Capítulo Tres

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La voz suave que susurraba a su oído la hacía sentir más  excitada.

–Vamos mi amor, córrete para mi– le decía mientras movía sus dedos en su parte más íntima, aumentando sus estocadas en la expectativa de verla correrse.

Y como parte de un embrujo se corrio en sus dedos, estremeciéndose de absoluto placer.

Observó como èl se llevaba los dedos a la boca y los chupaba, saboreándola.

–Ahora  Naruto, por favor.

–Tus deseos son mis órdenes, preciosa.

Èl le sonrió y se posó sobre ella para poseerla de manera salvaje. Ella arqueo su cuerpo mientras recibía sus embestidas. Sus cuerpos estaban a un mismo compás mientras se sumergían en las aguas profundas de la  pasión. El tiempo parecía ser irrelevante, ya no importaba donde estaban o como habían llegado hasta  aquella situación, lo único que sabían era que estaban  hechos el uno para el otro.

En ese instante sintió como una voz más aguda la llamaba.

Ella observó a Naruto y de repente todo comenzó a desaparecer. La voz se fue haciendo más presente.

–¡Hinata!

Hinata abrió sus   ojos despacio y se dio cuenta de que los tenía humedecidos. Estaba llorando. Llorando por algo que tanto su  corazón como su cuerpo anhelaban.

Se limpió los ojos para que Ino no la viera llorar.  Se dio cuenta de que estaba sola, Ino al parecer la estaba llamando desde el baño.

–¡Hinata! ¿Estás despierta?

–Ahora lo estoy.

–Oh, nena lo siento, pero deje mi toalla sobre mi cama,¿me la pasas?

Hinata se incorporó para sentarse y sintió la humedad entre sus piernas. ¡Maldición! Se había corrido mientras soñaba. Su traidor cuerpo le pedí a gritos sus caricias, sus besos, volver a sentir el extasis mientras sus cuerpos se unían bajo las aguas de la pasión.

Se puso de píe furiosa y frustrada al pensar que quizás nunca podría borrar de su piel las marcas que él había dejado.

Busco la toalla y se la llevo a Ino. Luego camino hasta la pequeña cocina. La residencia en la que se hospedaban era bastante cómoda, venia  previamente equipadas y se dividía entre habitación, que compartía con su compañera, cocina y un pequeño baño.

Ino y Hinata habían ingresado juntas desde el primer año, y desde entonces se habían hecho muy buenas amigas. A pesar de que Ino pertenecía al área de biología, y ella a la de arquitectura, ambas habían compaginado.

Hinata había estado ahí para ella en los
Momentos difíciles y viceversa. Cuando el padre Ino falleció, dejándola completamente destrozada, Hinata se encargó de ayudarla a superar su pérdida.
Lo mismo cuando Shikamaru se había encargo de destrozarle el corazón.

Ella conocía muy bien ambos sentimientos. Ella también había perdido a su madre cuando a penas era una niña. Y también le habían roto el corazón.

Se dispuso a preparar el desayuno tratando de alejar los demonios que se asomaban en su cabeza. No quería pensar en ambas cosas. Todo era parte de su pasado y ahora ella aspiraba a un futuro brillante.

–Eso huele delicioso– dijo Ino a sus espaldas mientras se acercaba.

–Me alegra, lo estoy reparando para ti.

Ino entrecerró los ojos.

–Tu nunca preparas nada para mi, ¿quien se murió?

Hinata soltó una carcajada y negó con la cabeza.

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