Haz lo que quieras

1K 75 18
                                    


Un hombre de barba rojiza se dirigía hacia un edificio, lo habían citado para hablar con uno de los jefes de aquel edificio.

La recepcionista lo guío hasta aquella oficina en donde un robusto hombre rubio lo esperaba.

—Pasa Haddock, te estaba esperando –el hombre se sentó y sacó una botella de alcohol.

—Ha pasado tiempo, Hofferson –el hombre se acomodó en una pequeña sala de estar dentro de la oficina .

—Toma –el rubio le ofreció un trago.

—no bebo.

—Vamos Haddock, por los viejos tiempos.
Sin más, el hombre aceptó el vaso que le ofrecían.

—¿Para qué me has llamado? No creo que sea solo por los viejos tiempos.

—Siempre has sido así, Estoico, ¿No puedo preguntar cómo te ha ido estos últimos años?

—Pues, Valka y yo vamos a divorciarnos.

—¿No lo habían hecho ya?

—Hasta ahora volvimos a hablar y quedamos en un acuerdo.

—Y pensar que hace años estabas loco por ella.

—siempre ha sido una mujer libre.

—y... ¿Qué tal tu hijo?

—no lo sé, no lo he visto en un tiempo.

—que mal padre, Haddock.

—¿Quién eres para decirme sobre paternidad?
El hombre rubio río.

—Tienes razón, pero no soy tan mal padre.

El hombre de cabello rojizo había bebido casi cinco vasos de alcohol.

—¿Que tal tú?

—Las cosas van igual, mi esposa e hija estan bajo cuidado mío aunque no lo sepan.

—Bien por ti.
Él agitaba su vaso en busca de que le sirvieran otro trago.

—Me he enterado que... Tu hijo se lleva muy bien con mi hija, ¿No es así, Haddock? –este le servía otro vaso al del frente.

—¿Está con tu hija? –preguntó el hombre de barba rojiza.

—¿Acaso no lo sabías?

—Ese chico debía estar en su casa –en tono molesto desvió la mirada.
El alcohol empezaba a hacer efecto en él.

—¿Sabes? No soy tan mal padre como para dejar que mi hija siga manteniendo a tu hijo en esa casa.

Estaba molesto, no sabía que clase de hijo había educado Haddock.

—¿A qué te refieres?

—creí que lo entenderías amigo mío.

Se levantó de su asiento y se dirigió a su escritorio.

—seré más directo.

El de cabello rojizo no entendía muy bien lo que pasaba, solo miraba al otro.

—Aleja a tu hijo de mi hija, o voy a hacer que mis hombres lo saquen de ahí.

—Haz lo que quieras.
Estoico estaba bajo efectos del alcohol, su visión era borrosa y apenas podía mantenerse en equilibrio.

—Bien, quería ver si podía convencerte de buena manera, pero veo que no fue necesario.

Llamó a algunos de sus hombres para que llevaran a casa a su acompañante.

Este ni siquiera podía mantenerse de pie.

Todo había resultado mejor de lo que creyó. Haddock podía tener un alto mando en una compañía, pero ni si quiera podía cumplir su papel de padre.

No es como si él fuera un buen ejemplo, pero tenía que proteger a la legítima heredera de su empresa, y después de todo, era su hija.

No iba a dejar que Astrid arriesgue el futuro de la empresa y mucho menos por alguien como el hijo de Haddock.

—Es mejor que te cuides, Hipo Haddock, no quiero que arruines todo lo que he construido.



•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~

Ahora sí se viene lo chido, okno

Después de 3 años, al fin estoy decidiendo como terminará ésta historia :')
Creo que la cuarentena me ayudó, que crazy.

Espero todos estén bien, cuídense mucho y nos vemos pronto.

¡Bye!

La deportista y el tímido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora