Uno actúa cuando sabe que hay esperanza. Sin esa pequeña certeza uno enloquecería más de la cuenta. Acá en las penumbras de la vida solo escucho el eco de mis palabras que ambientan al claustro recinto de un calor humano. Hacer esto fue buena idea. Encontré mi esperanza, mi motivación. Esta realidad se ha vuelto más amena.
Debo encontrarla primero en mis recuerdos, en mi pasado. ¡Ya estoy listo! Puedo quedarme en la cueva refugio por unos diez días más. No es lo que quiero, pero se que puedo y hasta podría estirarla varios días. Tanta oscuridad no es buena para nadie. Prefiero resolver esto cuanto antes e irte a buscar. En diez días podré volver a desesperarme y veré que hacer.
Soledad fue negada aunque ya nació siendo negación pura y desenfreno. No vas a pasarla al otro lado así como quien quiera fácil la cosa. Ella es de un sitio, de su propio sitio. Su cabello negro largo se movía vivazmente en una de las hamacas de la Plaza Almagro con su sonrisa dibujada frente a un Sol de mediodía y su intensidad al hablar, al reír, a no permitir que nadie pueda sacarle su curiosidad llena de vigor. Casi siempre era así y cuando una vez su capa estuvo caída, eso dio lugar a una historia.
Recuerdo que a la noche llegué cansadísimo de la plaza luego de jugar por horas al fútbol con los chicos que frecuentaban la misma. No eran mis amigos, pero siempre valoraban a quienes no les importase ir al arco. Llegué a casa, me saqué la ropa embarrada que tenía puesta y me senté en la cama un rato para descansar las muy cansadas piernas. Había sido un largo día de escuela y una tarde-noche de fútbol divertido. No superaba mis diez años de edad. Me acosté de una en mi cama y me puse a mirar el techo y a pensar un poco. En mi casa no había nadie, ni un alma. Cosa en común a lo largo de mi vida. Hallar la casa sola. La plegaria solemne de la heladera y los perros que ladran cada tanto.
Me recosté y recordé la charla que tuvimos la noche anterior. Fue una conversación rara que tuvimos, porque a veces, cada tanto, teníamos nuestros momentos tensos. Luego de terminar de ver una película en la televisión, de esas típicas películas para chicas (años más tarde entendería ese concepto) que enganché apenas comenzada mientras hacía zapping, ella se apareció por casa queriendo ver las estrellas y hablar un poco.
Era un toque tarde para nosotros. En el reloj del living figuraban casi las diez de la noche. Los niños de nuestra edad estaban entrando en su hora de ir a dormir. Subiendo por la escalera hacía la terraza, ella me pareció algo triste. O por lo menos, podía sentir que algo la acongojaba. Estaba llenísimo de ropa colgada, por lo que, fuimos a nuestro segundo lugar predilecto. Subiendo una pared baja, nos metimos en el techo.
-Yo no soy una chica más del barrio. - Me comenzó a decir. - Yo... Nací para algo más. Las chicas de hoy en día solo hablan de chicos, de besarse, de conseguir alguien para pasear, ir a la plaza... ¿Saben qué no verán más lugares así cuando sean grandes? No soy una chica así.
-Diciendo "chica" sonás como si fueras más grande. Como si tuvieras catorce, o quince.
-¿Entonces qué soy? - Me miró clavándose odio en mis ojos.
-Una... ¿Niña? No lo sé.
-¿Niña? ¿Con quién estoy hablando? ¿Con mi abuelo? No soy tonta, créeme.
-No, no es eso. Creo que somos "niños". El año que viene seremos pre-adolescentes o algo así, me dijo Mariano, un chico de la división. No se mucho de eso, tampoco me pone mal no saber. Siento que estoy en otra. -Le sonreí.
Me senté bien al lado de ella. Miré el cielo negro con sus estrellas. El vientito estaba poniéndose fuerte. La miré y ella estaba preocupada, con la cabeza gacha. Pegaba puntazos a sus zapatitos chocándolos unos a los otros.
-¿Estás bien?
Intento rememorar, pero al parecer esa fue la primera vez en mi vida que me preocupé enteramente por una persona, por un Ser Humano. Mi primer "¿Estás bien?" sincero, luego de otros muchos y muchísimos más falsos.
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ANNULAR
Ciencia FicciónTu amigo imaginario no es tan imaginario como pensás. La historia antigua transcurre en Argentina. El resto en un presente alejado. Los combates cotidianos en una historia trascendental. Esteban despierta en un lugar que no es su casa, rodeado de g...