4. La conquista de la gran sed

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Antes de llegar a la cueva tuve una larga travesía. Luego del reseteo de la Tierra de esta nueva realidad, hay lugares que se mantienen todavía únicos. Y una cosa es conocerlos porque te lo contaron o lo leíste por ahí. Otra cosa es haberla vivido. Una larga travesia en busca de una verdad. Porque todas las verdades buenas se tienen que buscar aunque siempre es mejor buscarla de la mejor forma posible.

Luego de poder salvarme de las consecuencias del impacto acabé en un suelo inhóspito en un punto de la Tierra muy natural. Solo había flora y fauna. Otro gran cambio en muy poco tiempo. ¿Es así como serán las cosas? Quizás el futuro sea eso. Un acontecimiento malo tras otros. Lo bueno de no comprometerse con lo mundano es que te da esperanzas. Estaba perdido estando perdido. ¿Hay algún cambio? Vi toda esa naturaleza a mi alrededor y no me sentí en casa. Se sentía falso. Pese a todo caminé.

En un principio estaba en una especie de bosque desnutrido que poco a poco se iba imponiendo el color marrón del suelo seco. Hacía mucho calor. No tenía nada más que mi mochila en donde llevaba unos cuadernos que me dieron en Everett, una cartuchera de la misma procedencia, un buzo, una botella vacía y una especie de celular que todavía no logro hacer que funcione correctamente. No quedaba otra que caminar y esperar a llegar a un lado. Quedarme quiero no iba a salvarme. Había charcas con agua oscura con buen aspecto. Cargué mi botella ahí. La paz imperó en las charcas y la caminata fue bastante amena.

Vi serpientes amarillas y aves rapaces quienes me miraban con sus cabezas volteadas dejándome ir. Vi nidos enormes en copas de los árboles. Nidos hechos con algo parecido a la paja, tiras secas marrones acumuladas generando un gran hogar. Vi una mangosta y reptiles de colores. Lagartos pequeños de gran movimiento y de colores vivos. Racionaba el agua. No lo sé, pero por primera vez estaba enfocado. No me quedé analizándolo, solo camine. Como Forrest Gump. Quizás estuve usando el mismo recurso de forma inconsciente a lo largo de toda mi joven vida. Por lo menos puedo decir que ví la película. Se hizo la tarde y en un momento de descenso del terreno vi unas jirafas enormes comiendo hojas. Ni se percataron de mi presencia. Estaban absortas comiendo en una inspiración alimenticia. Me senté sobre una piedra grande y me quedé ahí descansando.

Se había hecho de noche e hice mi refugio entre dicha piedra y lo que pude acomodar. Comenzó a refrescar. Me puse el buzo y puse mis brazos dentro del interior de la mochila. Me tapé con hojas e intenté dormir. Por alguna razón no tenía hambre. Me dormí y soñé con algo. Alguien barría con una escoba que tenía pocas fibras en el cepillo. Sacaban ruidosamente el polvo. Un rostro que brillaba como si fuese oro lustrado me miró y su cara redonda se comenzó a resquebrajar, dando lugar a una máscara partida. Los trozos seguian brillando a pesar que están caídos en un piso. Encandilaban una agradable sensanción de sosiego mientras se iban volviéndose acomodar. El rostro es otro rostro porque no tiene forma definida, es sólo un calor que fue barrido y lo será varías veces más.

Me levante y miré las estrellas. Ahí fue mi primera intuición sobre todo esto. Soledad me daba ese consuelo mutuo en un mundo desconocido. Ahora que estaba en otro mundo sin parentesco ya no quería que me sigan miradas compasivas de despecho. Si antes sobreviví lo puedo hacer ahora. Las estrellas brillaban y la Luna se imponía. Fue como volverlas a ver. La noche del cielo también me miraba a mí y saludaba como a un viejo amigo. Por un momento volví a conectarme con mi esencia. La Tierra será de ellos, pero el espacio siempre será nuestro. No podrán sacarnos la armonía de los astros que se deslizan bailando lentamente por sobre la bóveda imaginaria oscura del firmamento. Alzando tu cabeza te observarás a vos mismo.

Podés ser un campesino dedicado a su cultivo, un niño aprendiendo a colorear, un treintañero jugando al truco por internet o un joven viajero de realidades con suertes diversas. Podés ser lo que sea y vivir sin saber lo que está realmente ocurriendo: El desigual combate contra el tiempo sólo deja víctimas con el corazón roto. Y ahí estaba yo, sintiendo demasiado muy lejos de todo.

"¿Cómo puedo realmente saber que lo que tengo en mi cabeza es lo verdadero?" , me pregunté mientras me preparaba en mi cama improvisada para dormir. El frío cada vez era peor aunque todavía podía bancarse. Me acordé de ella y del por qué de semejante empresa. Se que ella lo es y por alguna manera sigo vivo por ella.

El mundo tal como lo conocemos está arruinado. Nuestra realidad sigue en pie, eso me dijeron lo de Everett, pero ya no es para nada lo que era. Subsiste en un trance difícil de despertar. Al detener su natural impronta, ¿Se habrá terminado olvidando un poco de quien fue?

Extrañaba todo. La música, las risas espontáneas, las calles melancólicas, el caminar apesadumbrado del trabajador que vuelve a su casa gris. Él pudo levantar la vista y jurarse un día más de diversas emociones monótonas y pasajeras. Podía pensar un mañana con la misma cotidianeidad tediosa que lo agobia, pero con la esperanza intacta de quien ha perdido muchas más veces de las que ha ganado. En especial extrañaba tus visitas. No te ibas por nada. Te quedabas y creíamos que haciamos algo más grande que nosotros. Eramos grandes en nuestro mundo personal. Muchos pasaban, pero nadie se detenia para apreciar las maravillas de nuestras ensoñaciones. El deseo de querer ser felices nos guiaba en nuestra huida. Sorteábamos las dificultades como los campeones del barrio que éramos. Las hojas me cobijaban y llevaron a un sueño magullado y con un mayor afán para encontrarte. Si es así como serán las cosas que así sean.

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