【Celos】
Se mantuvieron quietos lo que pareció ser una eternidad. Inmóviles, pensando únicamente en la consecuencia de cualquier intento de escape o negociación. Su miembro se alzaba aprisionado entre la tela de sus bóxer y la del pantalón que utilizaba en aquel momento. La incomodidad de estar frente a un Alfa por primera vez en esa situación, la de estar en un lugar nuevo, y su poco conocimiento o formalización con aquel hombre qué, pese a que eran destinados, no conocía lo suficiente como para entregarse a él. Llegó a la conclusión de que el conjunto de situaciones que estuvo pasando en éstos últimos días adelantaron su celo. Pero eso no quitaba que lo que le estaba sucediendo era no solo incómodo, si no que, jodidamente vergonzoso.
Un escalofrío recorrió su espalda con aquel gruñido que vino desde lo más profundo de sus instintos. Sus manos cosquillearon y sus piernas temblaron. Correr hacia sus brazos y suplicar no era una opción. O al menos eso pensó hasta que sus rodillas tocaron el suelo, con sus manos extendidas para evitar que su rostro impactase con las maderas cubiertas por un alfombrado liso. Nunca antes había estado rodeado por un Alfa en su celo, y tampoco había sentido el aroma que se intensificaba antes en su vida. Su lobo rasguñaba en su interior robándole quejidos. Inevitablemente su vista se nublo, pero podía ver como los ojos de Kyle habían cambiado. Un color más profundo, nunca antes visto por él.
—K-Kyle... Yo...
Contuvo un grito ahogado cuando sintió como era levantado del suelo bruscamente por el Alfa. Trato de moverse en sus brazos en un vano intento de librarse de él. Estaba aterrado, no estaba preparado para lo que sabía, sucedería, pero lo estaba apretando muy fuerte. Subió su mirada para encontrarse con un par de colmillos asomándose por sus labios. Quiso decir algo, cualquier cosa pero un fuerte dolor se instaló en sus genitales a causa de la contención de esperma.
Maldición.
Necesitaba liberarse, pero también necesitaba hacerlo de quien, en estos momentos, no era más que su sentencia de muerte.
La puerta crujió cuando fue tomada, empujada y estrellada contra la pared por el rubio. Que solo un momento después, fue el que lo arrojó sobre la cama. Sus manos fueron directo al frente en un reflejo de intento de protección.
Pero ni bien abrió la boca, un gemido salió de ella —A-Aléjate o te... Te m-mato.
Pero la mirada que le dedicó le dijo que se había confundido. Él pareció no haber pensado en eso en ningún momento.
—No voy a tocarte. —Su voz lo había empujado casi al borde. Apretó sus piernas tratando de contenerse. La dificultad era a causa de la grave voz con la que le estaba hablando ahora. —Saldré de la casa por el tiempo que dure tu ce-el...
—Un día.
Gimió sin contenerse, en voz alta, sin pudor alguno. Se sintió mejor ante la información recibida, pero no pudo evitar chillar ante el fuerte azote que dio la puerta cuando se cerro.
No quiso pensar en nada respecto a él y rápidamente se deshizo de sus pantalones buscando una pronta liberación.
Kyle en cambio obligo a su lobo a retroceder, en el baño se lavó el rostro con agua fría buscando calmar sus pensamientos. Buscando pensar en cualquier otra cosa que no involucrara de forma directa al chico.
¡Era el hijo de Sam, demonios! Ni siquiera debería estar pensando así de él. Debía llevarle su hijo de regreso, no desvirgarlo y llevar un niño traumado. Porque en el fondo, tenía miedo. Miedo de tocar aquel niño y herirlo. Miedo de asustarlo y arruinarlo. Nunca antes había estado con alguien, nunca antes había besado siquiera, no antes del chiquillo. Y sabía que esa excitación sería un pase al infierno sin retorno, porque había visto a Sam sufrir y llorar a causa de eso. Y él no sería quien dañara a alguien tan valioso para alguien tan importante para él. Antes muerto, antes se arrancaba el miembro con una cuchilla.
Él no los dañaría.
Levantó el rostro encontrándose con su reflejo. Algunos mechones húmedos se mantuvieron en su rostro dejando caer algunas gotas. Sus ojos habían vuelto a la normalidad junto a su respiración y sus mejillas suavemente teñidas de rojo desde que comenzó a sentir aquel aroma adictivo del sigma. Su lobo aullaba, gruñía y rasguñaba en su interior. Pero ignorando el dolor finalmente se encaminó a la salida. Dando, no más de diez paso cuando dos Alfas grandes y musculosos e intimidantes se le acercaron.
—¿Qué haces aquí? Vuelve dentro antes de que te...
—Por favor, necesito hablar con el Alfa. Es urgente para mí.
¿Era que se sentía intimidado? ¿Desde cuando hablaba así? La última vez ni siquiera podía recordarlo. Era tan solo un niño.
—¿Dónde esta el otro?
—Celo. —Gruñó sus palabras logrando que los Alfas se miraran con una sonrisa. Dio un paso atrás sintiendo que había cometido un grave error. Ellos violarían al Sigma, estaba seguro. Lo destrozarían. Tenía que asesinarlos, tendría que acabar con sus vidas de la forma más eficaz posible, él tenía que...
Unas palmadas en su hombro y sonrisas comprensivas.
¿Qué demonios?
—Te entendemos. Mi hija saco a su Alfa de la casa con una escoba en su primer celo, aun cuando se habían casado.
—Ni lo menciones. Mi hijo se llevó un gran golpe en el primer celo de su novia y tuvo que correr a casa antes de que el padre de la chica lo castrara.
Los hombres comenzaron a reír en voz alta y no supo como sentirse si quiera. Keanu no era Omega, su celo duraba un día inclusive.
—Ven, te llevaremos con el Alfa, seguro querrá escuchar tu historia.
—Y no te preocupes por tu novio, traeremos a unos Betas a vigilar, si algo sucede no tardaremos en llegar. Pero dudo salga de la habitación.
—No te sientas avergonzado tampoco. Esto sucede también. Ya tendrán su momento.
—Cuando tenía tu edad inclusive...
Y todo lo que restó del camino la pasaron hablando de viejas historias respecto al tema. Pero las palabras no salieron de su boca para detenerlos y explicarles cuan diferente era la situación. Simplemente era muy tarde para detenerlos.