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【Una manada jodida】

—¿Aceptas?

Levantó su mirada a la perteneciente de aquella voz, una Omega de su salón, voluptuosa y de cabello morado, conocida muy bien por sus *cubanas. Prosiguió a mirar luego, a sus dos amigos Omega. Los tres poseían en mismo tamaño, pero uno de los chicos tenía los labios más grandes, que servían para sus mamadas, de las cuales, todos hablaban, poseía el cabello castaño al igual que sus ojos y una sedosa piel brillante, mientras que el otro, tenía unos atractivos ojos verdes claro, cabello algo rizado y de color azul oscuro, ¿Su ventaja en la cama? El experto para excitar y comenzar juegos sexuales.

Ellos eran el trío perfecto.

—Vamos. — Alentó el ojiverde. —Algo bueno debes tener.

—Si no aceptas, estarías aceptando lo que tanto se cotilla.

Elevó una ceja. Lo que les dio a entender con ese simple gesto que no sabía en lo más mínimo que es lo que decían sobre él.

—Qué tienes una polla pequeña. —La chica acomodo su largo cabello antes de inclinarse más a él, cambiando su tono de voz a uno más sugerente. —Demuestra que no es así. Te proponemos una noche, solo una.

—A menos que quieras más.

—Estarás con nosotros tres a la vez, ¿Qué mejor oferta que esa?

—No todos los días tres bellezas te ofrecen sexo en una sola.

Keanu bufó.

En lo que menos estaba interesado era en el maldito sexo, era virgen pero no le molestaba, el no quería ser un juguete sexual al que podrían recurrir. Estaba seguro que ellos le darían esa fama que no necesitaba. No quería sexo, sobre todo si era con ese trío perfecto de imbéciles que seguro le estaban tendiendo una trampa en la cual no estaba dispuesto a caer.

—Prefiero no meter mi maldito pene en tres agujeros tan utilizados. Por respeto a mi pene, claro.

—¡Eres un imbécil!

—¡Tenemos experiencia y tu envidia!

—¡Somos lo mejor de lo mejor!

—¡No tienes idea de lo que te pierdes!

—Interesante dato, que no les pedí.

—¡Seguro tienes el pene corto!

Ese grito llamó la atención de todos. La chica sonrió triunfante ante ello, creyéndose la gran cosa.

Pobre ingenua.

—Nunca lo haz visto, ¿Cómo podrías saberlo? Es obvio que lo único largo que conoces es tu lengua.

Aquella chica le dio un bofetón, lo que produjo que se levantará de su lugar en un brusco movimiento y la tomará del cabello fuertemente tirándola sobre la mesa, presionando más fuerte su agarre. Se agacho a su altura para hablar sereno.

—¿Te gusta así perra? ¿Quieres que te golpee duro? Las putas como tú solo merecen esto.

Levantó su vista, encontrándose de cerca con un puño que a duras penas pudo esquivar, escupiendo el rostro del Omega que lo intentó.

Y entonces, el infierno se desató.

Los tres eran las putas del salón, era lógico que todos se lanzarían sobre él. Pero fue rápido. Lo que de algún modo, lo salvo de algo peor.

Utilizó todo lo que pudo a su alrededor para mantener a todos bajo la raya. Logró dejar inconsciente o gravemente dañados a algunos. Pero no duró para mucho más. Tuvo que ser salvado por los adultos que estaban a cargo en el lugar, para posteriormente parar en el hospital a causa de sus heridas. Pero tenía una sonrisa, porque no fue el único que paro en el hospital.

Todos aquellos chicos que salieron heridos lo recordarían por mucho tiempo. Y con suerte, buscarían revancha.

A Keanu le gustaba pelear. Le gustaba mucho. Era la única forma en la que podría mejorar sus habilidades para ser mejor que ellos.
Mientras más peleará, más fuerte y habilidoso sería. Tendría menos probabilidades de salir dañado en algún robo o algo por el estilo. Y eso era lo que quería. Sentirse seguro en un despiadado mundo.

Siempre llevaba algo para defenderse, esta no era la excepción, llevaba una navaja en su bolsillo derecho. Una que no le quitaron, porque nunca los revisaban. El hospital solo estabiliza al paciente y lo deja abandonado en la habitación.

Como sus heridas curaban lentamente, era muy probable que pasara la noche en el hospital, a menos que necesiten la habitación para un paciente de mayor gravedad, si no, no lo echarían. Viendo el blanco techo y repitiendo aquellas imágenes una y otra vez. Aburrido.

Su madre no se preocuparía por él, pero si se preocuparía por su madre. Podía imaginarla drogada en una esquina de la casa y eso hacía doler su corazón.
Le gustaría mucho desaparecer, eso haría que su madre pudiese volver con su destinado.

Odiaba esa ciudad, pero no podía escapar. Probablemente nunca podría.

No si la manada seguía a cargo de aquellos hombres.

Ellos estaban perdidos. Todos estaban jodidos en aquella manada.

Pero sobre todo él. Tenían una fijación específica en él y lo sabía. Los había visto merodear a su alrededor. Inclusive cuando se acercaba a los límites lo golpeaban y arrastraban a la zona central mientras le dejaban en claro que no podía escapar.

Estaba jodido y atrapado.

DICCIONARIO.

*Una cubana: Práctica sexual en la que la mujer masturba al hombre colocando el pene de este entre sus pechos.

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