Me quedé atónita mirando la escena. El hombre cayó al suelo en un torpe movimiento, y Caín se quitó los guantes para agacharse y descargar nuevamente su ira.
Lo que más me impresionó es que nadie hizo o dijo nada al respecto. Todos observaban en silencio, mientras los quejidos de su compañero se perdían en él.
Me levanté con rapidez aún sabiendo que lo que iba a hacer no era la mejor idea. Di unos cuantos pasos hasta dónde se encontraban, y nadie estaba a menos de tres metros de la escena.
Los quejidos me taladraban el sentido, aquellos sonidos junto el de los golpes me hacían querer que todo aquello fuera un sueño.
— Caín —. Me agaché lentamente, pero no pareció llamar su atención —. ¡CAÍN!
Mi grito salió más dominante y determinado de lo que creí. Todos parecían no dar crédito, mientras yo sólo quería salir de aquel infierno.
El moreno detuvo sus golpes, aunque bastante lentamente. Todos corrieron a socorrer al otro hombre. Yo pensaba que deberían haberlo ayudado desde un principio, pero no había recibido nada que no se mereciera.
Esos ojos azules recayeron en mí, haciéndome sentir una chispa de esperanza. No había roto su promesa. Corrió hacia mí.
— Angelito —. Sus dedos tocaron la comisura de mi labio, y al sentir un dolor bastante fuerte supe el por qué. Me lleve el índice al lugar, comprobando que tenía sangre. Me miró con un sentimiento en sus ojos que no pude descifrar —. Nos vamos. Ya.
Yo asentí, cogiéndole la mano rápidamente. Comenzó a tirar de mi entre el tumulto de gente, mientras yo aceleraba el paso.
Algo o alguien atrapó mi hombro con fuerza, haciéndome retroceder.
— Ella se queda —. El maldito viejo tenía la mirada clavada en mí, con una furia incomprensible.
— No la vuelvas a tocar —. Apartó su mano de un golpe seco —. Agradece que no mate a tus dos perros falderos por esto.
Yo sólo podía observar alrededor mientras la ansiedad crecía.
— Sabes que llevamos tiempo detrás de ella, y son órdenes del jefe —. Dio un paso adelante con determinación, pero eso sólo me irritó más. Me miró con curiosidad, mientras yo me preguntaba lo mismo desde hace ya tiempo, ¿qué querían de mí? — Aunque te propongo algo preciosa, te dejaré ir si vences a mi mejor luchador en un combate.
Sus palabras parecieron rebotar en mi cabeza pero seguía sin asumirlas. ¿Combate? ¿Luchador? Debería estar soñando.
— ¿Quieres que te mate aquí mismo? — Caín dio un paso lento hacia el hombre. Éste lo ejecutó pero hacia atrás, cosa que también hubiera hecho yo de estar en su lugar.
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No caigas en mi juego
Fiksi RemajaElla nunca creyó que su vida fuera a torcerse tanto. Él nunca esperó que la suya se enderezara de nuevo. Los juegos y la pasión son armas de doble filo, y lo que te encanta puede acabar haciéndote daño.