¿Tú?

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—te escribiré cuando pueda, ¿Bien? —Jenni abrazaba a Astrid, su estadía con ella había terminado y tenía que volver a casa.

—de acuerdo —ambas se separaron cuando escucharon que llamaban a los pasajeros del vuelo que tomaría Jenni.

—Hasta pronto —Jenni comenzó a caminar hacia la dirección que habían indicado anteriormente.

—¡Adiós! —Astrid se despedía de su prima agitando su mano.

—¡Promete que la cuidarás Haddock! —gritó Jenni antes de entrar al avión que la llevaría a casa.

—¡Lo haré! —gritó mientras me despedía moviendo la mano.

Ambos vimos como la rubia abordó el avión que luego de unos minutos despegó.

—La extrañaré —Astrid recostó su cabeza en Hipo.

—Igual yo, fue agradable conocer a parte de tu familia —Hipo sonrió, le alegraba poder conocer a otro miembro a la familia Hofferson.

—ojalá pudiera presentarte a toda mi familia —Astrid sonrió con nostalgia, sabía que probablemente eso no sucedería tan fácilmente.

Ambos se preguntaban en que momento le dirían a su familia sobre su relación.

—bueno, regresemos a casa —la pareja tomó un taxi para regresar a casa de Astrid.

Al llegar, Chimuelo y Tormenta los recibieron felizmente.

—Hipo, ¿Que te parece si salimos un rato? —Hipo prestó atención a lo que decía Astrid —es domingo, Chimu y Tormenta merecen dar un paseo.

Hipo sonrió ante la idea, hace mucho que no salía a dar un paseo junto a Chimuelo.

—¡Vamos! —él fue el primero en estar listo para salir, colocó la correa en Chimuelo y espero junto a la puerta.
Astrid río ante su acción, tomó la correa de Tormenta y salió junto a los otros dos.

Caminaron hasta llegar a un parque cercano, estando ahí, soltaron a los dos caninos y estos corrieron para poder jugar juntos, parece que habían extrañado salir de casa.

Astrid e Hipo se sentaron en una banca del parque, miraron a los dos perros jugar, sin preocupaciones, solo jugaban.

—¿Que crees que pasará? —Hipo preguntó de repente.

—¿A que te refieres?

—Hablo... —Hipo suspiró —en el futuro, tú seguirás tu sueño y voy a apoyarte en todo lo que pueda, pero yo, yo probablemente acabe en una empresa con gente que ni siquiera sabe bien quién soy, solo me reconocerán por mi apellido.

Astrid miraba a Hipo, le dolió verlo triste, hace mucho que no lo veía así.

—Pues, cuando sea una atleta famosa te secuestraré y vivirás conmigo —Hipo volteó a mirarla, Astrid tenía una expresión relajada, a lo que él río.

—Me agrada la idea —ambos rieron.

—Hablando en serio, nadie puede obligarte a trabajar en la empresa de tu padre, si tú quieres hazlo, sino, escoje otro camino, como tú me dijiste ¿No?

Hipo recordó sus propias palabras, se sintió un total hipócrita, animaba a Astrid a seguir sus sueños y él ni siquiera podía tener uno.

Miró una vez más a Chimuelo, él compartía una pequeña pelota con Tormenta, luego volvió a ver los ojos de Astrid.

—no sé que camino seguiré, pero... —tomó la mano de Astrid —si de algo estoy seguro, es que en el camino que elija, quiero estar contigo —finalizó besando la mano de Astrid.

—Hipo... —Astrid miró con amor a Hipo, en verdad estaba enamorada de él.

Ella se acercó a él para darle un beso, acarició su rostro, agradecía mucho haber conocido a una persona tan bella como él.

—También quiero estar contigo, no importa cómo.

Astrid se recostó en el hombro de Hipo, este recostó suavemente su cabeza sobre la de Astrid y cerró sus ojos, dando gracias de poder vivir ese precioso momento.

Luego de un rato, ambos se levantaron para jugar con los dos canes que pedían su atención.
Ambos corrían, saltaban y reían como niños, en verdad disfrutaron esa salida.

Cuando se hizo tarde los cuatro volvieron a casa, estaban agotados, en verdad habían jugado hasta el cansancio.

Ambos preparaban la cena, Hipo había estado aprendiendo a hacer algo más que un sándwich. Cuando terminaron, los dos se sentaron en el sofá para ver una película, era domingo y usarían el tiempo que les quedaba para disfrutar de su compañía.

A la mañana siguiente, los dos despertaron adoloridos por haber dormido en el sofá.

—Auch, mi cuello duele —Hipo masajeaba su cuello.

—Mi brazo... —Astrid también sostenía su brazo, al dormir, lo había aplastado con su cuerpo.

Ambos se miraron entre sí para luego estallar en risas, era gracioso ver que habían dormido en posiciones incómodas, esa era la realidad de dormir en un sofá, la expectativa era una mentira.
Era lunes y tenían que ir al instituto, se arreglaron y se despidieron de Chimu y Tormenta.

Hipo tenía que trabajar después de clase, Bella saldría para encargarse de algunos asunto así que estaría solo.
Astrid regresaría a casa para cuidar de los canes.
Hipo hacia sus tareas en el trabajo, ya las había terminado así que se encargaría de ver a los perros y gatos que esperaban por un hogar.

Mientras estaba con ellos, escuchó la campanilla del mostrador así que salió para atender al cliente.
Aunque claro, nunca se espero ver a ese hombre tras el mostrador.

Se había congelado, ¿Que hacía el ahí? Él creyó que ni siquiera volvería a verlo, o al menos no en un largo tiempo.

—Hipo... —el hombre pelirrojo miraba a Hipo afligido.

—¿Que haces aquí?

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Hola my friends, jdjsj ya tirenme lo que tengan a mano.

Bien, espero les guste, y pues, me tarde porque no sabía cómo empezar a introducir el trama para el final 😂

Y bueno, cuídense mucho, hasta la proximaaaaaaaa.

La deportista y el tímido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora