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Bienvenida al infierno

— Kayla cariño son preciosos pruébatelos —. Me alejé de esas dos maquinas de matar como si me fuera la vida en ello.

¿Había perdido la cabeza todo el mundo o qué?

— ¿Cómo me voy a poner tacones para ir al instituto mamá? ¿Es en serio? — Fruncí el ceño y me crucé de brazos. ¿Qué sería lo siguiente? ¿Llegar puntual?

Antes muerta que torturar mis pies horas con eso puesto. Ademas no era tan baja, y no quería llamar la atención.

— Conozco su forma de vida cielo, tienes que encajar antes de que crean que pueden meterse contigo —. ¡Menudo chiste!

Que lo intentaran. Yo siempre había sido alguien desinteresada de los demás, no me importaban los chismes y no me metía en la vida de nadie, pero si me atacan, muerdo.

  Y que quede claro, no al estilo sexy y vampírico.

— Aparta eso de mí. Se cuidarme y no voy a pretender ser alguien que no soy para encajar en el colegio de ricachones asquerosos en el que me has metido a traición —. Fui a la cocina sin ganas de seguir discutiendo y me preparé un bol de cereales. Si algo tenía a todas horas era hambre.

— Te dieron una beca Kayla, yo solo presenté tu expediente. Es un instituto prestigioso y cuando puedas ir a la universidad que quieras me lo agradecerás —. Soltó los tacones provocando un estruendo y se marchó inconforme.

A ver si entiendo, tenía que ir a un instituto de gente rica que me trataría como una rata de alcantarilla desamparada y pobre, tenía que llevar un uniforme ridículo y a cuadros, tenía que conducir veinte minutos porque esta lejos, ¿y ella era la que se enfada?

Achuu

Para colmo, sí, me resfrié.

Después de conducir y aparcar en un estacionamiento bastante lejos, ya que todos estaban ocupados, agarré mi mochila turquesa y con mis converse negras avancé hasta la entrada.

  Que exagerada era mi madre. No podía ser tan malo aquel sitio, ¿no? Además, un par de niños mimados no me iban a cambiar la personalidad.

  Y no iba a llevar tacones.

Aunque al irme acercando a ese edificio mi mente empezó a colapsar.

  Nunca había visto tantos coches caros, chicas arregladas y maquillaje juntos en mi vida. ¿Qué le pasa a la gente aquí? Parecen chocolates con caras de lo morena que tienen la piel. Me siento como si pudiera camuflarme con la pared. ¿Cómo puede haber tantos deportivos? ¿Por qué la gente es tan perfecta? Ni siquiera tienen acné, esto no puede ser legal.

Todo el mundo comenzó a entrar mientras yo me unía al tumulto de gente sin querer llamar mucho la atención.

Según mi madre tendría que ir a conserjería a por mi horario de clases. Así que eso hice. Leí carteles hasta que encontré el sitio.

Una vez con el horario, como era nueva me dijeron que me asignarían a alguien durante tres días para que me ayudara a ubicar las clases, conocer el funcionamiento... Y es que ese puto sitio era enorme. Parecían pasillos interminables. Por no hablar del plano que me dieron del centro, que yo al principio lo confundí con el de la ciudad.

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