Pasado

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Bueno, creo que llegó la hora de decir la verdad detrás del bullying que he sufrido.

—Lo mataré —Astrid estaba furiosa, apretaba los puños con fuerza.

—Tranquila, no quiero visitarte en la cárcel ¿Sabes? —Jenni trataba de tranquilizarla.

—Pues verás, todo aquel que hace daño tiene una historia de dolor escondida.

—¿Eso crees?

—Bueno, entonces cuenta —Jenni estaba interesada en saber.

—Todo empezó antes de que yo naciera.

—Espera... ¿Estás diciendo que ese desprecio no fue causado porque le quitaste un juguito?

—¡Jenni! —dice en forma de regaño.

—¡Qué? Hay niños que quedan con traumas por quitarles su juguito —se defendió.

—No en mi caso —rió —En realidad, el problema fue causado por las personas que nos criaron.

El se acomodó, las dos chicas lo miraron con atención.

—Verán, cuando nuestro padres eran jóvenes, ambos staban enamorados de la misma mujer, mi madre, Valka. Pero, mi madre eligió a mi padre, dejando a mi tío con el corazón destrozado.
Empeoró cuando se enteró que mi madre estaba esperando un hijo, un hijo que no era suyo, sino de su hermano.

Mi abuela dice que mi tío se resigno, y siguió con su vida, se casó con otra mujer y tuvieron un hijo. Él es un encargado de la empresa donde trabaja mi padre, así que también estuvo ausente en la vida de su hijo.

Mi tío no perdono a mi padre por haberse quedado con la mujer que amaba, y eso lo hizo tener un gran rencor hacia mi padre, y lo manifestó en su hijo.

Recuerdo que cuando asistíamos a primaria, Patán me decía cosas horribles, cuando yo no le había echo nada. Hasta que un día me dijo "Por tu culpa mi vida no es feliz, por tu culpa mi padre sufre".

Eso me hizo entender que había algo que yo no sabía.

Y así era, su padre lo educó con la mentalidad de que mi familia era mala, también decía que si su hermano y yo no hubiéramos existido, el sería feliz.

Desde entonces, mi primo siempre a tratado de hacer mi vida miserable, con la esperanza de hacer a su padre feliz. Es algo un poco enfermizo. 

Mi tío sentía un amor condicional hacia su hijo, quería que el fuera el mejor. Y así por cada tropiezo de su hijo, el perdía el interés en su hijo, y su hijo perdía la seguridad en sí mismo.

Ahora, Patán, que por cierto, su verdadero nombre es Peter, sigue tratando de ser el mejor e impresionar a su padre, para tal vez así ganar su amor, y eso también a ocasionado que le haga daño a los demás.

—Nunca creí que él escondiera todo eso —su enojo comenzó a desvanecer.

—Nadie sabe lo que hay detrás de una persona.

—Estoy impactada —Jenni se dejó caer sobre el sillón.

—Aún así, me molesta mucho su actitud.

—Astrid, trata de comprenderlo un poco, por favor, no te enojes con él.

—Hipo, quiero que sepas que tu no tienes culpa de nada. El pasado es pasado y no tiene porqué afectar tu futuro.

—Especialmente cuando tu futuro es al lado de ell- ¡auch! —dice señalando a Astrid, pero la interrumpió un almohadazo por parte de Astrid.

—No planea dejar que me afecte, ya no más.

—Estoy orgullosa de ti.

—Y enamora- ¡Auch! ¿En serio, Astrid?

Astrid río junto a Hipo.

—Ya que sé tu historia, ¿Ya puedo conocer a esas hermosuras de arriba? —dice emocionada, refiriéndose a Chimuelo y Tormenta.

—Claro, sígueme —Astrid sube por las escaleras, seguida de Jenni —Hipo, ¿No vienes?

—Ahora las alcanzo.

—Está bien, vamos.

—¿Segura que no tiene otro primo? —le susurra a Astrid, mientras ambas desaparecen de la vista de Hipo.

—Ojalá él y yo fuéramos así de unidos, no es su culpa...

Hipo dió la vuelta, observando por la ventana de la sala de estar. ¿Mis padres se habrán dado cuenta que no estoy en casa? ¿Me buscarán? Lo dudo, no les hago falta y nunca lo hice
O tal vez estén otra vez en esos viajes de negocios.

No lo sé, ahora mi prioridad es Astrid, bueno, y Chimuelo. Tengo que protegerlos de todo, son mi familia, no seré como mis padres, nunca.

Cuando Hipo subió a donde estaban ambas chicas, se quedó unos segundos observando, admirando.

—Hipo, al fin llegas, Chimuelo parece estar muy cariñoso hoy.

—¡Hey! Eso me hace cosquillas —Jenni reía, Chimuelo parecía estar muy contento con su visita.

—Oh no, Tormenta —No pudo terminar su oración, la canina ya se había lanzado hacia la otra chica.

—Estos dos hacen muchas cosquillas —Su rostro estaba lleno de baba de parte de ambas mascotas.

Astrid reía, con esa risa que Hipo aseguraba amar.

Si, cuidaría de su nueva familia, aunque fuera lo último que hiciera.


La deportista y el tímido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora