llamada y revisar su agenda.

El portón se abre y Sebastián entra. Me levanto y lo saludo.

—Buenos días, Sebastián.

—¿Sebastián? —pregunta mientras se dirige a su escritorio—. ¿Qué pasó con el "señor presidente"?

—Tú me permitiste llamarte así.

—¿Yo? Vaya... un lenguaje informal.

—Disculpe mi atrevimiento, señor. No volveré a dirigirme a usted de esa forma.

—Tranquila, solo estaba bromeando. —Se sienta—. ¿Qué hay para hoy?

—Todo está en su escritorio, señor.

—¿Qué pasó con lo informal?

—Lo dejaré para cuando estemos en casa.

—Hmm, bien. —Él empieza a revisar el papeleo.

—Señor, esta tarde iré a ver a mi familia.

—No puedo ir hoy.

—No necesita venir conmigo...

—Bien, Alfred te llevará.

—Gracias. —Sonrío, aunque su mirada sigue fija en los documentos. El silencio vuelve a inundar la oficina, interrumpido solo por el suave sonido del papel al pasar las hojas, llenando el espacio con una atmósfera casi palpable.

—Señor presidente —anuncia una voz femenina del otro lado del portón.

—Pase.

—Le han enviado esto... —La chica coloca sobre el escritorio de Sebastián una copa cilíndrica con una flor en su interior y él lee una pequeña tarjeta.

Sin censura: 《detras de Las apariencias》.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora