El inicio

8.7K 334 41
                                    

Nota 2,021: La historia aún no ha sido editada, pido disculpas por mala redacción, inconsistencias o cualquier otro error, pues fue creada en 2,017.

Pronto será totalmente editada.

______________________

Aquí estoy, parado frente a la puerta del instituto, pensando en si debería entrar o no. No es porque no quiera, sino por la inseguridad que me causa.

Desde hace al menos un año, he sido intimidado por algunos compañeros. Ellos eran los típicos abusadores del instituto, pero parecían tener cierta preferencia entre sus víctimas, y ese era yo.

Al final, como siempre, me resigne a entrar. Mis pasos eran rápidos, casi huyendo, como la presa que era.

—¿Vas a algún lado? —Esa voz.

No otra vez.

Esos eran los victimarios, los chicos de los apodos extraños; Patán, Patapez y Brutacio.

Eran apodos ridículos, aún así, no lo diría en voz alta.

—Parecías huir de nosotros ¡Oh, espera! Si lo hacías, como un conejo asustado.

Patapez y Brutacio rieron.

Sobra decir que su sentido del humor era un asco.

—¿Recuerdos lo del otro día? Aún nos debes dinero, Haddock —Brutacio se acercó a mí, fue amenazante, aún más al saber que a él le gusta golpear la cabeza de los demás.

—No tengo nada —dije, con la esperanza de sonar lo más razonable posible —. Esta vez es cierto.

Claro que, no les gustó oír eso.

En un movimiento brusco, el tomó el cuello de mi camisa. Estaba mal decir que estaba acostumbrado a algo así.

—Quizá esto te haga traer algo la próxima vez —no sabía lo que haría, pero me resigne a aceptarlo.

Cerré los ojos, esperando algún golpe, bofetada, pellizco, algo, pero nada sucedió. Más bien, escuché un ruido, algo que rebotó, además de un quejido.

Él soltó mi camisa, yo abrí los ojos, y fue algo impresionante. El sostenía su rostro, los otros observaron el objeto que le había causado eso, y yo también lo ví, era un balón de básquetbol.

¿Cómo...

—¿¡Quién lanzó eso!?

Patán tenía un rostro furioso, habían hecho caer de un solo golpe a uno de sus cómplices.

Al girar, pude ver el rostro de la persona que lanzó el balón, acompañada de lo que parecía ser un equipo completo.

Era Astrid Hoferson, capitana del equipo de básquetbol femenino, y probablemente la chica más atlética que haya conocido.

—¿Qué se supone que están haciendo?

—Esto no te incumbe, Hofferson.

—En realidad si, Patapez, no puedo tolerar un comportamiento así dentro del instituto.

—¿Y qué vas a hacer? —Patán se acercó a ella, en un intento de intimidarla —. ¿Vas a pelear?

—¿Sabes qué sería interesante? Verte expulsado —habló con seguridad —. No creo que a tu padre le guste.

El contrario tenía un rostro serio, y después de unos segundos, simplemente caminó en dirección contraria, los otros lo siguieron.

Su molestía era evidente.

Cuando pasaron a mi lado, Patán susurró.

—Esto no ha acabado.

Los tres se fueron, dejándome aún con esa sensación de inseguridad.

—Siento mucho lo que pasó —Ella se paró frente a mi —. Espero que no te hayan echo nada, Patán suele ser... un patán.

—No, estoy bien, gracias.

Era humillante, eso era lo que sentía, humillación.

—Déjame presentarme, mi nombre es Astrid, Astrid Hofferson.

La miré, algo confundido, no solían hablarme muchas personas.

—M-mi nombre es Hipo, Hipo Haddock.

—¿Hipo?

—Lo sé, no sé que pensaba mi padre, debió olvidar la descendencia vikinga.

Ella río levemente.

—Me parece un nombre interesante —sonrió, pero no era una sonrisa burlona, como las que siempre recibía. Era una sonrisa gentil.

De pronto, una chica de cabellos rizados apareció en el pasillo, llamando a Astrid.

—Tengo que irme, espero volver a verte.

—Hasta pronto.

Ella se fue, y nuevamente quedé solo.

A menudo pasaban muchas cosas por mi mente, pero nunca algo como esto, suponía que había sido un golpe de buena suerte.

Muy buena suerte.

Astrid compartía algunas clases conmigo, siempre me había parecido linda, pero nunca había hablado con ella. Fue bueno saber que era una buena chica, linda por fuera y por dentro.

Eso me hizo sonreír.

Era una lastima no poder cambiar de instituto, no creo que a mi padre le interese cambiar a su hijo de una de las mejor escuelas a una "inferior".

Solo quería graduarme lo más rápido posible.

Y, quizás, conocer a más personas como Astrid Hofferson.

__________________________

En edición, ésta fue mi primera historia, creada en 2017.
Ahora es una historia con valor nostálgico.

Agradezco por el apoyo que recibí alguna vez.

La deportista y el tímido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora