C A P Í T U L O 1.

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Rose Smith

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Rose Smith.

—Buenos días —saludo el profesor de álgebra entrando al aula, todos soltaron quejidos a excepción de mi—, sé que odian mi materia, pero el día de hoy se salvaron de su clase de álgebra. Hoy vamos a agregar a algunos alumnos de último año, que cursaran la materia de nuevo por haber reprobado.

Fruncí mi ceño ante las palabras del profesor, ¿desde cuándo los profesores nos juntaban con los de último año? sin duda empezamos el año con el pie izquierdo, digo; los de último año son más que chicos idiotas, mujeriegos y sumamente egoístas, no quiero ni imaginarme cómo vendrán a alborotar las hormonas del penúltimo año, que es donde estoy yo. Si antes ya lo hacían, ahora sería el doble por el hecho de estar todos juntos en una misma habitación.

Definitivamente tendría que cargar con pastillas para la jaqueca.

Estar en esta posición de compartir clase con los de último año no me resultaba tan mal después de todo. Aunque lo que si me resultaría sumamente mal sería que agregaran al innombrable a este aula. Solo me quedaba pedirle al universo que conspirara a mi favor y no en mi contra como acostumbraba.

Ley de la atracción, ven a mí.

Sin más todos nos levantamos de nuestros respectivos lugares—por orden del profesor de álgebra—, y acto seguido entraron los que se quedarían con nosotros en la clase. Al estar tan concentrada en colgar mi mochila en mis hombros, creí por una milésima de segundo que quizá nos tocaría con buenos chicos o chicas al escuchar la puerta del aula ser abierta. Claramente y como era de esperarse, aquella idea tan vaga se fue a la basura al instante.

El idiota más idiota de todo Caiton High entró al aula con sus aires de grandeza y su típica sonrisa coqueta, seguido de uno de sus discípulos Park Jimin.

Su cabello era tan negro como el azabache, este estaba revuelto y caía despreocupadamente sobre su frente además de que estaba lo suficientemente largo como para hacer un pequeñísimo moño. Su dentadura blanca y perfecta deslumbro a las chicas sin contarme, aseguraba sin temor a equivocarme que la sonrisa de Jungkook me había encandilado un poco. Su piel blanca y su buen trabajado cuerpo de boxeador sin contar los tatuajes que decoraba su brazo derecho haciéndolo lucir bastante varonil. Sin duda el chico malo perfecto para una película cliché en Netflix, él es:

Jeon Jungkook.

El más idiota de todos, ¿ya lo había dicho? No importa cuántas veces lo diga, Jeon Jungkook nunca dejará de ser un idiota, mujeriego y narcisista. ¿Ya había dicho que el muy idiota se creía el mejor de todos?

Jungkook era una persona exasperante, se creía omnipotente y que el mundo giraba a su alrededor. ¿Qué lo hacía pensar eso? ¿Solo porque todo el colegio estaba literalmente a sus pies?

Debía de aceptar que Jungkook era una persona atractiva, lo era y créanme que odiaba aceptarlo peor lo hacía. Sus tatuajes le daban un aire coqueto y peligroso, además de que las perforaciones en sus orejas, como era su vestimenta, su altura su complexión e incluso sus facciones lo hacían ver atractivo. No culpaba a las chicas que se sentían atraídas por él, pero por lo que si las culpaba era por seguir creyendo en las palabras del idiota de JungKook.

APUESTA | JJK | BTS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora