11. Soledad

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-Oye, yo me tendría que ir yendo ya ehh- habíamos perdido la noción del tiempo hasta que Raquel se incorporó para hablar.

-Ay sí, se nos ha hecho un poco tarde. ¿Verónica, tú te quedas hasta antes de la hora de cenar no?- si no tengo alucinaciones creo haberla escuchado diciendo que se quedaba hasta más tarde.-

-Sí sí, mi madre está avisada y todo. Aunque capaz es de llamarme preguntando donde estoy- giró los ojos al decirlo, debe ser costumbre.

-Bueno chicas- empezó a incorporarse- yo me voy, me ha encantado esto- se estaba riendo mientras iba a abrir la puerta de la habitación.

-Ay hija, pero no te vayas tú sola, al menos te acompañamos a la entrada- Verónica también se levantó y me miró para ver si yo hacia lo mismo.

Fuimos las tres hacia la puerta de la entrada.

-¡GOOOOL! !VAMOS!- me asusté mucho al escuchar a mí hermano gritar como un loco mientras aplaudía, estaba viendo el Barça-Madrid, por lo que vi iban empatados y el Barça había marcado un gol.

-¿QUÉ? YA HA EMPEZADO, joder sí que se me ha hecho tarde- Acto seguido Raquel también empezó a gritar- ¿!Y además gol de Messi!? ¿Que tomadura de pelo es esta? Esto es peor que el profesor de matemáticas y sus chistes- Fue directa a ponerse delante de la televisión, Verónica y yo nos miramos sin entender- Bueno no pasa nada, el Madrid siempre remonta- dijo esto último con aires de superioridad, levantando la cabeza.

-¿Quien eres y por qué estás en mi casa?- Lucas se quedó mirando a Raquel cómo si fuera un ser extraño, pero medio riéndose.

-Me llamo Raquel, a favor del Madrid- Se quedó sonriendo orgullosa de lo que acababa de decir.

-Soy Lucas, a favor del Barça, el mejor equipo del mundo, nada que ver con esa... cosa que has nombrado tú, tiene nombre de enfermedad, Real Madrid, bueno de insecto también- empezó a frotarse la barbilla, se lo estaba tomando todo en coña, vacilándola todo el rato.

-Vale vale, suficiente, esto no va a llegar a ningún lado, venga vamos Raquel- si dejaba a estos dos juntos y además viendo el partido... Nada podría ir bien.

Raquel por fin se fue a su casa, después de unas cuantas contestaciones a los comentarios de Lucas, Verónica y yo fuimos otra vez a mí habitación y nos pusimos como antes.

-¿Tú qué piensas sobre lo de Raquel y sus amigas?- Verónica estaba con ese tema en la cabeza desde la contestación de Raquel.

-Sí te soy sincera creo que se está engañando a sí misma, porque no quiere aceptar la realidad.

-¿Por que crees eso?- sabía que su pregunta iba más allá y que entendía que no lo decía por decir.

-Es duro sentirse solo, sentir que por muy rodeado que estés, a nadie le importas, que a nadie le importa lo que dices o haces, que sí desaparecieses no cambiaría la vida de nadie...- Verónica me había empezado a mirar de una forma triste.

-Pero nunca estás solo, siempre habrá una persona a tu lado, y si no la hay, no tardará en llegar y en quererte. Porque no podemos estar solos, y si lo estamos es porque nosotros mismos nos ponemos barreras para no volver a sentir el sufrimiento que pudimos llegar a sentir.

-Pero es lo que te digo, por muchas personas que hayan a tu alrededor, al menos que haya una sola que te diga algo como Eres indispensable en mi vida, o No sé qué haría sin ti, no digo que esté todo el día diciéndolo pero aunque sea una sola vez, y que lo que diga sea sincero, no solo porque te nota triste y lo diga por compasión.

-Alicia, no tienes que tener esa forma de pensar, no vas a estar sola, y tarde o temprano llegará esa persona de la qué hablas. Y ¿por que cuando te lo dice cuando estas triste tiene que ser mentira? Puede que le cueste demostrar sus sentimientos y en esos momentos sean los únicos en los que se atreve a decírtelo.

-No quiero seguir está conversación- no íbamos a llegar a ningún lado con esta conversación.

-¿Crees que para mí no serás una persona importante en mi vida y que únicamente serás una más?- Verónica se había puesto a mí lado.

-¿Te crees que yo lo sé? A saber- Tampoco sabía que pretendía que le respondiese.

-Hombre, pues yo creo que el me hayas contado esto ya es un avance ¿No?- me miraba sonriendo, me recordaba a Sara cuando me habla como si fuera una madre.

-Supongo...- no sé porque pero estaba empezando a sonreír aunque intenté reprimirla, no me salió muy bien el intento.

-Uy esa sonrisilla, seguro que es la que ponías mientras hablabas con Adrián- Dios mío que pesadilla con el puto Adrián, le voy a coger hasta asco a este paso.

-JODER, que pesaditas estáis con Adrián, sin más hablé con él y punto, fin.

-Mierda, mi madre, me dijo que me haría una llamada perdida cuando quería que empezase a ir hacia casa- Después de mirar su móvil se puso a recoger sus cosas y yo me levanté para ir a acompañarla a la puerta de la entrada- ¡Hasta mañana!- lo dijo y me abrazó, me vino bastante de sorpresa y en este punto ya no se si lo hacía porque le había nacido o por lo que habíamos hablado. En cualquier caso, nunca está de más un abrazo.

Cuándo no era nadie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora