10. Animales del futuro y espectros del pasado

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Por la ventana se asomaba un Sol incierto. Observaba la cortina tirado en la cama y llorando. No era tan consciente en ese momento, pero ese día sería el primer día en la Realidad 346.

¿Donde estoy? ¿Cómo pasé de estar viendo series sobre detectives y policías resolviendo homicidios a estar llorando atrapado en un mundo que no comprendía. ¿Finalmente me volví loco? ¿Qué estaba pasando? Seguía respirando y mi reloj interno me decía que afueran seguro eran las nueve de la mañana.

Golpearon la puerta y escuché a Marina decir que entraba.

- Te dejo algo para desayunar. Lo preparó Emiliano.

Escuché la bandeja apoyarse sobre el escritorio que estaba detrás mio.

- El profesor está un poco ocupado. Estamos todos ocupados, la verdad. Se adelantó una misión y arrancamos una situación un poco compleja. Caíste en el momento menos oportuno.

Marina agarró algo y se lo comió. Supuse porque me habló con la boca llena y escuché la bandeja moverse.

- Vos tranqui, descansá. No estarás solo. Tendrás una compañía. Ya la conocerás.

Yo estaba con la sábana cubriéndome la cabeza. Intenté no moverme. Quería que piense que estaba dormido. No se para qué pero fue lo mejor que se me ocurrió. ¿De qué compañía me hablaba?

- Nos veremos, viajero de Universos. - se rió - Se que puede parecer muy brusco todo. No te preparan para esto en la escuela. Y menos si vas a una pública. Tarde o temprano te acostumbrarás. ¡Adios viajero de Universos!

Se fue riéndose. Comencé a odiar ese mote. Lloré un poco más ya que pensaba que quizás no podría hacerlo después. Estaba realmente acongojado. ¿En donde en verdad estaba? ¿A esto terminé convirtiéndome? ¿Soy sólo un chico que va a quedar acostado para siempre? ¿Podré alguna vez dejar de llorar? ¡Yo no quería esto! Me costaba mucho adaptarme a mi Mundo, ¿Por qué sería diferente en este? Terminó siendo la misma porquería. O por lo menos eso parecía.

Eso no fue lo único raro. Me logré dormir y soñé con mi primaria. Quizás porque Marina lo mencionó cuando se iba. Soñé con un recuerdo. Fui a una escuela por Almagro sobre la calle Acuña de Figueroa, barrio almagrense. Antes de estar en Boedo vivía por allá. Soñé con las clases de Educación Física. Justo en ese año habían otorgado a la escuela la posibilidad de jugar al basketball y hacerlo por todo el año escolar. O quizás haya sido medio año, no recuerdo bien. En los últimos días de clase tuve unos partidos muy importantes con todas las divisiones del mismo grado. El equipo ganador recibiría una medalla. Y mientras entrenaba en el colegio y entrenaba en mi casa ni bien llegaba de estudiar, me sometía a unas extrañas charlas con mi profesor del aula. El sabía acerca de mi "cuestión". Me enojaba cuando me sacaba de las prácticas o de Computación para hablarme. Él destacaba entre los otros profesores. Era más joven y más entusiasta que el resto. Enseñaba bien y daba lo mejor de sí. Eso era lo que todos veían. Soledad y yo sabíamos muchas más cosas de él. Él era raro.

Parecía cambiar su figura cuando estaba a solas con nosotros. Era alto, pero a solas parecía aún más alto. Su delgadez se inclinaba y se extendía no muy humanamente. Me hacía dudar que tuviera órganos dentro de su cuerpo. Su guardapolvo blanco, que en horas de clases relucía de entusiasmo y bondad hacía el futuro, parecía oscurecerse y asemejaba más a una capa vieja que cubría naturalidades. Llevaba un prendedor en la solapa del guardapolvo de una caricatura de dos niños tomados de la mano, uno sonriendo y otro con mueca triste.Él me decía cosas que no escuchaba en ninguna parte. Él las llamaba "verdades".

- Verdades de la vida y de la existencia. – Decía solemnemente, sentado en su escritorio, sin siquiera mirarme o moverse.

- Algunas las he visto por televisión o las he leído en libros que saco de la biblioteca.

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