Capítulo Ocho

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Había llegado el día de su cumpleaños, y con el la promesa de Naruto.

Los días siguientes habían sido demasiado ... intensos. Hinata no solo había disfrutado de la compañía de Naruto, si no que este, había aprovechado Ciertas ocaciones para seducirla.

En una ocasión estaban almorzando en la terraza y Naruto había metido la mano por debajo de la mesa para acariciar sus muslos y algo más.

Hinata había tenido que recurrir a su autocontrol  para no gritar de placer mientras el le acariciaba su coño.
Agradecía el mantel que lo cubría bien la mesa, porque si los hubiesen pillado en aquella situación se moriría de vergüenza.

Después, ese mismo día, la había llevado a la playa,  y en un lugar apartado la había hecho correrse mientras la masturbaba con sus dedos debajo del agua.

Ese mismo día el le había prometido hacerle el amor como regalo de cumpleaños. Hinata estaba más que ansiosa por probar lo que él estaba dispuesto a brindarle aquella noche.


Miró el reloj que estaba sobre su mesita de noche. 12:00am. Estar a la expectativa de lo que sucedería ese día la lleno de una inexplicable emoción. Quizás unos días atrás, antes de llegar a Cancún, hubiese sido un cumpleaños más. Pero ahora solo esperaba el momento en que ocurriera aquello.

Se cubrió el rostro con su sabana. ¡Por Dios, perdería su virginidad! No solo eso, si no que lo haría con Naruto.

No quería admitirlo, pero tenía la leve sospecha de que Naruto le gustaba más de lo que hubiese querido admitir. Su forma de ser, sus atenciones y la manera en la que tenía el absoluto control sobre su cuerpo la había conquistado.

Estaba tan sumergida en sus pensamientos que no se dio cuenta del chirrido de una puerta abriéndose.

Entonces sintió que alguien tomaba su sabana y la descubría totalmente.

–¡Naruto!

–¡Shus! Nos pueden escuchar, preciosa.

Naruto se había colado en su habitación. ¿Es que acaso pretendía..?

–¿Que haces aquí?– le susurro.

Naruto sonrió.
–Son las doce, vengo a darte tu regalo de cumpleaños.

Hinata comenzó a temblar. Pensó que quizás aquello sucedería al día siguiente, quizás después de su fiesta de cumpleaños, pero no. Sucedería ahí, y ahora.

Fue ella quien sorprendentemente tomó la iniciativa. Lo tomó por el cuello empujándolo hacia ella, y lo besó. Naruto no se resistió, si no que comenzó también a devorar sus labios mientras trataba de quitarle su pequeña bata de ceda.

Hinata también estaba cegada por la lujuria y comenzó a desabrochar el cierre de su pantalón. Habían sido muchos días de tortura, donde Naruto le había enseñado a tener múltiples orgasmos y la había elevado hasta las estrellas solo con sus besos, sus caricias, con sus dedos...

Ahora había llegado el momento de mostrarle la verdadera pasión.

Naruto había comenzado a besar  su cuello lentamente, haciendo un camino de besos hasta llegar a sus pechos. Eran perfectos, redondos, hinchados, con unos pezones color rosa que lo hacían querer devorarlos. Chupo muy lento el pezon izquierdo hasta verlo endurecido. Continuó con su otro pecho repitiendo la accion. Luego se retiró para mirarlos, así es como quería verlos, erguidos para el... para su boca.

Continuo con su tarea. Succionándolos desesperadamente, como un niño que necesita amamantarse. Aprovecho en ese momento para introducir sus dedos en su coño, habían sido varios días resistiéndose a las ganas de tomarla entre sus brazos y hacerla suya, pero ese noche a fin daria descanso a sus pelotas.

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